Fruto de los tiempos, los quioscos españoles sufrirán dos nuevas bajas en su oferta de cabeceras: el histórico semanario Interviú, nacido en 1976, y el que fuera su hijo de información política, Tiempo, creado en 1982. El Grupo Zeta, editor de ambos, anunció ayer que dejará de publicarlos en breve ante “la imposibilidad de seguir sosteniendo durante más tiempo las importantes pérdidas generadas por ambas publicaciones en los últimos años”. El grupo añade en el mismo comunicado que dichas pérdidas han sido continuas y en los últimos cinco años ascenderían, entre ambas cabeceras, a siete millones de euros.
La caída de su difusión se situaría en el 65%, un 80% si se analiza la última década. Las medidas comportarán, según fuentes cercanas a las publicaciones, el despido de 25 trabajadores, ya la mínima expresión de unas redacciones para revistas de este tipo recortadas en años anteriores tras haberse externalizado la mayor parte de su producción.
Las ventas de Tiempo rondaban hasta ahora los 15.000 ejemplares, mientras que las de Interviú apenas sobrepasaban los 26.000. En el caso de esta última, muy lejos del millón de ejemplares que alcanzó en su número 16, de septiembre de 1976, cuando apareció en portada el ya mítico y simbólico desnudo de Marisol, icono de una época tras ser niña prodigio del tardofranquismo.
Interviú, que había nacido apenas cuatro meses antes, el 22 de mayo, arrasó por ofrecer mujeres en toples y luego desnudos integrales, bien a partir de posados o de fotos robadas. Victoria Abril, Lola Flores, Concha Velasco, Ana Obregón, Marta Sánchez, Anne Igartiburu o Belén Esteban fueron algunas de las múltiples protagonistas a lo largo de los años, de toda condición, de esas portadas, una impronta que se ha mantenido hasta el final —en mayo de 2016, en el especial del 40º aniversario, apareció Chenoa—. La popularidad fue tal que, desde 1998, se creó el concurso Chica Interviú, con modelos no profesionales. Con los años, también aparecieron hombres desnudos, como Jesús Vázquez, que en junio de 2010 se convirtió en el primero en llegar a la portada.
Paradojas de la vida, el destape físico ocultó una virtud aún mayor de la cabecera, el destape informativo. Aparecida apenas seis meses después de la muerte de Franco, con una incipiente democracia y sin competencia de los medios audiovisuales, la cabecera se distinguió desde el primer día por ofrecer reportajes de investigación sobre cuestiones políticas y sociales de gran calibre, muchos vinculados a las tramas de extrema derecha (donde brilló especialmente el periodista Xavier Vinader), el crimen de los Urquijo, el caso GAL, los niños robados del franquismo o los primeros escándalos bancarios. Ello conllevó que en diversas ocasiones fuese retirada de los quioscos por orden judicial.
La revista sería, junto con El Periódico de Cataluña aparecido en 1978, el proyecto sobre el que el editor Antonio Asensio Pizarro (1947-2001) fundaría el Grupo Zeta, por lo que sentía especial cariño por ella. Tanto es así que llegó a presidir sus consejos de redacción, un director a la sombra junto a su primer titular, Antonio Álvarez Solís. Por ello la dotó con un extraordinario elenco de colaboradores, de amplio espectro político, entre los que figuraban Manuel Vázquez Montalbán, Perich, Paco Umbral, Emilio Romero, Antonio Rubio o Rafael Chirbes, entre otros muchos.
La cabecera navegó desde sus inicios a velocidad de crucero de hasta los 600.000 ejemplares semanales, que casi la llevó a morir de éxito: rechazaba publicidad porque imprimir más páginas para encajarla le hacían perder dinero, como le ocurrió a la norteamericana Life. Así se mantuvo hasta mediados de los años ochenta, cuando el panorama comunicativo español ofrecía ya más competencia y el periodismo de denuncia no era tan arriesgado. Se intentó entonces un cambio de modelo hacia una revista más de articulismo, a imagen de Paris Match, que facilitó la llegada de firmas como Camilo José Cela. Pero el cambio de modelo no cuajó y fue descendiendo desde los 350.000 ejemplares, proceso que ya no se detendría.
En otro gran acierto comunicativo, Interviú se convirtió en canguro de otras publicaciones, dando cobijo en sus páginas a suplementos como Lib, Sal y Pimienta o Tiempo que, una vez maduros, soltaba para que iniciaran su trayectoria como cabeceras independientes. Esta última, apéndice de información política, fue lanzada en mayo de 1982, con Julián Lago como primer director. Su web también será cerrada, pero no así, por ahora, la de Interviú, que los responsables del Grupo Zeta, quizá conscientes de su papel en la historia del periodismo español, dejarán abierta como fondo documental.
Fuente: El País