Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Va para el medio siglo de celebraciones consecutivas: el Foro Económico Mundial de Davos es sin lugar a dudas una de las grandes citas –ineludibles- para el liderazgo político y empresarial del que en buena medida depende el derrotero cortoplacista del mundo.
Desde las montañas alpinas, año con año, como ya es tradicional se marca la agenda de los grandes temas que enrutarán los meses venideros, ecos de los pendientes que más impacientan en la gestión del liderazgo desde distintas ópticas del poder. Las luces largas y cortas…
Hasta ese pueblo nevado enclavado en el cantón de los Grisones, una reconocida ciudad típica de esquiadores, se desplaza una élite de pudientes que obliga a las autoridades helvéticas a prácticamente blindar las calles y plazuelas mientras se lleva a cabo la tan esperada reunión internacional.
Este año tocó del 23 al 26 de enero, y nuevamente los reflectores se posaron en la singular participación del presidente Donald Trump acostumbrado a tener los focos mediáticos encima, instalado en una especie de showman permanente, gusta de provocar polémica a diestra y siniestra.
Quizá lo más relevante sea atestiguar cómo los participantes en el foro profundizan sus posiciones al respecto de la globalización con cada vez más mayor equidistancia respecto de la postura asumida por EU en la nueva Administración Trump.
En 2017, China (hace dos décadas nadie apostaría que se convertiría en el paladín del libre comercio y la globalización) salió de
l armario abanderando el liberalismo económico, la mayor paradoja de los nuevos tiempos.
En la edición de Davos de este año, el alineamiento es más que claro: es Trump contra el mundo, contra todo lo establecido y los arquetipos herencia de la posguerra mundial y de la Guerra Fría.
Es el contraste más chocante entre lo negro y lo blanco, la defensa de la globalización contra el resquemor proteccionista; los valores del liberalismo confrontados con el chovinismo recalcitrante de cuyo néctar beben los populismos ventajosamente.
Será por ello que llevaban días y horas calentando la llegada de Trump, esperando otro discurso payaso, rupturista y altisonante, empero el mandatario de EU se mostró mucho más conciliador que otras veces… para comenzar sorprendió a todos al dejar abierta la posibilidad de que su país negocie acuerdos comerciales “ya sea país por país, uno por uno, o bien con todo el grupo del TPP si hay el interés.”
A COLACIÓN
El mensaje ha sido interpretado como la primera señal de flaqueza, de cierta pérdida de músculo, dado que el inquilino de la Casa Blanca lleva largos meses mostrando su desprecio abierto por el multilateralismo y más de una vez, categórico, ha rechazado que EU siga en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership, por sus siglas en inglés).
Y ahora tampoco, según lo expresado en Davos, ve con malos ojos los acuerdos comerciales “siempre y cuando sean justos para todos” porque “el país está preparado para negociar acuerdos con mutuos beneficios bilaterales, eso incluye a los países del TPP”.
Trump dejó muy claro que EU no contribuirá a que sigan proliferando más prácticas comerciales ni económicas injustas que terminen distorsionando a la economía global como sucede con el robo de la propiedad intelectual, los subsidios industriales y las prácticas monopólicas.
No desaprovechó ni un segundo para presumir lo bien que va la economía americana desde su gestión: “El país está en la senda ganadora otra vez, el mercado accionario está boyante, un récord tras de otro, ha ganado 7 trillones de dólares desde mi elección”.
La macroeconomía se ha fortalecido, esgrimió orgulloso, como prueban los 2.4 millones de trabajos creados en los últimos meses y lo hará más según avizoró como resultado de la reforma fiscal.
Una reforma, que en los pasillos de Davos, fue alabada con insistencia por parte de los ceos de los corporativos de peso pesado, de hecho, hasta presionando para que los gobiernos de otros países también implementen una considerable rebaja en el Impuesto de Sociedades y den facilidades para la repatriación de capitales.
Apple, adelantó Trump, trasladará 245 billones de dólares de ganancias, los llevará de vuelta a América, una cantidad que aumentará hasta los 350 billones en cinco años.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales