No tenemos wifi. Hablen entre ustedes. Esta frase, que aparece en forma de broma en carteles de muchos cafés de la ciudad, podría resultar cada vez más real y menos humorística para obligar a sus clientes a levantar la mirada de las pantallas de sus teléfonos celulares y dirigir la palabra a quienes tienen enfrente.
Cada vez es más común ver en restaurantes, bares y hasta en cines a personas absortas en sus teléfonos o tabletas, o que interactuan con sus amigos y familiares durante horas, pero sólo mediante las redes sociales o las aplicaciones de mensajería instantánea.
Este fenómeno llevó al siquiatra Gustavo Martos Alvidrez, especialista de los Servicios de Atención Psiquiátrica (SAP) de la Secretaría de Salud (Ssa), a estudiar la llamada nomofobia, es decir, el miedo de muchas personas a estar lejos de sus teléfonos celulares.
Derivado de la frase en inglés no mobile phone, la nomofobia puede incluso generar en los pacientes algunos síntomas parecidos a los que sufre un consumidor de sustancias adictivas, como el craving o deseo intenso de tener una nueva dosis.
De acuerdo con un estudio realizado por un centro de trastornos de ansiedad en Buenos Aires, existe un uso excesivo de dispositivos electrónicos en la población que va de los 18 a 25 años de edad, y entre 60 y 80 por ciento de dichos usuarios presenta una dependencia al uso de teléfonos celulares.
Martos explicó que en estos casos, la ansiedad del nomofóbico es una respuesta de anticipación involuntaria que presenta el organismo frente a diferentes estímulos, ya sean internos o externos, y que se acompañan de tensión corporal.
En lo que respecta a las nuevas tecnologías, los niños y adolescentes son una población extremadamente vulnerable para generar dependencia a ellas, por lo que es primordial la supervisión adecuada de los padres y así prevenir una futura adicción a las mismas.
Por tal razón, Martos Alvidrez hizo un llamado para evitar que menores de dos años de edad estén en contacto con dispositivos móviles. En el sector que va de los 2 a 12 años de edad, se debe proporcionar un tiempo restringido de 15 a 45 minutos y después de los 12 años de edad se puede prolongar de una hora hasta los 90 minutos, pero siempre con la vigilancia de los padres.
El siquiatra comentó que el tratamiento que se le administra a un paciente con estas características es farmacológico, mediante ansiolíticos o antidepresivos si es necesario, o bien, mediante terapias conductivo-conductuales o sicoanalíticas.
Asimismo, llamó a imponer tiempos máximos para ocupar los medios electrónicos, pues es un hábito que se puede convertir en algo negativo y afectar la salud.