El papa Francisco y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, mantuvieron hoy una larga reunión en el Vaticano en la que hablaron especialmente sobre la ciudad de Jerusalén y la necesidad de impulsar la paz en la región.
El encuentro a puerta cerrada duró 50 minutos, más de lo habitual ya que este tipo de reuniones suele rondar la media hora, y ambos trataron la situación en Oriente Medio y «con particular referencia» el estatuto de Jerusalén, según informó la Santa Sede.
El Papa y Erdogan evidenciaron «la necesidad de promover la paz y la estabilidad en la región a través del diálogo y la negociación, y con respeto a los derechos humanos y a la legalidad internacional».
Se trata de la primera visita de un presidente turco al Vaticano en 59 años.
El tema, sobre el que ambos ya habían hablado telefónicamente, surge después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya reconocido la Ciudad Santa como capital de Israel, rompiendo el consenso internacional que existía alrededor de esta urbe, disputada por israelíes y palestinos.
En una entrevista el domingo al diario La Stampa, el presidente turco dijo que la iniciativa de Trump es «contraria a la ley internacional» y aseguró coincidir con el Papa en la defensa del statu quo de Jerusalén, algo que pretenden preservar.
También repasaron las relaciones entre Turquía y la Santa Sede, que en 2015 atravesaron un bache después de que el Papa aludiera al «genocidio armenio», así como sobre la situación general del país de Asia Menor y de la comunidad de católicos que viven en el mismo.
Sobre la mesa estuvo «el compromiso de acoger a numerosos inmigrantes» por parte de Turquía, que recibe a muchas personas que huyen de la guerra en países vecinos como Siria, acogidas en su suelo tras los controvertidos acuerdos de la Unión Europea de 2016.
El presidente turco llegó al Vaticano con un retraso de cinco minutos, a las 09.35 hora local (08.35 GMT) junto a una delegación de 16 personas, entre ellas su esposa, Emine, su hija Esra y varios ministros, como el marido de esta, Berat Albayrak, titular de Energía.
Fue recibido en la Sala del Tronetto del Palacio apostólico por el pontífice, que le dio los buenos días, mientras que Erdogan le preguntó en inglés cómo se encontraba y le agradeció «su interés».
Tras la reunión se procedió al tradicional intercambio de regalos: Erdogan le ofreció un cuadro con una panorámica de la ciudad de Estambul, sobre el que le indicó algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad del Bósforo, como la Mezquita Azul.
También un baúl con cuatro libros, entre los que se encontraba ‘Mesnevi’, del místico persa del siglo XIII Yalal ad-Din Muhammad Rumi, y otros tres con su historia y su biografía.
Por su parte, el Papa ofreció a Erdogan un medallón de bronce que -dijo- representa «un ángel de la paz que estrangula al demonio de la guerra» y que es «símbolo de un mundo basado en paz y justicia».
También le regaló un grabado en aguafuerte con la basílica de San Pedro con sus dos campanarios frontales construidos y, como es habitual, su encíclica ‘Laudato Si’ (2015) sobre ecología y el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año.
Tras el intercambio de regalos y el saludo a la delegación, el Papa acompañó a la puerta de la biblioteca al mandatario turco y a su esposa, que le dijeron: «nosotros también esperamos su oración».
Acto seguido, Erdogan se reunió con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, y después visitó junto a la primera dama la basílica de San Pedro.
La llegada de Erdogan al Vaticano, la primera de un presidente turco en los últimos 59 años, estuvo protegida por un potente dispositivo de seguridad, con las inmediaciones cortadas al tráfico y con controles policiales para acceder a pie al área de San Pedro.
Erdogan también se reunirá hoy en Roma con el primer ministro italiano en funciones, Paolo Gentiloni, y con el presidente de la República, Sergio Mattarella, y mantendrá un encuentro por la tarde con un grupo de empresarios.
Su llegada ha sido recibida con críticas por parte de grupos a favor de los kurdos y organizaciones defensoras de los derechos humanos, y también por su decisión de no comparecer ante los medios ni siquiera tras el encuentro con Gentiloni, cuando normalmente tiene lugar una rueda de prensa.
Fuente: Excélsior