Ayer, el índice S&P500 cayó 4.1 por ciento, exacerbando las caídas que observaron los mercados accionarios europeos y asiáticos más temprano en la jornada bursátil global. De hecho, el índice Dow Jones registró su peor caída en puntos en toda su historia (1,175 puntos). Asimismo, las tasas de rendimiento de los bonos del tesoro de EU observaron una volatilidad no vista desde que el ex presidente del Banco de la Reserva Federal de EU (Fed) comentó que podrían terminar de instrumentar el estímulo cuantitativo (o ´taper tantrum´). Los bonos con vencimiento a 10 años aumentaron de 2.79 a 2.88 por ciento, cerrando ayer en 2.74 por ciento, su nivel más alto desde enero de 2014. Por su parte, como activos de riesgo que son, las divisas de los principales mercados emergentes se depreciaron frente al dólar. El peso mexicano se depreció 1.08 por ciento, el real de Brasil, 1.05 por ciento y el rand de Sudáfrica cerca de 1.0 por ciento, por mencionar algunas.
¿Qué significa esto? ¿El inicio de una debacle financiera global? La verdad es que nunca se sabe con toda certeza. No obstante lo anterior, considero que al menos en esta ocasión, al igual que en días similares en el pasado con el taper tantrum o con los ´sustos´ que nos dieron las autoridades chinas hace algunos años con la modificación a la forma de determinar el tipo de cambio del renminbi, no veo que existen elementos para vislumbrar que este es el inicio de una corrección mayor en los mercados accionarios globales o el inicio de una recesión económica global. Sin embargo, el comportamiento de ayer y de algunos otros días deja ver el grado de nerviosismo que predomina entre los participantes de los mercados financieros globales en torno a tres temas:
(1) La longitud del ciclo de expansión económica global actual. Si observamos la serie de tiempo de los ciclos económicos del National Bureau of Economic Research (NBER) en EU desde 1960, los ciclos de expansión económica han durado cinco años en promedio. El ciclo actual lleva ocho años. Algunos dirían que sin observar nada más, por simple estadística deberíamos de estar pronosticando ya una recesión. Sin embargo, considero que hay que tomar en cuenta que en esta misma serie de datos es evidente que los ciclos de expansión cada vez tienen una mayor duración y que los de recesión duran menos (agradezco esta observación particular a mi estimado amigo ex colega del Banco de México y gran economista, Don Jesús Cervantes). Asimismo, en mi opinión, hay que ver también que el ciclo de expansión actual no ha venido acompañado de presiones inflacionarias relevantes, asunto muy relevante para la gradualidad con la que los bancos centrales de economías avanzadas han podido instrumentar el retiro de los estímulos cuantitativos que utilizaron durante la crisis económico-financiera global de 2008-2009.
(2) La valuación de los mercados accionarios. El fuerte incremento que ha registrado el valor de mercado de prácticamente todas las bolsas alrededor del mundo durante este ciclo de expansión económica ha llevado a que las valuaciones -medidas por el cociente precio/utilidades, por ejemplo-, se encuentren en su nivel máximo desde 2009. En el caso particular del índice S&P500, su cociente se encuentra cercano a 24 veces (24x), que también se encuentra por arriba del promedio histórico de 18x. Este es un indicador de ‘sobrevaluación’, que puede detonar ventas masivas (al menos hasta regresar a un múltiplo de 18x). No obstante, considero que hay que tomar en cuenta que los márgenes de utilidad de la mayoría de las empresas en el mundo -pero como ejemplo particular, en las que cotizan en el S&P500-, han continuado creciendo de manera significativa. De hecho, en este sentido, si tomáramos en cuenta la mediana de los pronósticos de crecimiento de utilidades para estas empresas en el 2018 (alrededor de 18 por ciento), las valuaciones con los precios actuales estarían mucho más cercanas al 18x. En mi opinión, la oportunidad que les ha brindado a las empresas el cambio tecnológico acelerado, así como el cambio demográfico y de preferencias tanto de consumo, como de trabajo, ha sido clave para que sus utilidades continúen creciendo, tanto por ventas mayores, como por menores costos. Esto último también ha ayudado a que no se presenten presiones inflacionarias relevantes, al menos en las economías avanzadas.
(3) El mercado de bonos gubernamentales y políticas monetarias menos laxas. Por un lado, debido a la reforma tributaria recientemente aprobada en EU, el Tesoro va a tener que emitir una mayor cantidad de bonos para cubrir su creciente déficit (mayor oferta de papel). Por el otro lado, los bancos centrales de economías avanzadas, pero en este caso particular, el Fed, no sólo ya dejó de expandir su balance, sino que ya inició la reducción de su balance de bonos, que construyó con la instrumentación del estímulo cuantitativo (menor demanda). Si a esto, incorporamos que además, el Fed está subiendo la tasa de referencia un poco más rápido cada vez y que acabe de haber un cambio de presidente del Fed (ayer tomó posesión J. Powell, reemplazando a Janet Yellen) y que China pudiera cambiar sus políticas de inversión de sus reservas internacionales (las más grandes del mundo), para reducir o ya no comprar bonos de Tesoro americano, con un presidente anti-globalista en EU como Trump, creo que hay suficientes razones para estar preocupado. No obstante lo anterior, insisto, no considero que los movimientos de ayer sean la señal de que una recesión esté ‘a la vuelta de la esquina’. En mi opinión, mientras las presiones inflacionarias se mantengan contenidas, no veo por qué haya que aumentar la velocidad de la restricción de las políticas monetarias y esa gradualidad será una de las garantías por la cual puede continuar el ciclo de expansión económica global y los mercados accionarios puedan seguir reflejando esto.
* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.
* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.
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