Se ha iniciado el ejercicio político más importante del sexenio: la sucesión presidencial. Todo el sistema se convulsiona con las posibilidades y las conveniencias.
Los institutos políticos han comenzado temprano el manejo del tablero de ajedrez, moviendo piezas de todos los niveles preparando la jugada final. Hoy se juega con la sorpresa, el temor, el movimiento malintencionado de última hora, el amedrentamiento, la incertidumbre. También se juega con la novedad de las candidaturas independientes. Todo ello es el preludio de los festejos navideños.
México practica el ejercicio de la democracia desde hace más de 80 años. Hoy se permite el juego abierto de los partidos políticos y el sufragio libre y universal. Ese juego abierto a veces es perverso, pero se puede decir que es democracia. Cuando algún político intentó trasponer los umbrales de la reelección presidencial, se cruzó en su camino un dibujante con pistola y con sotana. De esa forma se le fue la silla en que se aposentaba y también la silla presidencial.
La democracia es usada una, y otra vez, y una vez más, en todos los países del planeta, y con esa palabra justifican la racionalidad de su gobierno y su actuación. Todos los pueblos americanos, incluyendo Cuba, se autonombran demócratas. En la difícil Europa de estos años se habla de una democracia moderna. Rusia y quienes fueron sus satélites por décadas hoy practican la democracia, e igual ocurre en Asia, incluyendo a la multiploblada China. Varias naciones africanas se “democratizan”. Es palabra que viste, que sirve, que atrae inversiones, que, supuestamente, provee tranquilidad.
En el presente podemos hablar de democracia avanzada o plena como un logro en el mundo actual. México ha observado y cumplido con este libre juego, llegando a la modernidad en los sistemas selectivos y electorales, que por supuesto son perfectibles.
México, mi país, no merece convulsiones ni estrépitos. Fueron miles aquellos mexicanos que dejaron su sangre y su vida para lograr libertad y democracia. Y millones son los compatriotas que sueñan con gozar de un ambiente de paz. El camino es la paz, no los afanes económicos de gobernantes, ni la sangre derramada.
Lo interesante del sistema político nacional es la sucesión presidencial. Todas las fuerzas del país participan y buscan ubicar a sus mejores hombres. Son fuerzas políticas, económicas y sociales. Participan y buscan. Desembocarán finalmente en apoyo al candidato definitivo con la apoteosis denominada “la cargada”. Es una espiral que no tiene fin y en la que se vierten las pasiones humanas contenidas largo tiempo.
Los caminos de la historia no son infinitos, pero son diversos. Las perspectivas de la democracia en la mayor parte del mundo dependen de la búsqueda de nuevas soluciones, es decir, de la búsqueda de ajustes y sustitutivos. La rotación en los cargos públicos es un rasgo característico de la democracia. Es posible crear una democracia con disidencia y con crítica.
No me estoy adelantando demasiado. Ya los partidos políticos, los medios de comunicación, los oráculos y los pronosticadores han iniciado el rito. Desayunaderos y comederos serán escenarios interminables de profecías.
Tema largo, casi sin fin. No hay espacio suficiente para él. México entrará de lleno en el ejercicio político más importante del sexenio. Convulsión y compulsión. Sucesión presidencial. Oiremos, veremos, diremos.
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