Las fases de expansión dentro de los ciclos económicos han promediado una duración de cinco años, desde los años ochenta. La fase de expansión actual lleva ocho años. Por su parte, los mercados financieros también llevan una racha alcista “anormal”, a la luz de lo que ha ocurrido en los últimos casi cuarenta años. El índice bursátil S&P500 de Estados Unidos actualmente lleva 105 meses con tendencia primaria positiva y un crecimiento en el valor de mercado de 250 por ciento, mientras que las dos rachas anteriores que observaron tendencia primaria positiva tuvieron una duración de 58 meses -con un incremento de 191 por ciento-, de 1994 a 1999 y de 56 meses –con un incremento de 83 por ciento-, de 2003 a 2007. Casi por simple estadística deberíamos de estar pronosticando una crisis, una recesión o al menos una fase de contracción. Asimismo, podemos brindar apoyo fundamental a este simple argumento estadístico si tomamos en cuenta que las políticas monetarias ultra-laxas que los bancos centrales de las principales economías del mundo instrumentaron están siendo retiradas o a punto de ser eliminadas (dependiendo del banco central) y los riesgos geopolíticos –siempre presentes-, ahora se han escalado en países desarrollados (e.g. Trump, Brexit).
No obstante lo anterior, considero que hay un factor clave que está provocando que se extienda la fase de expansión del ciclo económico actual por arriba del promedio de duración de las últimas cuatro décadas: El cambio tecnológico. Éste siempre ha existido desde que el homo sapiens merodea en nuestro planeta, pero se daba cada mil años, luego cada doscientos, luego cien años y poco a poco éste ha ido ocurriendo con mayor frecuencia, particularmente desde la revolución industrial del siglo XVIII. En este sentido, los márgenes de las empresas han continuado su expansión y los buenos números de utilidad han propiciado que los múltiplos precio-utilidad no crezcan tanto, a pesar del fuerte crecimiento en los precios de las emisoras y a nivel macroeconómico, no hemos estado en mejor momento económico desde 1980. Hoy por hoy, sólo cuatro economías de las que forman parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) se encuentran en recesión y el staff de este organismo multilateral lleva dos revisiones de sus pronósticos de PIB global al alza este año. El mundo está creciendo a su mejor nivel desde la crisis económico-financiera global de 2008-2009 y además de manera sincronizada.
En mi opinión existen cinco condiciones para que esta fase de expansión continúe: (1) Gradualidad en la instrumentación del ciclo monetario restrictivo. Esto ha probado ser hasta ahora un enfoque muy eficiente para poder normalizar la política monetaria. No obstante lo anterior, esto ha sido posible por los bajos niveles de inflación que se han observado en países desarrollados; (2) en la medida que la inflación continúe siendo baja o las presiones inflacionarias se vayan gestando de manera gradual, esto permitirá a los bancos centrales poder instrumentar el punto (1), es muy probable que el cambio tecnológico acelerado pueda ayudar a que esto suceda. Sin embargo, la muy probable aprobación de un recorte de impuestos en Estados Unidos podría poner presión a los salarios y a su vez a la inflación, sobre todo que ocurriría en un momento en el que la economía de EU se encuentra en pleno empleo; (3) China continúe su transformación de ser una economía orientada a la inversión y exportación de manufacturas hacia el consumo interno sin una crisis fuerte. Me refiero particularmente a que se vaya moderando el crecimiento del crédito y de las tasas de morosidad, debido a que gran parte del crecimiento del consumo interno ha sido impulsado con financiamiento y sabemos que esto no es sostenible en el largo plazo; (4) es altamente relevante que los riesgos geopolíticos continúen contenidos, tanto por el lado de las instituciones, como de los mercados financieros. Así, se mitiga la probabilidad de políticas extremas que puedan desestabilizar la macroeconomía; y (5) que el cambio tecnológico continúe eficientizando la producción de bienes y servicios y mejorando la calidad de vida del ser humano, eliminando empleos de manera moderada y generando nuevos. Considero que esta condición es de las más complicada de cumplir, pero muy necesaria para no generar burbujas en el mercado accionario y a su vez, que no se desacelere la creación de empleos. En resumen, considero que por el momento no existen elementos para pronosticar una crisis, recesión o contracción económica, pero sin duda estaremos pendientes, sobre todo de los cinco riesgos que mencioné a lo largo de esta columna.
*El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional del Estudios Económicos del IMEF.
Twitter: @G_Casillas