Quizás algún amigo o familiar te haya dicho que se despierta justo antes de que suene el despertador. O puede que incluso te haya pasado a ti, como si existiese alguna especie de temporizador interno que te avisase de cuánto tiempo llevas durmiendo. ¿Es así? ¿Somos capaces de contar, de forma inconsciente, mientras dormimos, las horas que pasan?
Lo cierto es que no, como explica el doctor Eduard Estivill, especialista europeo en Medicina del Sueño y neurofisiólogo y pediatra de la Clínica del Sueño Estivill. «Si ocurre, se debe básicamente a que esa persona ha estado acostumbrada durante muchos años a despertarse a una hora determinada», señala.
Hay un grupo de células en el cerebro que constituyen el reloj biológico. «Este se va autoprogramando para despertarse, más o menos, a esa hora, pero no aconsejamos a nadie que se fíe de su cerebro para despertarse, sobre todo si tiene algún compromiso al día siguiente», añade Estivill.
Dicho reloj interno lo constituyen las células que forman el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. «Es el que regula que tengamos sueño durante la noche y vigilia durante el día. Pero este reloj no puede despertarnos a una hora, no podemos manipularlo como un despertador», indica.
Con lo cual, una persona no puede calcular el tiempo que lleva dormido. «En absoluto. El cerebro, cuando duerme, desconecta de todas las actividades de vigilia. Simplemente, va durmiendo hasta que ha cumplido sus funciones de restauración», comenta.
Cuántas horas de sueño necesitamos
La función del sueño es hacer de «taller de reparación». Lo que hace es «reparar y restaurar el organismo, el sistema inmunitario y el sistema endocrino, mediante neurotransmisores y distintas reacciones químicas», asegura el experto. Además, también sirve para regular el estado de ánimo, el apetito y la libido, para asentar la memoria y el aprendizaje.
¿Y cómo funciona el sueño? Estivill lo describe como «bajar peldaños de una escalera». En primer lugar, entramos en una fase de sueño superficial que dura unos 20 minutos. Después, se entra en un periodo en el que comienza la desconexión del entorno para facilitar la entrada en la siguiente fase, cuando el bloqueo sensorial se incrementa y se reduce el tono muscular.
A continuación, llega el sueño profundo, la más esencial para la recuperación y reparación del organismo, que suele alargarse durante una hora. Posteriormente entramos en la fase REM (del inglés Rapid Eye Movement, porque movemos los globos oculares), durante una media hora. «El conjunto de estas fases se organiza de forma cíclica. Cada ciclo puede durar entre 90 y 120 minutos, por lo que, si dormimos ocho horas, pasaremos por cuatro ciclos», explica.
«Normalmente, el cerebro empieza la fase de despertar cuando realmente ha dormido lo necesario», señala, por lo que la mejor manera de dormir es dejar que el cerebro despierte cuando haya terminado el descanso. Así, un niño, para reponer y restaurar todo lo que ha gastado durante el día, necesita como mínimo 11 horas. Un adolescente duerme nueve horas, un adulto necesita unas ocho y a partir de los 70 años, con seis o siete horas tiene suficiente. «Pero el cerebro realmente se despierta solo cuando ya no necesita más. Nadie puede dormir 15 horas seguidas 15 días seguidos, porque con menos horas el cerebro ya hace la función de reparación», añade.
Sin embargo, la vida moderna no permite, en muchos casos, dormir todo lo que el cerebro necesita para descansar, y recurrimos a las alarmas y despertadores. «Cuando el despertar no se produce de forma natural, lo que hacemos es interrumpir el proceso. Por eso hoy en día vamos todos cortos de sueño», indica Estivill. «Si durmiéramos cada día las horas correctas, nos despertaríamos solos después de unas ocho horas».
Por eso, al no dormir lo suficiente de forma continuada, también puede ocurrir que ni siquiera oigamos el despertador. «Si una persona duerme cada día tres horas, por ejemplo, tiene muchas posibilidades de que le cueste mucho oír la alarma». Sin embargo, Estivill apunta que no es tanto por estar muy cansados como por la función tan vital que cumple el sueño. «El cerebro necesita dormir, y por ello puede no oír señales externas o que le avisen».
Aunque la cantidad de horas de sueño que necesita una persona puede variar de unos a otros, lo que el doctor deja claro es que el sueño no se recupera, sino que se pierde. «No vale aquello de dormir cinco horas de lunes a viernes para recuperar el fin de semana».
En España, además, dormimos siete horas, casi una hora menos que la media europea. «Tenemos unos horarios completamente anacrónicos con respecto a nuestra biología», comenta Estivill.
«Países como Portugal e Italia, que están prácticamente en la misma zona, tienen horarios más sensatos. Y ya no te digo países como Inglaterra o Alemania, donde la sociedad se ha organizado para que, a las 6 de la tarde, la familia pueda estar junta, y puedan dormir las ocho horas correctas».
Fuente: El País