Hace un mes, el sismo del 19 de septiembre dejó importantes pérdidas humanas y materiales en la capital del país y en Puebla, Morelos, Estado de México, Guerrero, Chiapas y Oaxaca; pero también dejó una ola de incertidumbre y muchas preguntas por responder.
El pasado 19 de septiembre a las 13:14 horas se registró un sismo de 7.1 grados entre Puebla y Morelos, a unos 120 kilómetros de la Ciudad de México, y con una profundidad de 57 kilómetros, dentro de la placa de Cocos; antes, el 7 de septiembre a las 23:47 horas, se había registrado otro sismo de 8.2 grados con epicentro en el Golfo de Tehuantepec.
Si bien los sismos de 1985 y 2017 fueron casualmente en el mismo día, el saldo de daños fue completamente distinto. De acuerdo con cifras de 2008 del Servicio Sismológico Nacional (SSN), mientras que en 1985 se registraron 40 mil muertes en 2017, la cifra oficial hasta ahora no ha superado las 400. Además, mientras que en 1985 cayeron cerca de 500 estructuras, en este año fueron alrededor de 40 y más de 3 mil 400 estructuras dañadas.
En 32 años se endurecieron políticas y reglamentos de construcción, sin embargo, este 2017 se han ventilado fallas en el cumplimiento de las regulaciones de construcción.
«El peligro de desastres es una construcción social; éstos no son naturales», aunque se insista que los daños son inevitables por culpa de los fenómenos de la naturaleza, «sin asumir la responsabilidad que tenemos por vivir en un lugar vulnerable», aclara Oralia Oropeza Orozco, investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM.
“El riesgo es dinámico, es un proceso cambiante en tiempo y espacio; el desastre es producto de ese riesgo. Si no tomamos las medidas adecuadas vamos a crear nuevas incertidumbres”, advirtió la especialista.
Por su parte Xyoli Pérez Campos, jefa del SSN e investigadora del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, subraya que México es un país sísmico.
“México está en un contexto tectónico complejo, donde tenemos la interacción de cinco placas”, detalla.
«Si bien los sismos no se pueden predecir de ninguna manera, es importante que nos preparemos sobre qué hacer antes, durante y después de estos fenómenos naturales», resalta.
Pérez Campos ha insistido en qué hay diversos factores que nos hacen más vulnerables a los daños como: el tipo de suelo, el tipo de onda sísmica, la altura de la construcción, apunta Campos.
Ante el desastre, la comunidad mexicana salió a las calles al rescate y apoyo de damnificados de manera inmediata, principalmente los más jóvenes. Además, la comunidad internacional se sumó a la preocupación y solidaridad que el pueblo mexicano ha ofrecido a otras naciones en distintos momentos.
«Sin duda, el fenómeno unió al pueblo mexicano en busca de una reconstrucción, más que material, social», han explicado especialistas.
Sin embargo, es importante fortalecer los grupos de apoyo para las personas que no han logrado retomar sus vidas, pues muchas han perdido sus bienes materiales y hasta seres queridos.
Emilio Álvarez Icaza Longoria, coordinador del Consejo Nacional Promotor de la Iniciativa Ciudadana “Ahora”, destaca que antes del pasado sismo, México se encontraba en una apatía nacional, el prójimo no era tomado en cuenta en el día a día; esta situación se sumaba a la apatía de los gobiernos.
Además del impacto físico y social, también ha habido respuesta a los efectos psicológicos que causa el estrés postraumático en los ciudadanos.
De acuerdo con Benjamín Domínguez, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, alrededor del 20 por ciento de la población que experimentó el terremoto puede persistir con este problema hasta por 20 años.
La mayoría de las personas puede resistir esas vivencias debido a la edad y las redes de apoyo con las que cuenta. Sin embargo, hay un sector en el que no va a desaparecer el síndrome, por lo que es importante identificar esos casos de vulnerabilidad y actuar rápido por medio de apoyo psicológico; de lo contrario, las personas pueden quedar discapacitadas, señaló Domínguez.
Entre los síntomas más comunes del estrés postraumático se encuentran: hipersensibilidad al entorno, extrema ansiedad, dificultad para dormir, y pensamientos de incertidumbre constantes.
Cuando suceden este tipo de fenómenos naturales, los especialistas destacan la importancia de la resiliencia, que es la capacidad que tiene una persona para adaptarse y superar las adversidades que se le presentan en la vida. Hay factores internos que favorecen la resiliencia, como la autoestima, el optimismo, la confianza en sí mismo, la responsabilidad y la capacidad de elegir. También los hay externos, como los reconocimientos familiar y social, que estimulan el desarrollo de las personas.
De acuerdo con Daniela Soto, psicóloga encargada del Hospital de las Emociones de la Ciudad de México, “muchas de las personas que vivieron el terremoto del 85 siguen presentando niveles de ansiedad elevados cuando escuchan la alarma sísmica. La mayoría de los mexicanos que vivió ese evento no ha trabajado su estrés postraumático en terapia”.
Los cambios de estado de ánimo tras un fenómeno como este afectan la autoestima, las relaciones interpersonales y la productividad, subrayó.
Para Lucy María Reidl Martínez, académica e investigadora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, el trabajo en este sentido es arduo, pero no imposible, y es a través de los Centros de Atención Psicológica de la misma facultad donde se pueden tratar los casos a través de programas que promuevan factores protectores.
Por su parte, Hideko Tanamachi, psicoterapeuta y especialista en tanatología, señala que cuando una persona pasa por un evento que impacta su vida, como un sismo, el sistema nervioso autónomo detona una activación intensa para enfrentar el evento.
“El trauma es una respuesta fisiológica del sistema nervioso ante una amenaza, pero que no se completa, por ello, la persona puede presentar dificultad para comer, dormir, trabajar o relacionarse socialmente”.
Asimismo, puede sufrir trastornos psicológicos y físicos como fibromialgia, fatiga crónica, dificultades digestivas; y en el caso de los niños, se puede presentar el trastorno de déficit de atención, señala.
Este jueves 19 de octubre a las 13 horas en Universum, se llevará a cabo el panel «Más ciencia, menos desastres. A un mes del 19S», con la participación de la doctora Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional (SSN); de la maestra Hideko Tanamachi, egresada de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, psicoterapeuta especialista en trauma y tanatología; y del maestro Emilio Álvarez Icaza Longoria, coordinador del Consejo Nacional Promotor de la Iniciativa Ciudadana “Ahora”.
Fuente: MVS