POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Hace unos días, el observatorio de análisis global, Geopolitical Intelligence Services difundió una especie de encuesta entre los europeos para valorar a las figuras de Vladimir Putin y de Donald Trump.
Dos auténticos machos alfa, cada uno con su singular personalidad se disputa, además de los reflectores globales, el pulso diplomático buscando una inclinación de intereses geopolíticos a su favor.
De acuerdo con el sondeo realizado por la firma consultora, ante la hilarante cuestión de quién hará las cosas mejor, Putin o Trump, el sondeo reflejó los siguientes resultados: los griegos creen que lo hará mejor el presidente ruso (50%) y mucho menos el mandatario estadounidense (19%); los suecos casi empatan las opiniones un 12% para el inquilino del Kremlin y un 10% para el huésped de la Casa Blanca.
Por su parte los alemanes porfían más en el exagente de la KGB (25%) en contra de la valoración (11%) lograda por el magnate inmobiliario; una consideración objetiva, por cierto bastante significativa dado que en buena parte de Alemania, Putin al frente de Rusia es la principal amenaza encima del mapa de la Unión Europea (UE) como si fuese un nubarrón negro.
No en balde también hace muy poquito, el ministro de Defensa británico Gavin Williamson confió casi en tono paranoico que “Rusia tiene intenciones de atacar las infraestructuras vitales del país monárquico”, según The Telegraph.
Así es que si Putin obtiene una mejor valoración en la percepción germana no puede más que revelar que la animadversión por Trump supera con creces a lo que ya de entrada sienten la mayor parte de los europeos por el líder ruso.
En la percepción de los franceses, hay casi un empate en esa sensación de impresiones hacia ambos líderes: Putin no obstante le aventaja 4 puntos (18%) a un Trump (14%) cuya imagen temeraria, arrojadiza y lenguaraz azuza los demonios de la desconfianza.
Finalmente está España que no apuesta nada bien por ninguno de los dos, la valoración hacia ambos es la más baja de toda la encuesta, síntoma innegable de que ni el quehacer político, ni su mensaje, ni su forma de liderazgo le seduce en lo más mínimo.
Me resulta interesante la ausencia de opinión tanto de los británicos como de los países ubicados en Europa del Este, los que alguna vez formaron parte de la llamada “cortina de hierro” integrados a la URSS.
De los británicos me gustaría saber qué tanta es la diferencia de credulidad entre uno y otro dignatario, de entrada con el Brexit y la égida de posverdades que ahora nos intenta gobernar, habría que esperar que la respuesta a la pregunta de Geopolitical Intelligence Services fuera arrasadora a favor de Trump.
A COLACIÓN
Me parece que es la primera vez que se juntan en el tiempo actual dos líderes tan parecidos en su forma de pensar autoritaria, egocéntrica, narcisista, prepotente y casi levitando por encima de las instituciones.
Para el economista norteamericano Paul Krugman, Estados Unidos todavía está libre de convertirse en una antidemocracia gracias al buen funcionamiento de las instituciones en la Unión Americana.
En un editorial escrito por él y publicado en el New York Times el pasado 25 de diciembre, Krugman desnudó sus miedos más ocultos desde que Trump asumió –para nuestra desgracia- la Presidencia de su país.
La personalidad de Trump es la típica de alguien que gobernaría en Venezuela, Cuba, Hungría, Turquía y hasta en… Rusia; grandilocuente pero monopolizador del poder, es la típica personalidad que se dice para sí mismo todas las mañanas frente al espejo aquello de “el Estado soy yo”.
Es decir, Trump no es la antítesis de su homólogo ruso, sino todo lo contrario son dos autoritarios que pasan sus decisiones a golpe de gancho al hígado, pisotones, magullones y de quitar de en medio a quien sea necesario. Son dos hombres cortados por el mismo sastre con el mismo patrón.
La diferencia claro está radica en el funcionamiento de los poderes y las instituciones en una democracia madura como la americana muy contraria a los resabios político-partidistas y la gestión del poder herencia de la URSS.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales