Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
En Estados Unidos, los presidentes republicanos tienen como tónica una mentalidad de presupuestos de guerra, y nunca como antes están girando la manivela del dinero desde que en 2001 el entonces presidente George W. Bush solicitó un incremento en el gasto en defensa so pretexto de los aciagos acontecimientos del 11 de septiembre.
En 2001 el gasto en Defensa aumentó hasta los 316 mil millones de dólares, en ese año equivalente al 3% del PIB americano, el parteaguas de los atentados terroristas cambió el panorama global que todavía seguía distendido tras la aparente evaporación de la Guerra Fría.
El 11-s trajo como primera consecuencia un aumento del 25% en el gasto militar en Medio Oriente y del 22% en los países del este Asiático, se inició así una oleada de compras de armamento, nuevo arsenal ordenado por Arabia Saudita, Egipto, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Taiwán, Corea del Sur, India, Pakistán, Malasia y China.
Y las cosas no han cambiado mucho sino todo lo contrario con la vuelta de tuercas de una Guerra Fría 2.0 aunado a una serie de conflictos candentes como la guerra de Siria, los reajustes en Medio Oriente, los roces entre Irán y Estados Unidos, la llama ardiente entre Israel y Palestina, y la escalada de tensión en el Mar del Sur de China; por no obviar, las amenazas cruzadas entre el presidente Donald Trump y el líder coreano Kim Jong-un de destruirse mutuamente –por supuesto a sus respectivos países.
Para Trump, que usó de trampolín el pivote republicano para llegar a la Casa Blanca, no es momento de hacer corte de caja más bien de armarse hasta los dientes, de blindar sus fronteras (prueba de ello es su obsesión por el muro con México); de modernizar su armamento y mostrarle al mundo de forma desafiante todo su poderío.
De acuerdo con Business Insider los países que en la actualidad más recursos destinan al gasto militar son los siguientes: Estados Unidos con 601 mil millones de dólares; China con 216 mil millones de dólares; Rusia 84 mil 500 millones de dólares; Francia con 62 mil 300 millones de dólares la misma cantidad de Corea del Sur; Reino Unido gasta 60 mil 500 millones de dólares; le sigue la India con 50 mil millones de dólares y por último Japón, Italia y Turquía con 41 mil 600 millones de dólares, 34 mil millones de dólares y 18 mil 200 millones de dólares, respectivamente.
Sin embargo, no basta, no es suficiente en la mentalidad del estadounidense promedio que Trump representa, esa clase de persona que duerme con el dedo en el gatillo, desconfía del vecino y espera hasta una invasión extraterrestre.
Suena ridículo e irrisorio empero representa al ciudadano norteamericano que vota a gente como Trump, quizá hasta le aplauda su más reciente proyecto de presupuesto para 2019 que no sólo le mete acelerador al gasto en Defensa y marca sus prioridades sino que elevará el déficit de la Unión Americana cercano al billón de dólares.
Más gasto en parte para las prioridades del magnate: armas, seguridad y hasta 18 mil millones de dólares para amurallar la frontera que comparten con México con la extravagante idea de que –tarde o temprano- el país azteca le devolverá el dinero por esa ofensiva factura.
Para gasto militar, el proyecto de presupuesto subirá en 74 mil millones de dólares a un total de 686 mil millones de dólares; para obras públicas el rubro es de 200 mil millones de dólares porque en su imaginario abigarrado el magnate desdibuja su país ideal del siglo XXI: amurallado, ultraseguro, cerrado, proteccionista, con soldados apostados en cada almena dotados de lanzabombas nucleares de pequeño y mediano alcance y drones custodiando por todos lados de la geografía americana.
Económicamente lo visualiza con pleno empleo, sin feos inmigrantes, una sociedad modélica, Wall Street aupándole, las tasas de interés atrayendo inversiones de otras partes del mundo en los bonos del Tesoro, el dólar fortalecido como Superman; el paraíso para los inversionistas nacionales y extranjeros, además sin más déficits gemelos puros números en negro y la gente sonriente saltando de alegría porque su ingreso le permite seguir el estatus acostumbrado de salir y comprar… más comprar y comprar.
Todo ello es levadura para fermentar una economía sobrecalentada dado que la mayor parte de sus ingredientes combinables son inflacionistas desde la reforma fiscal hasta su propuesta de presupuesto. Como era de esperarse, no contempla nada para los dreamers.
A COLACIÓN
James Mattis, titular de Defensa de Estados Unidos, respaldó al jefe de la Oficina Oval aplaudiendo que el nuevo gasto revisable por el Congreso permitirá “reforzar la supremacía” americana; así como su hegemonía y consolidar su zona de influencia.
En mente se tiene, además, contar con mejores capacidades tecnológicas porque hoy en día las guerras no se gestionan únicamente en espacios de civiles, entre infraestructuras y con daños colaterales; también se libran con frenesí en Internet, la ciberguerra es una peligrosa y letal realidad.
¿Qué quiere Estados Unidos? Una fuerza nuclear modernizada y peor aún utilizarla ante cualquier ataque aunque éste NO sea nuclear y sin necesidad de pasar por advertencias disuasorias. Simplemente usarla y punto. Así quedó reflejado en la más reciente Revisión de la Postura Nuclear 2018 (NPR, por sus siglas en inglés) en ella Trump ha dejado muy clara su disposición a usar las armas nucleares contra objetivos amenazantes, cuidado, no nada más Corea del Norte.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales