Con el fin de mitigar los efectos del calentamiento global y la creciente desertificación del norte y centro de África, a finales de la década anterior se empezaron a implementar las primeras medidas de reforestación para que crezca “la gran muralla verde”, un ambicioso proyecto multinacional que involucra a las naciones de la región árida que abarca todo el Sahara y el Sahel hasta llegar al “cuerno” del continente (8,000 km x 15 km), impulsado por la Unión Africana, las Naciones Unidas, el Banco Mundial y los Jardines Botánicos del Reino Unido.
Algunas naciones han registrado un progreso más avanzado que otras, y por ahora, Senegal se encuentra a la cabeza. Este país del África occidental ha visto algunos beneficios secundarios gracias al proyecto, como una reducción de la tasa de desempleo y una disminución de emigrantes. En otras palabras, la gente se está quedando en el Senegal para trabajar en “la muralla verde”, plantando millones de árboles de acacia, lo cuales son más resistentes a sequías.
Pozos, que antes estaban secos, vuelven a tener agua gracias a los árboles de acacia que retienen agua entre sus raíces. Esto ha permitido que varias comunidades del país puedan volver a sembrar cultivos, reactivando la actividad económica de la región y poniendo a la gente a trabajar -principalmente a las mujeres- mejorando paulatinamente sus condiciones de vida.
Sin embargo, el progreso es lento y los costos son altos. Se estima que el presupuesto pueda superar los 8 mil millones de dólares y no todas las naciones están dispuestas a poner su parte. Por tal motivo, la visión original de un “muro” se ha transformado en un “mosaico verde”, pero es un paso importante para construir un proyecto que no divida a los países del continente, sino los reintegre. No hay otra forma para combatir el calentamiento global desde las trincheras.
Fuente: Noticieros Televisa