De memoria
Carlos Ferreyra
Los viejos, cuando yo era joven o sea, quienes vieron su primera luz el Cuaternario, se hacían escuchar por los menores que, a su vez, los oían con unción en la plena seguridad de que era la palabra de Dios, la suma de conocimientos ancestrales.
El consejo cotidiano, insistente, recomendaba jamás discutir de política.. y mucho menos de religión. Acertadas ambas ideas, lo estamos viendo con este basurero en que convirtieron las precampañas, las militancia y las teorías de sociedad y buen gobierno
Válido tanto para el porquerillero nacional como para la triste y frustránea gira del mandamás católico en tierras chilenas donde se hace notar que las multitudes de anterior visita de otro vicario de Cristo, reunió multitudes casi incontrolables. Hoy, en orden total, los chilenos ven pasar la comitiva.
Hay razones. Un centenar de ensotanados han sido señalados y acusados por su intensa actividad violando niños ante la indiferencia de las jerarquías locales. Este era uno de los mensajes y de los compromisos que esperaban de un Papa que habla mucho, muy fuerte, pero que visto a la distancia su única labor verdadera fue defender los billetes vaticanos.
Dos ocasiones sobrevoló México, país al que criticó en forma acerba y podría decirse que injusta. Nación de asesinos y la recomendación a su país, Argentina, de no mexicanizarse en el sentido criminal y del comercio de drogas.
Pero fue suficiente advertir que el listo de Norberto Rivera estaba al cuidado de los dineros guadalupanos, para que de inmediato se apersonara en el país, se declarara adorador de la virgen morena y la visitara. Después le dio cuello (así dice Lozano, el portavoz de Meade) y lo mandó a una jubilación teórica porque el cardenal sin serlo sigue fungiendo como tal.
El mencionado no fue el único tropiezo de Francisco, como ahora se nombra. Hubo notorias expresiones de repudio a su mensaje confuso en el que evadía toda mención directa a la pederastia. Los indígenas mapuches, seguramente la etnia más numerosa en Chile, mostró su dolor y sus reclamos por un visitante ajeno, insensible a sus problemas.
Advertido de no celebrar misa en el aeródromo de Maquehue donde había un centro de tortura pinochetista, la infalibilidad papal se impuso a la sensibilidad social. Con leve referencia a las victimas recalcó que en ese lugar “tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos”. Y la misa se celebró y no hubo crímenes sino simples violaciones a derechos humanos.
Lo que abundaron fueron las condenas a la violencia ejercida por los indios mapuches en sus reclamaciones ancestrales por la devolución de sus tierras, hoy en poder de empresas extranjeras y capitales nacionales que, ellos si, pueden aplicar medidas contra la etnia sin recibir castigo o advertencias.
Los inconformes quemaron tres iglesias católicas, una de otra vocación cristiana y tres helicópteros propiedad de las empresas explotadoras de los bosques.
En su mensaje, Francisco advirtió a mapuches, rapanui y otros, que no se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro. “La violencia llama a la violencia… la violencia termina volviendo mentira la causa más justa”.
Y en lo pareció una franca burla, en la misa celebrada sobre los restos de las víctimas de Pinochet, participó obispo Juan Barrios acusado de encubrir a sacerdotes abusivos y violadores. Entrevistado a su llegada dijo que tenía derecho a participar y que lo importante era escuchar el mensaje de Dios que llevó al país el jefe de la Iglesia católica.
Por si acaso, en Perú activaron medidas de seguridad que consideran 18 mil policías. Estará tres días en ese país donde lo único que esperan es que no aplauda la liberación de Fujimori ni justifique “cristianamente” sus crímenes.
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