Carlos Ferreyra
No cabe duda: las autoridades no son omisas combatiendo delitos, son sencillamente idiotas. Y no son ganas de ofender a la representación popular sino deseos de mostrar lo que pasa aquí, allá y acullá; en todos lados.
Tras el descubrimiento de más de 17 mil tomas clandestinas en los gasoductos de todo el país, la mayoría en Puebla y muchas en Veracruz, ambas entidades víctimas del desorden de mandatarios omisos, dedicados al saqueo ellos mismos y al crimen impune como muestra la historia reciente, de hoy, de ayer, la conclusión es que son gatos de Pemex los que propician e impulsan el huachicol.
Veamos: para para abrir un ducto es necesario conocer en qué momento baja la presión del líquido; en otra forma la fuga sería enorme y con gran riesgo para los ladrones, que hasta ahora operan con plena libertad.
Paso un montón de días en la sierra norte de puebla, entre Cuyoaco y Libres, cerca de donde se encuentra el paraíso huachicolero y donde, recientemente, mataron a la madre del líder de los ladrones de gasolina, en Payuca.
Por ahí hay otros poblados a los que señalan como refugio de los saqueadores de gasoductos. Pero eso dicen los habitantes de las dos metrópolis mencionadas al principio; las autoridades, calladas, porque ni ven ni oyen ni sienten.
Y no empecemos con difamaciones. Que no se den cuenta de lo que es secreto a voces, no quiere decir que los estén maiceando como diría don Peje, o que formen parte de la cadena interminable de corrupción en la que estamos inmersos, al decir de Gael.
Lo cierto es que en los extremos de Libres hay dos impresionantes bases de la Policía Federal. Los vehículos azules con raya blanca se alinean imponentes mirando con sus faros hacia los vehículos que circulan por esa vía.
A la salida hacia Cuetzalan, el más hermoso pueblo mágico del país, en las explanadas que hacen la ilusión de aceras están las tiendas que distribuyen refacciones agrícolas y de otras especies; llanteras que ofrecen nitrógeno para llenar las llantas y desperdigados los puestos de cocos con azúcar o tacos de todos sabores.
Por allí, junto a un extenso puesto de frutas y verduras, se coloca una camioneta cerrada con letreros vistosos, muy bien hechos y diseñados, que anuncia la venta de “biocombustible”.
Los recipientes translúcidos muestran un líquido rosado en unos y verdoso azulado en otros. En las mantas que cubren el transporte, elogian las ventajas de usar este líquido cuya procedencia es misteriosa, salvo la afirmación que fue elaborado con vegetales.
Eso dicen, pero a nadie se le ocurrió comprobar que de eso se trata. En el aviso correspondiente, señalan que con el biocombustible aumenta la potencia de la gasolina (en México de 80 a 90) hasta 130 octanos. Algo así como antiguo gasavión.
Siendo zona huachicolera, resulta curioso que a nadie llame la atención tal comercio. Es más, en colaboraciones anteriores publicamos fotos de camionetas huachicoleras a la orilla de la carretera, abiertamente, vendiendo su producto. Por cierto, en la desviación a Payuca.
Pero nadie las ve…
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