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Conflicto de Cataluña hace eco en los pasillos de una antigua prisión

Publicado por
Aletia Molina

Cataluña no es ajena a los enfrentamientos políticos. Las medidas de emergencia del gobierno español para parar el impulso independentista de la región solo son el conflicto más reciente que viven los catalanes.

Y si hay un sitio donde la arqueología de esos muchos conflictos puede revelarse es en las celdas de la Modelo, una prisión de un siglo de antigüedad en el corazón de Barcelona, la capital de Cataluña.

Las autoridades catalanas cerraron la prisión en junio, pero a medida que el conflicto político más reciente se intensificaba, han hecho énfasis en su historia.

Después de que los últimos prisioneros salieron de la Modelo, la cárcel fue sede de una exposición curada por Agustí Alcoberro, un historiador que además es uno de los principales líderes separatistas de Cataluña.

La muestra atrajo a más de 80.000 visitantes entre julio y finales de noviembre, fecha de su clausura. Sin embargo, también recibió serias críticas, en especial por su atención a prisioneros famosos que coinciden con la historia de separatismo y revueltas sociales de Cataluña, más que con otras narrativas.

“Globalmente, el relato es grotesco, tendencioso y lamentable”, escribió Francesc Valls, periodista de El País.

Alcoberro mismo estuvo en la Modelo cuando era un joven activista de 16 años en 1975, época en la cual ya se había unido a un grupo separatista clandestino. Fue liberado a finales de ese año, un mes después de la muerte del dictador español Francisco Franco y más tarde se benefició de la ley de amnistía política de 1977 en España.

“Cabe recordar que España es un país en el que ni Franco ni ningún otro líder político ha admitido alguna vez tener presos políticos”, dijo.

Dichas comparaciones han exasperado al gobierno español y a la mayoría de los principales partidos, que insisten en que los veinte políticos independentistas catalanes acusados de rebelión —algunos de los cuales se encuentran bajo custodia— están siendo procesados por violaciones a la Constitución española.

Mucho antes de que Carles Puigdemont y otros líderes separatistas buscaran la independencia de España en meses recientes, Cataluña ocupó un lugar central y a menudo turbulento en la política española.

Buena parte de su historia de agitación política dio lugar a las celdas de la Modelo, que había sido “el espejo de los conflictos sociales y políticos de Cataluña en el siglo XX”, comentó Joan B. Culla, historiador catalán.

Aunque varias generaciones de activistas y políticos fueron encarcelados por sus creencias, en ocasiones la Modelo también fue un lugar seguro que los protegía de la mayor violencia en el exterior, en especial durante la guerra civil española, comentó Culla.

El centro penitenciario se inauguró en 1904 en un terreno que entonces se encontraba en las afueras de Barcelona y se diseñó para ser justo eso: un centro modelo de detención preventiva. Cada uno de sus 800 prisioneros tendría su propia celda dentro de un edificio en forma de asterisco con un centro circular, que permitía a los guardias ver hasta el fondo de cada ala desde un puesto de vigilancia central.

Sin embargo, la rápida expansión acabó haciendo que la Modelo ocupara dos manzanas de un distrito residencial. A medida que la ciudad se convirtió en un semillero de conflictos políticos y laborales, la Modelo se atestó lo mismo de criminales violentos que de sindicalistas, anarquistas, comunistas e intelectuales revolucionarios.

Durante la guerra civil de la década de los treinta, la Modelo recibió más de 13.000 reos. Muchos apoyaron el golpe militar de 1936 de Franco, que fracasó en Barcelona y Madrid, aun cuando los soldados de Franco avanzaron con rapidez en otras partes de España.

Cuando Franco ganó la guerra, tres años más tarde, algunos de sus seguidores en la Modelo se convirtieron en figuras importantes de su régimen.

Entre ellos se encontraba Santiago Udina Martorell, un político que ayudó a supervisar el desarrollo económico de Barcelona en la década de los sesenta.

Otro político de derecha, Josep María de Porcioles, también estuvo detenido en la Modelo antes de la guerra. Después se volvió el alcalde que ocupó el cargo por el mayor tiempo durante la dictadura de Franco.

Franco, por su parte, volvió a llenar la Modelo con sus propios opositores políticos, así como con homosexuales y algunos artistas cuya obra contravenía el dogma católico de su régimen.

En un curioso giro, el capellán mismo de la prisión comisionó a Helios Gómez Rodríguez, un pintor anarquista y poeta, para que convirtiera su celda en una capilla, con un fresco de una Virgen gitana rodeada de ángeles negros (la mayor parte del fresco se tapó con cal posteriormente).

Salvador Puig Antich, el último activista político ejecutado por el régimen de Franco en marzo de 1974, ocupó la celda número 443. Murió mediante garrote vil en el cuarto donde hacían entregas a la prisión.

Tan pronto como Franco murió, la Modelo se volvió indigna de una nueva España, un símbolo indeseado de un sistema carcelario atestado e insalubre que la democracia española restaurada prometió reparar.

Adolfo Suárez, quien en aquella época era el presidente del gobierno de España, propuso cerrar la prisión en 1977, dos años después de la muerte de Franco. Para entonces, la Modelo se había convertido en escenario de levantamientos importantes, exacerbados por el abuso generalizado de heroína entre los reos.

Sin embargo, tendrían que pasar otros cuarenta años para que se cumplieran las promesas de cerrar la Modelo. En junio, las autoridades catalanas transfirieron a los últimos reos a otras penitenciarías.

El próximo mes se ha establecido que el gobierno de la ciudad de Barcelona tome el control de las instalaciones. Se han asignado casi 5 millones de euros para transformar a la Modelo en unidades de vivienda, así como para hacer un parque público y un monumento histórico.

El proyecto podría tomar años… y quizá suscite una nueva ola de controversia.

Joan Queralt, profesor de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona, dijo que esperaba que el monumento se diseñe como “un museo que denuncie el tipo de prisiones que hemos mantenido en operación durante mucho tiempo, marcadas por la pobreza y la violencia, más que únicamente por la resistencia política catalana”.

Por ahora, el cierre de la Modelo requiere la reubicación de unos 550 miembros del personal.

En una galería de uno de los pisos superiores, un grupo de trabajadores de limpieza en su pausa matutina decían estar preocupados por no poder encontrar otro trabajo porque no forman parte de la plantilla fija y tuvieron sus contratos a través de un proveedor de servicios.

Desde que los últimos presos se fueron en junio, una decena de limpiadores han estado barriendo celdas vacías, lo cual significa “menos trabajo, pero también menos satisfacción”, comentó Shirley Chávez, limpiadora.

“Tal vez suene extraño, pero me sentía más útil cuando algunas veces limpiaba sangre y vómito”, reveló.

Fuente: TNYTimes

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Aletia Molina

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