Hace una semana concluyó la cuarta ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Cabe señalar que en la conferencia que ofrecieron los encargados de la renegociación, los comentarios del Secretario de Economía de México, Guajardo, y de la Secretaria de Relaciones Exteriores y Comercio de Canadá, Chrystia Freeland, mostraron un tono menos positivo que en las tres rondas anteriores, pero enviaron un mensaje constructivo hacia el logro de acuerdos hacia delante. No obstante lo anterior, el Representante de Comercio de EU, Lighthizer, dijo que -entre otras cosas-, se encontraba “decepcionado de que sus contrapartes no habían mostrado disposición para modificar el texto del TLCAN”. En mi opinión, las primeras tres rondas fueron una especie de “Luna de Miel”, en donde los tres equipos pudieron avanzar en varios temas en común. Desafortunadamente, como en la mayoría de las negociaciones de tratados, en este cuarta ronda se llegó a los puntos de desencuentro.
Cabe destacar que además, este último proceso estuvo “aderezado” con comentarios agresivos del Presidente Trump que sugerían terminar con el TLCAN e iniciar negociaciones de tratados bilaterales con México y Canadá, por separado. Asimismo, la delegación de EU presentó propuestas que atentan contra el espíritu de los tratados internacionales, como la cláusula de terminación automática cada cinco años si no se llega a un acuerdo previo (o “sunset clause”). No obstante lo anterior, considero que a pesar de las amenazas del Presidente Trump, así como sus acciones para entorpecer las negociaciones y de los comentarios de analistas pronosticando el fin del tratado, el TLCAN prevalecerá.
En mi opinión el TLCAN -ya sea modificado o en su versión original-, continuará funcionando debido a tres razones: (1) El equipo de renegociación de México no se va a levantar de las mesas de negociación. Si alguien se tiene que salir del tratado, no va a ser México. Esto no quiere decir que vayamos a permitir que incorporen alguna cláusula en contra de nuestro país, pero simplemente la delegación adoptará una actitud de “paciencia estratégica” y continuará negociando; (2) el sector privado en Estados Unidos está llevando a cabo un cabildeo masivo sin precedente con el Presidente Trump, algunos miembros de su gabinete y legisladores, con el fin de parar las propuestas estadounidenses que se fundamentan en argumentos políticos, que no necesariamente se acercan a los principios económicos, como los que están utilizando las delegaciones de México y Canadá. En este sentido, así como el fuerte cabildeo del sector privado en EU eliminó al impuesto con ajuste fronterizo (BAT) a principios del año, considero que así se defenderá el TLCAN; y como comenté en este mismo espacio anteriormente, (3) un escenario en el que se puede materializar el fin del TLCAN no sería catastrófico para México (“Salida del TLCAN no sería catastrófica”, 3 de octubre).
En mi opinión, el potencial fin del TLCAN no sería catastrófico debido a dos factores. Por un lado, a que una salida unilateral del TLCAN por parte de Trump no solo provocaría el enojo de un sinnúmero de políticos y empresarios importantes en EU, sino que probablemente detonaría una controversia constitucional. Recordemos que en el artículo 1º
de la constitución de los Estados Unidos está establecido que “…el comercio entre naciones foráneas está regulado por el Congreso…”, por lo que una decisión ejecutiva de salirse seguro enfrentaría este litigio. Por otro lado, gracias a que México ha aprendido a hacer comercio internacional con el TLCAN, el tratado per se ya no es “la panacea”. En otras palabras, existen formas alternativas de continuar con las relaciones comerciales. Si bien éstas tendrían un mayor costo, en promedio no sería mucho más alto.
En resumen, desafortunadamente ya se llegó a los temas complicados en el proceso de renegociación del TLCAN, pero esto no acabó con el TLCAN, sino que se extendieron las negociaciones hasta el primer trimestre del próximo año y en mi opinión, este tratado llegó para quedarse.
*El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional del Estudios Económicos del IMEF.
Twitter: @G_Casillas