Con música de mariachi y un baile popular, la activista guatemalteca Rigoberta Menchú celebró los 25 años del Premio Nobel de la Paz que ganó por su lucha en favor de los derechos de los pueblos indígenas.
El cuarto de siglo del acontecimiento fue celebrado en una “reunión íntima” en el Centro Pachaj de la Fundación Rigoberta Menchú Tum, a 39 kilómetros al sur de la capital, en el municipio de Sumpango, departamento de Sacatepéquez.
En Pachaj, junto a familiares y a su “familia extendida”, como llamó a personas y entidades que apoyaron su lucha, la indígena guatemalteca conmemoró este sábado el Premio Nobel de la Paz concedido en 1992.
“Sé que ustedes han sido la gente más querida y la más íntima”, enfatizó la activista indígena guatemalteca, visiblemente emocionada, “en este día sagrado, en este sagrado lugar que se llama Pachaj”.
Recordó a las víctimas del pasado conflicto armado interno (1960-1996), sobre todo a los pueblos indígenas que sucumbieron ante la violencia de la lucha fratricida que causó 200 mil muertos y desaparecidos.
Luego de la serie de actos protocolarios y solemnes por el aniversario 25 del Premio Nobel de la Paz, cumplidos a lo largo del año en Guatemala y en el extranjero, se organizó la fiesta popular en Pachaj que se prolongó hasta la noche.
El homenaje a Menchú “de su gente” comenzó temprano el sábado con la música del mariachi “Reyes del sur”, que llegó a Guatemala junto con representantes de la comunidad náhuatl de Tuxpan, Veracruz.
La doctora Honoris Causa, quien cantó con el mariachi un pasaje de la canción tradicional “El rey”, agradeció la visita de los mexicanos y prometió acompañar “a nuestros hermanos náhuatl” en la fiesta patronal de Tuxpan.
Menchú, en los reconocimientos a los allegados e instituciones que han acompañado su trayectoria política y social, reconoció a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y al rector por permitirle ejercer la docencia relacionada con los derechos humanos.
Entre sus más allegados, manifestó su aprecio y respeto a su veterana compañera de “mil batallas” por los derechos de los pueblos indígenas, Rosalina Tuyuc, fundadora de la agrupación de las viudas del pasado conflicto armado interno guatemalteco.
“Mi consejera de conciencia”. Por eso, cuando alguna de mis gestiones no resultaba como queríamos, entonces yo me libraba y decía: “¡esa Rosalina… le salió mal! “, bromeó Menchú.
Tras los reconocimientos, y ante una numerosa asistencia de invitados que atestaron una de las áreas del amplio terreno del Centro Pachaj, ubicado a un costado de la carretera Interamericana, volvió la música con la Marimba de Concierto, que cuenta con presentaciones en 30 países.
En todo momento de la reunión, Ángel Canil Grave estuvo al lado de la Premio Nobel de la Paz 1992, cuya distinción resalta en un país azotado por la violencia y la poca vigencia de los derechos humanos en las más de tres décadas de la lucha armada y en la postguerra.
Junto con su esposo Canil Grave, con quien se unió luego de recibir el Nobel, Menchú recibió las felicitaciones de sus seguidores, de numerosos miembros de su “familia extendida”.
Muchos de los asistentes, en especial familias de las comunidades indígenas, hicieron una larga fila para entregarle algún obsequio, abrazarla y tomarse la foto del recuerdo con la célebre guatemalteca, más reconocida por su galardón en el mundo que en su país.
La fiesta continuó luego del concurrido almuerzo con otra ronda de canciones mexicanas con el mariachi “Reyes del sur”, pero Menchú y Canil Grave “abrieron” el baile con una tradicional pieza de marimba, el instrumento musical nacional de Guatemala.
Colocados en el centro de la improvisada pista de baile del Centro Pachaj, la pareja hizo los pasos del ancestral baile y luego siguió, rodeado de numerosos bailarines, con cumbias y otras piezas modernas interpretadas por el popular conjunto de Miguel Ángel Tzul y su “marimba orquesta”.
Fuente: Crónica