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Aquellas elecciones… Carlos Ferreyra

Publicado por
José Cárdenas

Carlos Ferreyra

De memoria

 

 

…para la prensa extranjera no pasaba de un divertimento sexenal: unos cuantos desayunos con el presidente de la República en los que se hablaba del partido único, del candidato que sería el siguiente al bat, del discutible sistema democrático del país y de otras zarandajas que de pasada consideraban desarrollo social, perspectivas económicas… de seguridad nada. No había por qué hacerlo, todo estaba en paz.

Con el aspirante a sucesor también había reuniones, pero además en determinadas etapas se le acompañaba en las giras, en especial si había playas o se acercaba la comitiva a centros turísticos importantes, zonas arqueológicas y así. Entonces los honorables y siempre incorruptibles periodistas extranjeros aprovechaban para que la invitación se alargara y pasar un buen rato de solaz esparcimiento a costa del partido único o de los gobiernos estatales.

Sobre la competencia, la oposición, ningún caso y cuando era conveniente por razones hasta de imagen de los medios extranjeros que “no podían ser parciales”, se celebraba un desayuno en cualquier hotel del centro de la capital y allí se le escuchaba. Obvio, las perspectivas electorales, la imposición del prácticamente candidato único y las trampas del poder; la compra de voluntades, la movilización de masas por conductos de organismos como los Sectores Campesino, Obrero y Popular, tres apéndices del PRI.

Llamaba mucho la atención de los periodistas extranjeros el fervor patriótico de los que acudían a los mítines, se encaramaban a los monumentos, árboles y cualquiera otra parte desde donde disfrutar del paso del futuro tlatoani. No había, necesariamente, refresco o tortas, el primer premio consistía en el día de asueto que se concedía a empresas, a oficinas públicas. Día feriado, pues.

También observaban sin entender la disciplina de quienes estaban allí, e incluso pasaban lista para constatar su presencia en el apoyo al candidato tricolor. Era necesario explicarles que la relación imponía la obligación de su presencia, condición para que no les fuese descontado el día en el empleo. En el sector público significaba un premio extra: uno o dos días de descanso.

No intentaban entender sólo lo aceptaban. Los usos y costumbres mexicanos les eran gratos, sin complicaciones que los obligaran a trabajar extra o a buscar vericuetos para obtener información. No. Todo les era entregado en carpetas cuidadosamente elaboradas que contenían los datos demográficos y económicos de los sitios que se visitarían en la campaña, así como los compromisos para resolver los considerados más urgentes problemas de la región.

Cabe destacar que la información de México era tan plana, tan  previsible y por eso poco atractiva, que los corresponsales brincaban de gusto cuando se enteraban de alguna desgracia masiva… al fin una nota.

Lo mismo la explosión de una pipa con la consecuente destrucción de decenas de fachadas y una docena de hospitalizados en la bajada de Santa Fe, que allí mismo el camión materialista sin frenos que arrolló a una veintena de niños de los cuales murieron casi todos; las explosiones de cohetes en la carretera a Puebla eran cotidianas con fotos horrorosas, de restos de cuerpos mutilados colgando de las ramas de los escaso árboles secos del antiguo lecho salado del lago.

Por esta simple razón los corresponsales acompañaban al aspirante en las etapas donde había algo más que discursos que muchos de ellos ni siquiera manejaban. Tanto así, que en sus agencias y en sus medios en general nunca anunciaban –todo nunca tiene excepciones—una gira de trabajo con el sucesor, sino pedían días de descanso. Y los aprovechaban.

Ignoro cómo se cubran hoy las desordenadas “pre” campañas. Los discursos repetitivos y de interés puramente local dudo que les den buena posición en las páginas de los diarios donde laboran. Y por eso entiendo que lo de hoy son las notas reveladoras de complicidades, de complotes y hasta de intervenciones rusas.

Los compadezco, aquellas giras tan ilustrativas y tan gratas…

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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José Cárdenas