La sorpresa vino de otro lado. La publicación de los últimos papeles secretos sobre el asesinato de John F. Kennedy ha sacado a la luz un sórdido informe destinado a empañar el nombre de Martin Luther King. El escrito está fechado el 12 de marzo de 1968, tres semanas antes de la muerte a tiros del gran líder de los derechos civiles y premio Nobel de la Paz.
Aunque ahora es considerado uno de los grandes héroes de la historia de Estados Unidos, en su tiempo fue objetivo de un obsesivo seguimiento del FBI. Bajo los efectos de la Guerra Fría, la agencia veía en el reverendo King y su apuesta por la desobediencia civil, los derechos de los negros y su oposición a Vietnam, un elemento desestabilizador de primer orden. Fue bajo esta perspectiva desde la que se escribió el informe. De 20 paginas y elaborado a partir de fuentes anónimas, acusa a la organización cristiana de King, de ser una tapadera para desviar impuestos, repleta de comunistas.
También, como era habitual en la época en que el FBI estuvo al mando del tenebroso John Edgar Hoover, dedica un sustancioso espacio al relato de las supuestas andanzas sexuales de King. Orgías, contratación de prostitutas, atisbos de homosexualidad, “aberraciones y actos innaturales” desfilan sin pruebas por las páginas en un claro intento de enlodar al líder negro, al que se atribuye un florido árbol de amantes, entre ellas la cantante folk Joan Báez.
Todo este aguafuerte ha conducido a destacados especialistas a considerar el documento como un obús de Hoover contra alguien al que consideraba un peligro. “Se trataba solo de dañar su reputación”, afirmó anoche Clayborne Carson, profesor de Stanford y director de Instituto de Investigación Martin Luther King.
Un aspecto no aclarado por los Archivos Nacionales es por qué un informe sobre Martín Luther King figura en los documentos sobre el asesinato en 1963 de Kennedy. Una posibilidad es el propio deseo de las autoridades de ocultarlo a la luz pública debido a su capacidad para detonar protestas, especialmente después del crimen de King.
Fuente: El País