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¿Será que Trump padece un trastorno mental y debe dejar la presidencia?

Publicado por
Aletia Molina

El colectivo Duty to Warn está convencido de que Donald Trump es un peligro para Estados Unidos y el mundo. Afirman que el republicano manifiesta una enfermedad mental grave que le hace psicológicamente incapaz de cumplir de manera competente con las funciones de presidente.

Pareciera que nadie toma en serio a Donald Trump. Por sus actos, ha sido calificado de estúpido, infante o adolescente. Los más de estos adjetivos corresponden a figuras que no están obligadas a la responsabilidad sobre sus actos. Los moderados han descrito al presidente de Estados Unidos como “impredecible”, esperando que detrás de su conducta exista una lógica oculta estratégicamente a las miradas externas. Pero hay también quienes piensan que hay que tomarse en serio la conducta del hombre que posee llave del mayor armamento nuclear en el planeta. Duty to Warn (Deber de Advertir) es la iniciativa de un grupo de profesionales de la salud mental de Estados Unidos que pone en la agenda pública la salud mental de Trump y su competencia para dirigir al país.

Duty to Warn está convencido de que Donald Trump es un peligro para Estados Unidos y el mundo. Basados en la conducta de Trump expuesta ante los medios, los psiquiatras y psicólogos que forman parte de esta iniciativa afirman que el republicano manifiesta una enfermedad mental grave que le hace psicológicamente incapaz de cumplir de manera competente con las funciones de Presidente de los Estados Unidos. El psicólogo John Gartner —uno de los integrantes del grupo— inició una petición en Change.org para que los profesionales de la salud mental firmen exigiendo que Trump sea removido de su cargo bajo la Enmienda 25. Hasta este martes, poco más de 66,000 han firmado la petición de remoción del cargo; la meta son 75,000 adhesiones.

La Sección Cuarta de la Enmienda 25º de la Constitución de Estados Unidos permite que el vicepresidente asuma el cargo de presidente en funciones si existe una declaración escrita del propio vicepresidente y de la mayoría de los principales secretarios de Estado al Legislativo que declare que el presidente «está imposibilitado para ejercer los poderes y obligaciones de su cargo”.

Quienes conforman el grupo Duty to Warn se enfrentan a una regulación gremial de 1973 que les impide diagnosticar a figuras públicas que no han podido evaluar personalmente. El grupo de más de 1,000 profesionales de la salud mental eligió el nombre de Duty to Warn en alusión al desafío que comprende a la “regla Goldwater” —que es como se conoce a la regulación de la American Psychiatric Association (APA)— y exigen la destitución de quien despacha actualmente en la Oficina Oval.

Los profesionales de la salud que impulsan la destitución de Trump opinan que la regla Goldwater no es absoluta. Para la psiquiatra Brandy X. Lee académica de Yale, la regla no tiene una norma que establezca qué hacer cuando el riesgo de daño por permanecer en silencio supera el daño que podría resultar de hablar sobre una figura pública. «En este caso, incluso podría ser el mayor daño posible», dijo en una conferencia sobre el tema realizada el pasado marzo. Los profesionales también argumentan que esta regulación tiene más como objetivo proteger al gremio de demandas que proteger a los pacientes o la observancia de una conducta ética por parte de los profesionales.

La regla fue creada en 1974. Durante las elecciones presidenciales de 1964, el conservador Barry Goldwater ganó la nominación republicana. La publicación Fact pidió a psiquiatras y psicólogos diagnosticar al candidato Goldwater, ante su posición de campaña de introducir cambios radicales en la política exterior para ejercer una oposición efectiva contra la URSS, que acabarían causando una guerra nuclear. El diagnóstico emitido por los profesionales fue paranoia y megalomanía. Goldwater, que perdió la campaña ante Lyndon B. Johnson, demandó a Fact y ganó. A raíz de este hechos, la APA estableció la regla que ahora se conoce con el apellido del fallido candidato.

La mayoría de los estados de la Unión Americana tienen leyes que requieren o permiten a los profesionales de la salud mental divulgar información sobre pacientes que pueden volverse violentos. La palabra clave es “paciente”. Ninguno de los profesionales de Duty to Warn tiene bajo tratamiento a Donald Trump. Su posicionamiento es más bien de caracter ético.

El célebre psiquiatra Robert Jay Lifton, simpatizante de Duty to Warn, propone que psiquiatras y psicólogos actúen como “testigos profesionales”, según declaró en una entrevista realizada por el periodista Bill Moyers. El término fue acuñado por Lifton como resistencia a lo que denomina “normalidad maligna”. La normalidad maligna se presenta cuando los profesionales ponen sus saberes al servicio de la violencia del poder político sin cuestionar si sus acciones son éticas. Un ejemplo de la normalidad maligna es el servicio que psicólogos estadounidenses prestaron a la CIA durante la era de la guerra de Irak al diseñar métodos de tortura para los prisioneros de guerra.

En el caso de Trump, Lifton señala que caen en la normalidad maligna todos los empleados de su administración que se esfuerzan por hacer pasar por verdades las evidentes mentiras de su jefe o que hacen ver como normales sus declaraciones desaforadas y amenazantes sobre el uso de la fuerza nuclear, y que en general defienden su actuación como presidente sin cuestionarse. En oposición, los que “enfrenten la malignidad y la den a conocer” desde sus campos del saber fungen como “testigos profesionales”.

En la misma entrevista, Robert Jay Lifton presentó su diagnóstico sobre Trump. Para Lifton, Trump vive en una “realidad solipsística”. “La realidad solipsista significa que la única realidad que es capaz de abrazar tiene que ver con su propio ser y la percepción y protección de sí mismo”, explicó Lifton. Para el psiquiatra, el que un presidente esté tan ligado a esta aislada realidad solipsista es altamente peligroso para Estados Unidos y para el mundo.

Trump, en la opinión de Lifton, miente para ajustar los hechos a como necesita que sea la realidad. La motivación de Trump es el ser aceptado y amado, y es tan imperiosa que su mente se ve bajo coacción por esta necesidad. Es esta presión la que lo hace percibirse como una víctima constante de los demás, por lo que vencerlos se vuelve un imperativo. Miente para vencer, y para ello, su mente cree las mentiras aún ante la evidencia de sus equívocos, y monta en cólera contra quien le contraviene.

El llamado de Duty to Warn está dirigido al gabinete de Trump, los únicos habilitados por la Enmienda 25 para llevar a cabo una declaratoria del impedimento mental de de Trump que lo destituya. Algo que se antoja difícil, dado que Trump sólo se rodea de leales a él. Lealtad que se asemeja mucho a la normalidad maligna de la que habla Lifton.

Fuente: El Economista

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Aletia Molina

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