Ana Paula Ordorica
Todo iba bastante bien en el discurso de Andrés Manuel López Obrador el viernes pasado en el marco de la 81 Convención Bancaria que se celebró en Acapulco. El puntero en las encuestas hizo hasta reír a los presentes cuando, en un ejercicio de autocrítica, se burló de sus pausas al hablar. De que él no es alguien que hable de corrido.
También relajó el ambiente ver a AMLO sentado tan cómodo en la silla, que hasta la guayabera se le abrió y los ahí presentes pudimos ver el ombligo del Peje, literal, en una imagen que muy rápido se volvió viral en las redes.
Y de pronto, ya para cerrar su intervención, a la pregunta de si reconocería o no los resultados de la elección del 1º de julio, soltó su frase del tigre: “Yo tengo dos opciones, Palacio Nacional o Palenque, Chiapas. Si pierdo limpio, me voy a Palenque; pero si pierdo por fraude, también me voy a Palenque y a ver quién amarra al tigre. Yo ya no lo voy a amarrar.”
¡Zaz! AMLO dejó su lado de amor y paz por unos segundos y la crema y nata del mundo financiero nacional pudo ver al López Obrador de siempre. Al que amenaza que o gana él o viene la hecatombe. Como en 2006; como en 2012.
Si todo iba tan bien ¿por qué la regó al cierre del evento AMLO? ¿En qué estaba pensando?
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En la misma Convención, José Antonio Meade fue recibido y despedido con aplausos de pie. Al ser asistente frecuente y constante por los últimos veinte años, Meade jugaba de local entre los banqueros.
Su exposición tiene, como él mismo, un diagnóstico claro y certero de en dónde está México. La pregunta es, ante esta claridad en el panorama ¿por qué no se han aplicado las medidas y los remedios que propuso en un país en donde él, de una u otra forma ha participado en la elaboración de políticas públicas?
En este sentido, Meade habla como oposición, pero permanece cercano al PRI, que es el partido peor evaluado entre la ciudadanía y que está en el poder
Y ya de paso, otra pregunta ¿por qué no ha presentado su declaración 3 de 3? AMLO y Anaya ya lo hicieron. ¿Por qué no lo hace Meade, que es el político que ha estado en el servicio público por décadas sin nada que ocultar?
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Ricardo Anaya tiene fama, bien ganada, de ser un excelente orador. De siempre llegar preparado al foro al que se presente. La Convención Bancaria fue la excepción. Llegó con su misma exposición que ya conocíamos muchos de los presentes en Acapulco y que es más ad hoc para un público universitario o de millenials que para los banqueros de México.
Su campaña está en problemas por los ataques que tienen todos los indicios de estar orquestados por el PRI-gobierno. En lugar de llegar y hablar de la importancia del Estado de Derecho en México para evitar que los opositores sean atacados como él; en lugar de desnudar tácticas dignas del régimen venezolano de Maduro al que señalan nos llevaría AMLO cuando las está aplicando el PRI hoy en México, se queda en la zona de confort de su visita a la tienda Amazon, además mintiendo con que había ido la semana anterior cuando ese video tiene más de un mes.
Y después ¿para qué fue a Alemania? En esta vorágine local, Anaya se registró el domingo como candidato del Frente con importantes ausencias de 10 gobernadores PAN, PRD. De esos 10 ausentes, tres (Puebla, Veracruz y Morelos) tendrán también elección gubernamental en julio y representan estados densamente poblados, ósea importantes en términos de votos.
El lunes llamé a las oficinas de los 10 gobernadores ausentes y la respuesta en cada oficina fue que o no podían dar detalles de la agenda o que el gobernador en cuestión tenía otras ocupaciones. Silvano Aureoles, por ejemplo, tuvo que ir a un partido de los Aguacateros de Michoacán.
Anaya claramente requiere una operación cicatriz urgente con sus aliados. ¿Cómo le suma en este intento encontrarse para la foto con Angela Merkel?
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