Los chilenos le dieron este domingo un nuevo mandato al expresidente Sebastián Piñera en un rechazo al llamado de su rival electoral de construir sobre los cambios económicos y sociales impulsados por la actual mandataria Michelle Bachelet.
La victoria de Piñera, con una ventaja de nueve puntos porcentuales pese a que se pronosticaba una contienda muy apretada, es el más reciente giro a la derecha en América Latina que, hasta hace poco, era regida por varios izquierdistas que prometieron construir sociedades más igualitarias.
Piñera prometió el domingo gobernar a favor de todos los chilenos. “Chile necesita acuerdos más que enfrentamientos”, dijo después de reunirse con su rival, Alejandro Guillier.
Este, al felicitar a Piñera por lo que llamó una victoria “maciza”, le pidió a sus seguidores “aprender la lección” de la derrota dedicándose a escuchar mejor a los votantes, renovando el liderazgo de las facciones políticas y acercándose más a los movimientos sociales. Prometió actuar como una oposición constructiva para defender las reformas ya promovidas en el congreso. “Es una derrota electoral, pero no va a ser una derrota política si somos capaces de levantar nuestra fuerza y nuestras convicciones”, dijo.
El exmandatario y ahora presidente electo es un multimillonario de 68 años de edad que gobernó Chile de 2010 a 2014, tanto antecedido como sucedido por Bachelet. Piñera se movió más a la derecha durante la actual campaña, marcada por profundas divisiones.
Su victoria parecía inevitable en los primeros meses de la contienda, pero esta terminó siendo más reñida después de que Guillier, antiguo periodista y sociólogo por formación de 64 años que prometía construir sobre la agenda de reformas de Bachelet, avanzó al balotaje al quedar en segundo lugar el pasado 19 de noviembre.
La elección presidencial en Chile es la primera de varias que se realizarán en Latinoamérica y podrían cambiar el rumbo político de la región. Los votantes de México, Brasil, Colombia y Paraguay elegirán a sus futuros presidentes en 2018.
Gracias al pueblo chileno y a las millones de personas que nos entregaron su confianza. Pero esto no se acaba. Seguiremos adelante luchando por los derechos sociales. A estar tranquilos y con la frente en alto, ya que sin duda dimos todo por nuestros ideales. Millones de gracias!
Durante la contienda, muchos votantes chilenos expresaron insatisfacción con la política tradicional y describieron su elección como el menor de dos males.
“Falta una persona que entusiasme al país”, dijo Julio Salvat, profesor universitario. “Estamos votando por el menos malo, no el mejor. Nos encontramos en una disyuntiva que no debería ser”.
Julio Preusser, de 90 años e ingeniero, dijo estar de acuerdo y señaló que Piñera era el más aceptable.
“A Guillier le falta mucho recorrido politico”, dijo. “No sé cómo llegó hasta donde está. Piñera está mucho mejor preparado, lamentablemente. Es un señor que en el fondo lo necesitamos y él lo sabe. No me termina de gustar, pero es el mal menor”.
Algunos chilenos expresaron su preocupación de que las políticas de Piñera fueran a beneficiar solamente a los más acaudalados a costa de la clase media, que creció durante la era Bachelet, y de los pobres.
“La clase media siempre es la perjudicada y ganando él va a haber un proyecto económico pero para los que tienen recursos”, dijo Verónica Soto, enfermera de un hospital público. “Será un gobierno proempresa, absolutamente”.
Después de obtener un resultado menor al pronosticado por las encuestas en la primera vuelta, Piñera se acercó a la derecha extrema, con una base votante pequeña pero movida. José Antonio Kast, candidato conservador que ha defendido la dictadura de Pinochet, sumó alrededor del ocho por ciento del voto.
Piñera prometió detener la propuesta de ley del matrimonio igualitario que introdujo Bachelet en agosto pasado y dijo que mejorará las condiciones de los militares condenados por delitos de lesa humanidad.
Advirtió que Guillier empoderaría a la “izquierda extrema” y descarrilaría a la economía, que ha crecido de manera lenta y batalla ante caídas en el precio internacional del cobre, la principal exportación chilena.
Sin embargo, la izquierda todavía tiene fuerza en Chile. Los candidatos centrista y del izquierdista Frente Amplio –Guillier, con 22 por ciento, y la periodista Beatriz Sánchez, con 20 por ciento– sumaron el 42 por ciento del voto en la primera vuelta, aunque algunas facciones consideran que las reformas de Bachelet son demasiado tibias.
Pero “los votos del Frente Amplio no eran en apoyo de las reformas de Bachelet, sino en protesta contra la Nueva Mayoría y cómo las ha llevado a cabo”, dijo el politólogo Roberto Funk, de la Universidad de Chile.
El resultado parece marcar el fin de la carrera política de Bachelet, quien impulsó los derechos de las mujeres en casa y en el extranjero, así como reformas abarcadoras económicas y sociales.
Bajo el liderazgo de Bachelet, fueron aumentados los impuestos a grandes compañías para financiar con ello la educación universitaria de estudiantes de bajos recursos; se despenalizó el aborto en algunos casos; se fortalecieron los derechos sindicales, y un nuevo sistema electoral permitió que los partidos minoritarios y candidatos independientes tuvieran mayor representación en el congreso, así como que los chilenos que viven en el extranjero puedan participar en los comicios.
Bachelet también puso en marcha un proceso para reformar la Constitución de Chile de la era Pinochet y el sistema privado de pensiones.
Piñera acusó que tales medidas han espantado a los inversionistas potenciales, han empeorado la deuda pública y han llevado al declive de la economía chilena. Prometió revertir varios de esos cambios e impulsar la economía con reducciones a la burocracia, nuevos incentivos para los inversionistas y disminución de los impuestos a utilidades retenidas, así como un mayor gasto en proyectos de infraestructura.
Sin embargo, el gobierno de Piñera, que asumirá el cargo en marzo, enfrentará varios obstáculos en el congreso, pues su coalición no obtuvo la mayoría en las elecciones de noviembre.
Por primera vez desde el regreso a la democracia en 1990, dada la irrupción del Frente Amplio, la política no será dominada por las mismas coaliciones y la composición del congreso será más joven, más femenino y con mayor diversidad política.
Fuente: NYTimes