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El nuevo periodismo… Por Carlos Ferreya

Publicado por
José Cárdenas

Por Carlos Ferreya

 

… ha nacido de quienes no son periodistas pero que al tiempo y a través de su insistencia hoy acaparan internet, los diarios y todas las posibles fuentes de información.

Casi ninguno de los opinadores exitosos ha sido periodista: se encuentra al final de su vida profesional como barrendero, licenciado en cualquier especialidad, filósofo o la mejor definición, politólogo.

Profesión la última de uso extendido en las páginas de opinión de los diarios, pero que nadie sabe dónde se estudia, cuántos semestres lleva la carrera y cuántos son los egresados, a la fecha, de tal extendida especialidad.

Las barrabasadas que se publican en las luminosas pantallitas de las computadoras cada día llaman menos la atención, aunque suelen provocar entripados y desajustes emocionales a quienes no estamos preparados para enfrentar tales despropósitos.

Muchos, por cierto, sencillamente gramaticales. La increíble incapacidad de la gente para entender una palabra y su uso generalizado cambiando el sentido de la expresión. ¡Horror de horrores!

Pero no son éstos los más dañinos, sino los que en periódicos impresos, radiales o televisivos sientan doctrina y nos enseñan que la vida no es como la vemos, sino como ellos la interpretan. A veces coinciden con el mundo de percepciones oficial y en mayoría lo repudian, aunque sea por pose.

Hay reglas inconmutables en la propalación de informes. Una de ellas, nunca reproducir una conversación textual –según el difundidor, difusor, si prefieren—como si se hubiese presenciado personalmente. Especialmente si al inicio del escrito se dice con todo descaro que sucedió durante una entrevista entre fulano y mengano. Y nadie más.

Vamos a referirnos a un caso que ilustra el comentario anterior. Tengo buena opinión del abogado José Elías Romero Apis a quien no conozco pero hoy me llama la atención su cuento del destape de Adolfo López Mateos, revelando intimidades de Adolfo Ruiz Cortines, sus pláticas con actores políticos, sus conclusiones, y las frases que lo hicieron famoso como sabio de la política a la mexicana.

Sin duda es buena aportación para la historia ficticia de la grilla nacional. Pero no va más allá de entretenimiento y como tal debe asumirse. El abogado no pudo estar presente en las charlas de Ruiz Cortines con sus colaboradores y el mandatario nunca hubiese permitido que atestiguaran su maniobrerío en favor de tal o cual suspirante.

Es un buen texto, recomendable a condición de que no se tome demasiado en serio sino como indicio de lo que es posible que pase en los pasillos del poder.

Las páginas de los periódicos impresos, lo vemos a diario, están repletas por firmas de académicos que usan teorías de gabinete para explicar lo que sucede en México. Y de lo que va a pasar asumiendo la expresión política: esto es así, y si la realidad no coincide, pues mal para esa realidad.

La opinocracia, como la mencionan entre ellos mismos, nunca esboza escenarios, describe situaciones presentadas como reales aún si son producto de la imaginación o de suposiciones al desglosar hechos de actualidad. Algo así, para entenderlo mejor, como las encuestas en las que justifican fallas y errores, porque se trata del momento en que se realizó. Y eso puede cambiar al siguiente instante.

La cuestión es que el análisis académico no da suficiente experiencia para entender lo que sucede al ras del suelo. Desarrollar teorías con visiones de sabios extranjeros puede ser elegante, pero absolutamente fallido.

Lo demuestran este sexenio los egresados de universidades extranjeras que desgobiernan sin entender que un simple viaje en Metro puede ser más ilustrativo que un centenar de páginas del más connotado científico social de extranjia.

Se registran así casos patéticos como senadores que ven seis mil pesos mensuales para llevar una vida estable y sana, gozar de vacaciones, adquirir vivienda y auto. O la señora que asegura que doce pesos diarios son suficientes para la sobrevivencia de una familia. Lo dice mientras se atiborra de viandas caras en comederos exclusivos de la Fondesa.

Ya habíamos sufrido los excesos verbales de Vicente Fox y sus ofertas de casa y vocho para todos, mientras planteaba la utilidad de aprender inglés para ejercer como jardineros en el norte.

Estas ofensas, porque eso son en contra de los mexicanos que, según las estadísticas oficiales, sufren hambre y llegan a la nada modesta cantidad de 60 millones de personas, no son tema para los analistas políticos de los medios.

Las torres académicas son demasiado altas para fijarse en las hormigas que se amontonan en los transportes públicos y usan cuatro horas diarias para ir y regresar del trabajo. Gastando casi la mitad de su salario… a veces más.

Ese es el nuevo periodismo, ajeno a los intereses de las mayorías que, finalmente, carecen de dinero para comprar periódicos y no tienen atractivo para los anunciantes. De plano no interesan.

carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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José Cárdenas