Carlos Ferreyra
Este domingo fue la culminación de una serie de sucesos que tuvieron su comienzo con los sismos del 19 de septiembre del año pasado. Y que se repitieron este 19 de febrero. Apenas ayer.
Prácticamente fue el inicio de las campañas proselitistas en pos de más de 3,200 huesos de teórica elección popular, el principal y más codiciado, el cargo de Gran tlatoani que en México se simplifica llamándolo Jefe Nato de las Instituciones Nacionales.
Los más elementales lo nombran Presidente y los periodistas lo califican de Mandatario.
El jelengue armado por los partidos políticos, al estar conscientes de que en esta elección les va la vida y a muchos la libertad o la pensión: expresidentes, ex ministros de la Suprema Corte, exmagistrados y en las nuevas y poco conocidas disposiciones legales, a ex gobernadores y exdirectores de organismos de participación gubernamental.
Los daños del temblor, sus víctimas, pasaron al ámbito político y entre tanto barullo se fueron escamoteando los recursos aportados por la imaginaria sociedad civil y por entidades extranjeras.
Noticia reciente nos revela que tres ladrones de reconocida fama como tales, se agandallaron ocho mil millones de pesos, lo que obligó a la renuncia de los responsables, por ley, a la aplicación correcta de tales dineros.
Este desorden sabiamente administrado por nuestras autoridades, encabezadas por ese capitán de filibusteros como se ha mostrado Ternurita, los medios de difusión y en general los ocupantes del altar de la orientación pública poca o nula atención han dedicado a lo urgente, lo actual, lo imprescindible, lo humano.
Lo que requiere su atención y la de los órganos de difusión, es lo comercialmente redituable y lo que debe tenerlos alerta para que en futuro ya nada lejano, no queden desamparados. Entrar a los presupuestos.
Vimos desgranarse el ingenio, la inteligencia de los tres principales contendientes. No pudo, ninguno de ellos, lanzar al aire una frase, una idea que pueda fijarse en la mente de los electores. Lo más, digamos brillante, le correspondió a Meade y el “yo mero” lanzado a una inexperta e inocente colaboradora pejiana.
Destacable, sin duda, la advertencia de cada uno de los tres: la prensa, los informadores, los medios, sufrirán las consecuencias de sus afirmaciones. Así sean correctas o sustentadas con pruebas.
Andrés Manuel, en el colmo de la paranoia se lanzó contra Denisse Drecker, su cómplice de siempre, a la que calificó de filopanista. También como es uso y costumbre del tabasqueño, enlistó a los periodistas maiceados, a los voceros de la mafia y a todos a quienes les tiene echado el ojo. Y que sufrirán las consecuencias.
Meade en dos tiempos: anuncia que demandará a Animal Politico por reproducir un documento oficial que lo señala con Rosario Robles como principal acusada, de manejos turbios al paso de los dos por SEDESOL.
Y para rematar, Aurelio Nuño uno de sus voceros, se lanza contra las redes las que pide que sean censuradas. No lo dice así pero es su meta.
El Cerillo ( K) Anaya en medio del escándalo por la súbita y muy apreciable fortuna de su familia inclusive política, se apresta a denunciar a El Universal por la difusión de presuntas cochinadas cuando era canchanchán en el gobierno queretano.
Sus odiadores, que crecen en forma exponencial, aparte de dudar de su integridad como funcionario lo señalan abiertamente como un traidor. Dicen que ha subido pisando los cadáveres de quienes lo han llevado hasta lo alto.
Hasta aquí todo normal en un país que se encuentra en el umbral de la locura total. Insensibles, dejamos sin atender la información de que cada 18 minutos es asesinado un mexicano, y miramos al infinito cuando la policía capitalina secuestra a la luz pública; tampoco nos acongojamos por la apropiación de predios por parte de Ternurita y sus socios “desarrolladores”.
Lo que nos ha mantenido con el ¡Jesús! en la boca y en la incertidumbre total, en la duda si vale una existencia así, es que hasta este domingo supimos quienes serian los candidatos.
Creo que atinaron los que pensaron que en la tómbola de Morena saldría el nombre de Andrés Manuel; que las fuerza se vivas se unirían en torno al nopriista Meade y que los yunques unidos nunca serán vencidos y le darían su respaldo al joven marravilla.
Regresó el alma al cuerpo. Volvemos a la paz de las ejecuciones cotidianas, de los desfalcos y saqueos del erario a la vista pública y lo de hoy, a la lucha a sillazos por un lugar en el Congreso. ¡Ah! La ciencia política y la vocación de servicio a los ciudadanos…