Miles de catalanes tomaron este jueves las calles de Bruselas para pedir que la Unión Europea (UE) presione al gobierno de Madrid y sean liberados los exdirigentes independentistas detenidos por la organización de un referéndum separatista ilegal, el pasado 1 de octubre.
Las calles de Bruselas se tiñeron hoy de amarillo con una concentración multitudinaria por la independencia de Cataluña que superó las expectativas de asistentes, 45.000 según la Policía, llegados en avión, tren, autobús o vehículo privado, que colapsaron el barrio europeo de la capital belga.
Con el lema «Wake Up Europe» (Despierta Europa), el objetivo principal de la marcha, que comenzó pasadas las 11.30 horas, fue que la voz del independentismo se escuche en las instituciones europeas.
Desde primera hora de la mañana las calles de la ciudad, también fuera del perímetro del barrio europeo, se llenaron de banderas «estelades» (independentistas) y lazos amarillos, convertidos en símbolo de protesta por las detenciones de miembros del Gobierno de la Generalitat.
Símbolos que dieron color a un día típico bruselense, gris, frío y lluvioso, que no impidió a los asistentes concentrarse en un ambiente festivo, entre música y cantos como la «Oda a la Alegría» de Beethoven, himno europeo.
Aunque Bruselas es escenario de concentraciones casi diarias, la ciudad no recuerda una manifestación tan multitudinaria de temática no belga, dijo a Efe un policía.
Los tranvías y el metro estaban inusualmente colapsados desde primera hora, y muchos, ante los cortes de tráfico, acudieron a pie al Parque del Cincuentenario, punto de partida de la marcha.
Allí estaban Marta Rovira y Gabriel Rufián (ERC), Artur Mas, Carles Puigdemont y los cuatro exconsejeros cesados que le acompañan en Bruselas; todos ellos recibieron un baño de masas, especialmente Mas y Puigdemont, lo que les obligó a realizar la marcha por otro camino alternativo.
Ataviado con una bufanda amarilla, Puigdemont caminó a gran velocidad desde la Comisión Europea (CE) hasta la plaza Jean Rey, punto final de la manifestación, acompañado de un equipo de seguridad, pero eso no disuadió a muchos asistentes a acercarse a él para hacerse fotografías y mostrarle apoyo, al grito de «President», uno de los más escuchados en la marcha.
Más allá de los 200 autocares y cinco vuelos charters contratados por los organizadores, ANC y Òmnium Cultural, mucha gente se desplazó en vuelos regulares, vehículo privado y tren, algunos para disfrutar del «puente» y muchos otros solo para unas horas, dado que las plazas hoteleras para estos días en Bruselas están prácticamente agotadas, según el organismo turístico Visit Brussels.
La manifestación es también balón de oxígeno para la malograda hostelería belga, que se recupera aún de la caída libre provocada por el terrorismo, con una ocupación histórica en estas fechas y con casi la totalidad de sus 18.000 plazas ocupadas.
Tampoco en la plataforma Airbnb queda ni un solo apartamento para esta noche por menos de 400 euros en Bruselas y alrededores, algo que ha suscitado el intercambio privado, ofrecido por los flamencos simpatizantes de la causa que alojarán a unos 2.000 participantes.
Josep y Gemma, dos trabajadores de la Diputación de Barcelona, ya tenían planeado venir en este «puente» a Bruselas, y se han sumado a la marcha; otros, como Bea, viven ya en la capital belga y han asistido por solidaridad con quienes han hecho hasta 20 horas de carretera.
De camino a la capital belga, Roser tejió su propia bufanda en el coche, según una imagen que colgó en las redes sociales, repletas de comentarios y fotografías de la concentración.
En el centro de Bruselas, algunos comerciantes vieron sorprendidos cómo se les agotaban las prendas de este color tan demandado por los manifestantes, de todas las edades, incluidas muchas familias que acudieron con niños e incluso con sus mascotas.
El apoyo a la manifestación en las calles no impidió a un grupo de catalanes no independentistas salir al balcón de su vivienda con banderas españolas y cargar contra Puigdemont y sus seguidores, a lo que algunos manifestantes respondieron con gritos de «fascistas».
Bruselas se llenó ya de catalanes anoche, con un acto en la Grand-Place, una primera concentración espontánea que sirvió de punto de encuentro para los primeros en llegar, teñida por el tradicional espectáculo de luces y sonido de la época navideña.
En paralelo a la manifestación, se celebran «castellers», recitales de poesía y otros actos culturales que culminarán la jornada catalana en Bruselas.
Fuente: Crónica