Carolina del Norte es el hogar de 500 especies de abejas silvestres, aunque solo un subconjunto de éstas es común en ciudades y suburbios. Las personas fomentan las abejas silvestres plantando flores y creando jardines de polinizadores para proporcionar el polen y las necesidades de néctar de abejas. Sin embargo, incluso los jardines ricos en flores no tienen la misma abundancia o diversidad de abejas que las áreas naturales. Por lo tanto, debe haber otras cosas además de las flores que limitan las comunidades urbanas de abejas. Pero, ¿qué son?
Además, los baños termales tuvieron menos abejas de las especies que previamente encontramos sensibles al calor y más abejas de especies que encontramos tolerantes al calor. Sabemos por investigaciones previas que las altas temperaturas pueden reducir la supervivencia de las abejas haciéndolas más susceptibles a los patógenos o menos capaces de forrajear.
Los patios con muchas flores todavía tenían más abejas y más tipos de abejas que patios con pocas flores, pero esto fue mitigado por la temperatura del jardín.
En otras palabras, simplemente agregar flores a sitios que de otro modo serían calientes con mucha cobertura superficial impermeable es poco probable que restaure las comunidades de polinizadores. Para amplificar los beneficios que brindan las flores, podría plantar árboles para sombrear las entradas y aceras, reduciendo la temperatura de un jardín. No esperaríamos que otros animales prosperen en hábitats pobres simplemente proporcionándoles comida. La conservación de la abeja requiere la restauración del hábitat. (phys.org)