Benjamín Torres Uballe
En México continuamos con la enorme y dolorosa “cruda” por los efectos de los sismos de septiembre. Aún siguen conociéndose historias conmovedoras de muchas familias afectadas que perdieron familiares y sus propiedades. La devastación por los fenómenos naturales es terrible, particularmente en Oaxaca, Morelos y Chiapas. Mientras que en la Ciudad de México, las corruptelas de funcionarios y constructoras siguen apareciendo en los edificios colapsados.
Pero el impacto mediático de la tragedia —una de las peores que han azotado a nuestro país— poco a poco se va diluyendo. Surgen asuntos más rentables para los dueños de los diferentes medios de comunicación. Ésos que elevan las exiguas ventas de los periódicos o aumentan las ya de por sí disminuidas audiencias de los noticiarios en radio y televisión, incluso en muchos sitios web.
Así, temas como el despido de Santiago Nieto Castillo al frente de la Fepade —por hacer públicas las presiones de un amigo (otrora director de Pemex) del presidente Peña Nieto para que lo exculpara públicamente del peligroso caso Odebrecht, donde se investiga la supuesta aportación de 10 millones de dólares y que podría haberse destinado a la campaña del mexiquense en 2012— ocuparán por varios días y semanas las secciones principales de los espacios informativos.
Si atrapan al Matanovias en Guatemala —porque aquí los torvos criminales se escapan— también es “noticia” y de inmediato se procede a explotar hasta el último gramo del morbo popular mediante toda clase de programas en los medios electrónicos e imágenes de impacto en los diarios. Sólo hay que ver las portadas cotidianas de La Prensa, un contundente ejemplo periodístico.
Incluso si los ladrones entran a la casa de Andrea Legarreta, la noticia se lleva muchos minutos en los diversos programas de la televisora de Emilio Azcárraga y de sus competidores. Eso sí vende, el público lo compra. No es lo mismo que unos sátrapas se metan a saquear una modesta vivienda en Xochimilco, Naucalpan, la colonia Guerrero o cualquier estado de la República, que enterarse de lo que sucede a los famosos, producto de la inseguridad que arrasa a la sociedad mexicana.
¡Ah!, y lo mejor viene si el América vence en el clásico a las populares Chivas del Guadalajara, su odiado adversario —por lo menos eso nos han hecho creer por décadas— y luego elimina de la Copa Mx a otro de sus archirrivales, el cada vez más decepcionante Cruz Azul, “dirigido” por un tal Paco Jémez, oriundo de España, que ha resultado un petardo, además de ridículo patán. Aún se llevan el oro —en este caso, carretadas de dólares— y les dejan baratijas en La Noria. Ahí hay muchos vivales azules. No obstante, la parafernalia de los llamados clásicos rinde buenos frutos en el rating.
Día a día, el manipuleo informativo de las “nuevas” notas condena inexorablemente al olvido el desastre ocasionado por los movimientos telúricos. Cientos de familias duermen en las calles dentro de campamentos improvisados e insalubres. La enorme solidaridad social también se va apagando luego de semanas de vasta generosidad. Es la condición humana, tal parece.
Y al gobierno federal le conviene que ya no hagan “olas”, que el tiempo transcurra para que los ánimos se vayan tranquilizando, sobre todo en pleno proceso electoral rumbo al 2018. Así se minimizará el deplorable manejo electorero en la ayuda a los damnificados, se obviarán las condenables deficiencias en la ayuda gubernamental y se permitirá también ocultar las corruptelas de funcionarios, como la ejemplar priista y expresidenta municipal de Asunción Ixtaltepec, Oaxaca, Adelina Rasgado Escobar, que registró tres casas supuestamente dañadas —sin estarlo— para recibir de la Sedatu 120 mil pesos por cada una. Así se asoman la rapiña y la voracidad en medio de la desgracia.
Mas la noticia de la fatalidad en que están sumidos miles de connacionales en las entidades afectadas por los terremotos es superada por los pleitos entre las cúpulas de los partidos políticos —que no los militantes de a pie—, que en la guerra de lodo, sin dilación, se sacan “los trapitos al sol” y los mexicanos nos enteramos de las inmensas fortunas exprés amasadas por dirigentes nacionales e integrantes de las nomenclaturas en el PRI, PAN y PRD; asimismo, del uso de helicópteros oficiales para ir a jugar golf con el señor Presidente de la República, no importando interrumpir, incluso, un campeonato mundial de tiro con arco —¡háganme el favor!—.
De esa manera se hace la mayor parte del periodismo en México: buscando los escándalos y dejando de lado las investigaciones que aporten algo positivo a la sociedad. Reduciéndolo, en el mejor de los casos, a la trivialidad de la noticia fácil, simplona, pero que venda. Eso es lo importante en el negocio actual llamado periodismo. Existen excepciones, las hay. Nada más hay que buscarlas con lupa en el inextricable mundo de intereses políticos con los dueños de los medios de comunicación. Negocios son negocios, y están estrechamente ligados con la política.
@BTU15