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Murió el físico Stephen Hawking a los 76 años

Publicado por
Gema Hernández

El físico británico Stephen Hawking, el científico que explicó el universo desde una silla de ruedas y acercó las estrellas a millones de personas alrededor del mundo, ha fallecido esta madrugada en su casa de Cambridge, a los 76 años.

“Estamos profundamente entristecidos por el fallecimiento de nuestro padre hoy”, dicen sus tres hijos, Lucy, Robert y Tim, en un comunicado publicado a primera hora de la mañana del miércoles. “Era un gran científico y un hombre extraordinario cuyo trabajo y legado sobrevivirá por muchos años. Su coraje y persistencia, con su brillo y humor, inspiraron a personas por todo el mundo. En una ocasión dijo: ‘El universo no sería gran cosa si no fuera hogar de la gente a la que amas’. Le echaremos de menos para siempre”.

Hawking pasará a la historia por su trabajo sobre los agujeros negros y la relatividad, así como por los populares libros divulgativos de los que fue autor, entre ellos el popular Breve historia del tiempo, del Big Bang a los agujeros negros, publicado en 1988 y que ha vendido más de diez millones de copias.

A los 22 años le fue diagnosticada una esclerosis lateral amiotrófica, ELA, y los médicos le dieron solo dos años de vida. Pero vivió 54 años más. La enfermedad le dejó en una silla de ruedas e incapaz de hablar sin la ayuda de un sintetizador de voz. Redujo el control de su cuerpo a la flexión de un dedo y el movimiento de los ojos. Su apabullante intelecto, su intuición, su fuerza y su sentido del humor, combinados con una destructiva enfermedad, convirtieron a Hawking en símbolo de las infinitas posibilidades de la mente humana, y de su insaciable curiosidad.

«Aunque había una nube sobre mi futuro, encontré, para mi sorpresa, que disfrutaba más de la vida en el presente de lo que la había disfrutado nunca», dijo en una ocasión. «Mi objetivo es simple. Es un completo conocimiento del universo, por qué es como es y por qué existe».

La bandera del Gonville and Caius College de Cambridge, del que Hawking fue alumno y profesor, ondea hoy a media asta. Estudiantes, vecinos y turistas llegados de todo el mundo, en un fluir silencioso y constante, se acercan a firmar en el libro de condolencias dispuesto en el Harvey Court, en cuyo bloque K el profesor Hawking recibía a sus alumnos.

Kelly Marchisio, de 27 años, alumna estadounidense de un máster de ciencias informáticas avanzadas, asegura que llegó a Cambridge atraída por la figura del profesor Hawking. «Me propuse la meta de escucharle hablar algún día, pero no ha podido ser», lamenta. «Fue importantísimo, tanto por su contribución académica como por su capacidad de atraer al gran público a la ciencia». Dan, estudiante de ciencias políticas y sociología que también se ha acercado a dejar su firma en el libro de condolencias, valora la figura de Hawking, más allá de sus aportaciones a la ciencia, como «embajador de la justicia social, y de los derechos de las personas discapacitadas».

Amigos y colegas de la Universidad de Cambridge le han rendido tributo con un vídeo sobre la trayectoria vital y científica de Hawking -nombrado siempre como «Professor Hawking», que era como se le citaba en el mundo de la ciencia- y un texto de homenaje, en cuyo penúltimo párrafo se resume una conferencia del profesor en su 75º cumpleaños: «Ha sido un momento glorioso estar vivo e investigar sobre física teórica. Nuestra imagen del Universo ha cambiado mucho en los últimos 50 años, y estoy feliz de haber hecho una pequeña contribución».

El profesor Stephen Toope, vicerrector de la Universidad de Cambridge, también le ha rendido tributo con estas palabras: «El profesor Hawking fue una persona única que será recordada con cariño y afecto no solo en Cambridge, sino en todo el mundo. Sus contribuciones excepcionales al conocimiento científico y a la popularización de la ciencia y las matemáticas han dejado un legado indeleble. Su personaje fue una inspiración para millones. Le echaremos de menos».

Stephen William Hawking nació en Oxford el 8 de enero de 1942, el mayor de los cuatro hijos del prestigioso biólogo Frank Hawking y de Isobel Walker, que había llegado a la ciudad universitaria huyendo de los bombardeos alemanes sobre Londres. Su infancia estaría marcada por la vida bohemia de una familia cuyo coche familiar era un clásico taxi negro londinense.

Stephen fue un estudiante mediocre en St Albans, Londres, pero su brillantez fue reconocida por sus compañeros que lo apodaron «Einstein» por su facilidad para comprender la ciencia. Se matriculó en matemáticas y física en Oxford en 1959, estudios que encontró tan fáciles que, según él mismo calculó, sacó adelante con solo mil horas de estudio: una al día.

Solo la cosmología capturó de verdad su interés, pues lidiaba con la gran pregunta del origen del universo. A ella dedicó sus estudios de posgrado en la universidad de Cambridge, a la que ha seguido vinculado hasta el final. Allí empezaron a agudizarse los síntomas que ya había detectado en Oxford –dificultad al hablar o, por ejemplo, al atarse los cordones de los zapatos- y en 1963, un año después de licenciarse, se le diagnosticó la enfermedad.

Pasó los siguientes dos años más dedicado a escuchar a Wagner, leer ciencia ficción y beber, que a investigar. Cuando la enfermedad pareció estabilizarse regresó con entusiasmo a la investigación.

