La ola de acusaciones sobre abusos sexuales que sacudió a Hollywood ya traspasó fronteras. Ahora la escritora canadiense Margaret Atwood, quien el año pasado era una de las favoritas para ganar el Nobel de Literatura calificó al movimiento #MeToo como “un síntoma de un sistema legal roto”.
“Con demasiada frecuencia, las mujeres y otros denunciantes de abuso sexual no pudieron obtener una audiencia imparcial a través de las instituciones, incluidas las estructuras corporativas, por lo que utilizaron una nueva herramienta: Internet”, escribió en el artículo ¿Soy una mala feminista? publicado en el diario The Global and Mail.
La autora de El cuento de la criada, novela en la que aborda temas como el fanatismo religioso, la nulidad de los derechos de la mujer, la persecución de homosexuales o la gestación subrogada y que ha sido adaptada a serie ganando un Emmy como Mejor drama, afirma que las mujeres son seres humanos lo que implica que tengan comportamientos “santos” y demoniacos”, incluyendo los criminales. “No son ángeles incapaces de hacer maldades. Si lo fueran, no necesitaríamos un sistema legal”.
Reiteró que “para tener derechos civiles y humanos para las mujeres, deben existir derechos civiles y humanos, punto, incluido el derecho a la justicia fundamental”.
Atwood, quien se identifica como feminista, recordó en el artículo publicado el pasado sábado el caso de Steven Galloway, profesor de la Universidad de la Columbia Británica acusado de abuso sexual, el cual padeció una “cacería de brujas”.
“Hace varios años la universidad hizo pública (la acusación) en los medios nacionales antes de que hubiera una investigación, e incluso antes de que el acusado pudiera conocer los detalles de la acusación. Antes de que pudiera encontrarlos, tenía que firmar un acuerdo de confidencialidad. El público, incluyéndome a mí, se quedó con la impresión de que este hombre era un violador en serie. Pero tras una investigación que duró meses, con múltiples testigos y entrevistas, el juez dijo que no hubo agresión sexual. El empleado fue despedido de todos modos”.
Teniendo en cuenta este episodio, la novelista canadiense describe en la publicación que en la actualidad hay tres tipos de “brujas”: “1) Llamar a alguien bruja, como se aplicó a Hillary Clinton en las recientes elecciones. 2) Cacería de brujas, implica que alguien está buscando algo que no existe y 3) La estructura de los juicios de brujería de Salem, en la cual fuiste culpable porque te acusaron”.
La escritora recurrió a la historia para llamar la atención sobre los riesgos que conlleva imponer una condena sin juicio. “Recuerda a la Revolución francesa, las purgas del estalinismo en la antigua URSS, la dictadura de los generales en Argentina… La condena sin un proceso judicial es el primer paso hacia la ausencia de justicia”.
Finalmente, escribió que “una guerra entre mujeres, a diferencia de una guerra contra las mujeres, siempre es agradable para quienes no desean a las mujeres. Este es un momento muy importante. Espero que no se desperdicie”.
Fuente: La Razón