Sharon Welch Wood llegó al mundo durante la Segunda Guerra Mundial mientras su papá estaba en el Pacífico sirviendo como oficial de comunicaciones en el ejército americano. A su regreso se fueron a vivir a Colorado donde pasó su infancia y adolescencia.
Algo en México llamó profundamente su atención, y al terminar el bachillerato decidió hacer su carrera de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de las Américas de la Ciudad de México. Completó su licenciatura y luego decidió quedarse a vivir en aquella gran ciudad, para lo que obtuvo un trabajo de secretaria bilingüe en la fábrica de Cartón y Papel de México en la planta industrial de Ecatepec. Poco tiempo demostró su capacidad para el trabajo y logró dos ascensos hasta llegar a ser la secretaria del presidente de la empresa.
Sharon era una chica muy guapa y desenvuelta por lo que tenía muchos admiradores que la paseaban por los mejores sitios de aquella maravillosa capital. Para ir a la planta abordaba el camión de la empresa y al regreso acostumbraba a detenerse a ver las revistas y tomar un café en el hotel Plaza Vista Hermosa, donde trabajaba Pancho Morales, quien un día le hizo conversación y comenzaron a salir juntos.
La hotelería es un trabajo móvil, sobre todo para las personas jóvenes, y poco después Pancho se cambió para Acapulco donde manejó un hotel frente al mar. Sharon y él tuvieron un arreglo y se reunían en aquel puerto todos los fines de semana, pagando cada quien un boleto de Aeroméxico que costaba 125 pesos. Así pasaron tres años y después Pancho fue contratado por Hoteles Camino Real en el DF, pronto le ofrecieron la gerencia del Hotel Camino Real de Tampico y entoncese decidieron formalizar su relación. Se casaron en 1969.
En su luna de miel vinieron a Cozumel y decidieron invertir sus ahorros en un terreno frente al mar, que Don Nassim Joaquin Ibarra, a quien Pancho había tenido el gusto de frecuentar hacia algunos años, les ofreció a un precio de amigos.
Comenzando los 70, regresaron nuevamente al bellísimo Acapulco, donde nació su primer hijo, Panchito. Pancho presidió la Asociación de Hoteles y conoció en el deporte del buceo a grandes amigos como los Segura y los Sempere, quienes luego les acompañarían a su aventura en Cozumel.
El sueño de la joven pareja era obtener un crédito para construir en su terreno de la isla un hotelito de veinte cuartos para atenderlo personalmente y pasar el resto de su vida en este paraíso. Los créditos bancarios demostraron ser imposibles de conseguir. Uno de sus amigos le propuso hacer una sociedad 50/50 en un proyecto de 40 habitaciones y así fue como se construyó el Hotel La Ceiba.
Sharon, Pancho y su familia llegaron a Cozumel de Mazatlán, donde había nacido Daniela, y dejaron con algo de tristeza Camino Real, pero estaban llenos de ilusiones para el futuro.
A Sharon se le ocurrió instalar en el lobby del hotel una tabaquería para tener algo que hacer con el tiempo que le sobraba. Por casualidad se había construido junto, un muelle de transbordadores que fungió como el primer muelle de cruceros y cada vez que uno atracaba, se vaciaba la tiendita de Sharon. Así comenzó su negocio actual. Luego siguieron varias tiendas más incluyendo el traspaso de la tienda Galerias Galoba de la familia Barbachano en la planta baja de lo que fue el Hotel Caribe Isleño. Luego vino la oportunidad de comprar al gobierno el terreno del antiguo hotel en la Rafael Melgar donde hoy día están Los Cinco Soles.
Sharon tenía la pasión, amor y buen ojo por las artesanías mexicanas, y viajó por todo el país para seleccionar los trabajos artísticos para venderlos a los clientes de los cruceros. Luego abrieron dos restaurantes; les ofrecieron espacio en los aeropuertos peninsulares y en la actualidad sus empresas se apoyan en asociados que ocupan más de quinientos puestos de trabajo.
Sharon y su familia han sido generosos colaboradores con agrupaciones de beneficencia y cultura de la comunidad y en forma especial con la sociedad protectora de animales.
El año pasado, Sharon obtuvo la nacionalidad mexicana, aunque la ha llevado siempre en la sangre, así como también un enorme amor y agradecimiento hacia la Isla de Cozumel en donde ha encontrado con los suyos la felicidad.
Esto lo escribió nuestro querido amigo Francisco Morales, Pancho debido a que Sahron, su esposa, fue galardonada por la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias, AMMJE capítulo Cozumel con el corazón de oro, máximo galardón para la empresaria del año.
Hace dos semanas participé invitado por actual ayuntamiento y la agencia alemana de cooperación técnica, GIZ en un taller para construir indicadores para turismo sustentable en nuestra isla, ejercicio llevado a cabo por del Consejo Global de Turismo Sustentable.
Este año es el año del Turismo Sustentable impulsado por la Organización Mundial de Turismo OMT. GST Council una organización independiente, ONG registrada en EU y reconocida por la UNESCO. En Cozumel he participado en el pasado en ejercicios similares, ahora tomando en cuenta las experiencias anteriores se van a desarrollar estándares más a fondo. Es un avance tomado en cuenta lo ya hecho anteriormente.
Tendremos así un diagnóstico de nuestra situación pero también una guía que servirá a todos: gobierno en los tres niveles, ONG´s, empresas, universidades y escuelas, conservacionistas, comerciantes y a cada uno de los ciudadanos de Cozumel para realizar acciones para un verdadero desarrollo sustentable con equilibrio en: desarrollo económico, nuestra principal actividad es el turismo; uso y conservación de nuestro incomparable e único entorno natural; y el desarrollo social, que incluye la cultura, la gastronomía, los usos y costumbre, la gente en general, quien es el deficitario en esta ecuación.
La generación de mis padres, la de Sharon y Pancho que fue intermedia y la nuestra crecimos con una visión trabajar por nosotros para formar una familia y un patrimonio. Esto equivalía a tener ética y mística de trabajo, valores intrínsecos y un profundo amor por México.
Lo importante es trabajar cada día, ser honesto, respetuoso y cuidadoso de los demás y del entorno; y un profundo amor por nuestra patria. Todo lo demás dinero, bienes, reconocimiento, vacaciones, amigos, eran fruto de esa vida de trabajo. Ese es el verdadero testimonio y ejemplo de Pancho y Sharon, una vida de amor, honestidad, congruencia y trabajo.