En 1965 se casó con Jane Wilde, estudiante de filología. Su matrimonio, del que nacieron sus tres hijos y que Hawking definió como un punto de inflexión en su vida, se rompió en 1990. Hawking se volvió a casar en 1995 con Elaine Mason, una de sus enfermeras, cuyo anterior esposo había creado su sintetizador de voz. Jane Wilde escribió un libro sobre su vida con Hawking en el que le describía como un “emperador todopoderoso” que encontró en su segunda mujer a “alguien dispuesta a adorarlo a sus pies”.

En los primeros años de la década pasada, tras una serie de visitas al hospital por misteriosas lesiones, la prensa empezó a publicar historias, respaldadas en relatos de diversas enfermeras, sobre supuestos abusos físicos por parte de Elaine a su marido, que él siempre negó. En 2006 se divorciaron.

Hawking saltó a la fama junto a su colega Roger Penrose a finales de la década de 1960. El motivo, su teoría de la singularidad del espacio tiempo. Los dos físicos aplicaron la lógica de los agujeros negros al universo entero. Su más famoso hallazgo científico fue el del fenómeno que se conocería como la radiación Hawking, por la que los agujeros negros desprenden energía hasta desaparecer.

Mientras la labor de otros prestigiosos científicos transcurre en la sombra, la enfermedad catapultó a Hawking a la categoría de figura de culto para el gran público. Contribuyó también a su enorme popularidad su idea de que la ciencia descubriría algún día “la teoría del todo”, que exploraría en su libro Breve historia del tiempo.

Desde los 21 años, la enfermedad condicionó la vida de Hawking. La ELA destruyó poco a poco su cuerpo, su capacidad motora, sus músculos. Primero le postró en una silla de ruedas y luego le quitó la capacidad de hablar. Además de por su brillantez y sus cualidades divulgativas, Hawking se convirtió en una estrella mundial por la obstinación con que se agarró al mundo. En 1985, una neumonía empeoró su salud, obligándole a respirar por un tubo. Nunca más pudo usar su voz. El físico logró comunicarse gracias a un artefacto electrónico, un sintetizador de voz, que le permitió burlar el silencio. La voz robótica de Stephen Hawking se convirtió en parte de su leyenda.

En enero de 2014 presentó un polémico artículo defendiendo que no existían. Al menos que no existían de acuerdo con cómo se habían entendido hasta entonces. Un agujero negro es un lugar de gran densidad y energía. La teoría decía que a partir de un punto, la energía -la luz- no podría escapar a su gravedad. Hawking argumentó en cambio que sí podría, que no existía un horizonte de sucesos, esto es, un punto de no retorno, sino un horizonte aparente. Así, el agujero negro contendría la energía durante un tiempo antes de dejarla escapar.

En una entrevista concedida a EL PAÍS en 2015, el físico se refirió a la vida extraterrestre, una de sus últimas obsesiones. «Si los extraterrestres nos visitaran, el resultado se parecería mucho a lo ocurrido cuando Colón desembarcó en América: a los nativos americanos no les fue bien. Estos extraterrestres avanzados podrían convertirse en nómadas, e intentar conquistar y colonizar todos los planetas a los que pudiesen llegar. Para mi cerebro matemático, de números puros, pensar en vida extraterrestre es algo del todo racional. El verdadero desafío es descubrir cómo podrían ser esos extraterrestres».

El director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Rafael Rebolo, recuerda a Hawking como una «mente brillante atrapada en una jaula», después de mantener relación con él en sus tres visitas a sus instalaciones. De esa relación surgió la idea de nombrarle profesor honorario del IAC, cosa que el británico aceptó encantado. «Tenía grandes inquietudes y siempre trataba de formular preguntas sobre nuestro trabajo, sobre si encontraríamos planetas similares a la Tierra», rememora Rebolo, que no olvida la primera pregunta que le hizo el famoso astrofísico, sobre si los telescopios Cherenkov que se están instalando en La Palma podrían corroborar la llamada radiación de Hawking, llamada así en su nombre. El IAC tenía previsto construir un edificio en sus instalaciones para darle un despacho a su único profesor honorario, y Rebolo insiste en su intención de levantar el edificio y darle el nombre de Stephen Hawking, que dependerá del compromiso económico del Cabildo de Tenerife, informa Javier Salas desde Tenerife.

Su vida, en lo profesional y en lo personal, fue un desafío a los límites. Hawking viajó por todos los continentes, incluida la Antártida. Ganó premios, entre ellos el Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en 2016, aunque el Nobel se le escapó. Se casó dos veces, fue padre de tres hijos.

Se convirtió en una suerte de icono de la cultura popular, como demuestra la cantidad de estrellas del cine y de la música que hoy han expresado sus condolencias por la muerte del respetado científico. Hawking apareció en la serie The Big Bang Theory, de la que se declaraba fan, y mereció un personaje en Los Simpson. «Su teoría sobre el universo en forma de dónut es interesante, Homer. Puede que tenga que robársela», le decía al cabeza de familia de la popular serie animada.

Celebró su 60 cumpleaños subiendo a un globo aerostático. Cinco años después, probó la gravedad cero a bordo de un Boeing 727. Cuando le preguntaron por qué hacía todo eso, respondió: «Quiero demostrar que la gente no debe estar limitada por discapacidades físicas, siempre que su espíritu no esté discapacitado».

Fuente: El País

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Gema Hernández