Ana Paula Ordorica
Esta frase me la comentó un integrante del equipo de campaña de Jose Antonio Meade: “Anaya recibió una puñalada mortal. Se está desangrando. Ya está muerto, aunque él no lo sabe.” Y remató con un “vamos a ganar”, muy confiado.
La campaña de Meade decidió atacar en la precampaña e intercampaña a Ricardo Anaya como primer estrategia para tumbarlo del segundo lugar y de ahí intentar capitalizar el voto anti López Obrador durante la campaña para ganar la elección del 1º de julio.
La misma lógica parece haber adoptado Ricardo Anaya de atacar a Meade para quedarse con el voto anti AMLO. Fueron varios PRIístas los que se acercaron en corto a decirle a Anaya que era mejor estrategia enfocar sus esfuerzos en López Obrador. Que el PAN no ha logrado en elecciones pasadas fortalecerse cuando ataca al PRI y que por ello para ambas campañas era mejor enfocar sus baterías en contra de López Obrador. Tarea que por lo visto resultó imposible en las precampañas e intercampañas para un PAN profundamente y sobre todas las cosas anti PRIísta.
Arrancado el periodo de campañas el PRI aparece ya en algunas encuestas en segundo lugar (SDP; La Razón). Pero el 1º de julio habrá dos perdedores y sólo un ganador. La estrategia de ataque entre Anaya y Meade y viceversa no logró más que consolidar a López Obrador como el puntero con una cómoda ventaja de +13 por ciento frente a Anaya y +18 por ciento frente a Meade en el promedio de encuestas que realiza oraculus.mx.
Es decir, los golpes que el gobierno y el PRI le dieron a Anaya no se tradujeron en mayores simpatías para Meade. Las preferencias las capitalizó AMLO.
Entonces ¿está muerto Anaya, sin saberlo, como piensan en la campaña de Meade?
En política generalmente resulta errado dar por muerto a alguien. Cual felinos, parecen la mayoría de ellos tener más de nueve vidas.
Hasta ahora, la mayor fortaleza de Anaya ha demostrado ser también su mayor debilidad. Me refiero a su rudeza. A su disposición a estar dispuesto a hacer y deshacer lo que sea necesario con tal de hacerse del poder. Es la aplicación del clásico Maquiavelo de más vale ser temido y odiado que querido. ¿Le ha resultado a Anaya? Algunos han dicho que debío dejar pasar esta elección, quedándose al frente del PAN y dejando que se postulara Margarita o algún otro PANista dada su juventud y la oportunidad que le vendría en el 2024.
Algo así como la carta que jugó Marcelo Ebrard en el 2012. Solamente que en el caso de el ex Jefe de Gobierno del DF el dejar pasar a AMLO para postularse él en la siguiente elección, no le resultó.
¿Quién o qué le habría garantizado estar en la boleta en el 2024 a Anaya?
Ahora, esta misma rudeza que le otorgó la candidatura lo ha dejado demasiado solo. Peleado legalmente desde con medios de comunicación como éste, El Universal, hasta con panistas pro y anti calderonistas. El resultado ha sido una intercampaña desastrosa con un arranque de campaña desangelado. Anaya se encuentra abandonado.
La única propuesta interesante que ha puesto sobre la mesa ha sido la conformación de un gobierno de coalición que requiera la confirmación legislativa de todos los integrantes del gabinete. Seguramente es algo que trajo de regreso de su viaje a Alemania para entrevistarse con Angela Merkel.
Anaya no está muerto. Pero debe corregir el rumbo de su campaña y presentar propuestas atractivas e interesantes. Incluso debiera aceptar el reto de Meade de debatir sobre sus recursos. De lo contrario, su candidatura quedará empantanada en el escándalo Barreiro.
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