Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
No hace falta ponerse a buscar estadísticas para compartir la percepción de que cuando está a punto de terminar una administración pública la delincuencia crece considerablemente; pero en esta ocasión con una modalidad más o menos reciente, el robo de datos personales para, presumiblemente, preparar secuestros, saquear cuentas o despojar de sus pensiones del seguro social a personas incautas, en estos dos últimos casos, a nombre de BBVA Bancomer y Banorte Afore XXI, respectivamente.
La información que encontrará a continuación ha sido corroborada y no pretende culpar a las instituciones bancarias, aunque esperamos dejar suficientemente claro que estos delitos son cometidos por personas que tienen acceso en el presente, o en un momento reciente, a información de cuentahabientes y pensionados.
Primer caso:
De vacaciones en Chiapas, una persona recibe una llamada
– Buenas tardes señorita (y le dan su nombre completo y correcto) llamamos de atención a clientes de su tarjeta de débito Be uve a Bancomer. Los últimos cuatro dígitos de su tarjeta son estos (____). Nació en la Ciudad de Mérida pero radica en la Ciudad de México. ¿Hasta aquí todo es correcto?
– Sí, correcto.
– La razón de nuestra llamada es que en este buen fin se adquirió con su tarjeta de débito una pantalla de 32 pulgadas, con valor de 12 mil pesos, pero nos llamó la atención que la tienda se encuentra en una ciudad donde no tenemos previamente ninguna compra a su nombre. Si hasta aquí la información le parece correcta, ¿me permite un segundo para comunicarlo al área de atención a fraudes?
Durante unos segundos la víctima escucha exactamente la misma música y comerciales, la misma voz del locutor de siempre que ha llamado por su propia cuenta al banco.
Y luego:
– Muchas gracias por su tiempo de espera señorita García (Y le repiten todos los datos anteriores que confirman que conocen su identidad) Por razones de seguridad y para valorar la información, es cierto que su código postal es tal…
– Sí, pero…
– El número de reporte de la compra sospechosa es tal. Los cuatro primeros números en el plástico de su tarjeta son (___), – pero ahora le solicitan que complete los 12 números faltantes – .
– ¿Y después que otros datos va a necesitar?
– Por el momento el sistema solo me permite registrar ese dato y en cuanto se valide que corresponde al reporte, le comento con mucho gusto qué es lo que hace falta
En este momento la víctima se dio cuenta del intento de fraude.
– Te equivocaste de P… (le dice a su interlocutor, y cuelga.
Luego se comunica personalmente a su banco donde el verdadero ejecutivo de atención a clientes, confirma que, en efecto, se trata de un fraude recurrente.
Segundo caso:
Esta vez la víctima es una persona de 78 años. Le anuncian que le llaman de la Dirección de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación, que resultó ganador de 100 mil pesos y dos teléfonos con valor de 40 mil pesos. Que necesitan saber a qué dirección se los mandan y la CLABE de su cuenta para hacerle la transferencia.
Lo menos de lo que aquí se podrían enterar los maleantes es que en efecto la víctima posee una cuenta bancaria y es potencialmente un sujeto a extorsionar o secuestrar.
La persona se excusa diciendo que es de la tercera edad, que él no vive ahí, que se encuentra de paso y que le va a pasar el teléfono a alguien para que termine de responderle.
Segundos después escucha los gritos coléricos del familiar que se ha dado cuenta del engaño y reclama airada.
El colmo, durante varios días vuelven a llamarle para preguntarle qué ha pasado ¿por qué no reclamado su premio?
Tercer Caso
P Q y R son casos prácticamente idénticos, hace uno, dos o tres años recibieron llamadas de personas que se identificaron como empleados del Seguro Social, les han dicho que al revisar sus registros se encontraron que ya tenían derecho a reclamar su pensión y que requieren que firmen papeles para poder reclamarla en Afore Banorte.
Pasados los meses, al presentarse a las delegaciones del IMSS para ver qué ocurrió, se enteraron que en efecto se han expedido plásticos a su nombre y que haciéndose pasar por ellos han cobrado diversas cantidades.
No hay campañas de alerta a las personas que les adviertan de estos fraudes, que claramente solo pueden ser cometidos en alianza entre funcionarios del banco y del Seguro Social. Si este es un botón de muestra, puede suponerse que cientos de millones de pesos han sido esquilmados. Tampoco la Procuraduría General de la República (¿todavía existe?) ha emitido ningún boletín que conozcamos donde se informe como investiga estos asuntos, y cuáles son los resultados obtenidos.