Por Alejandro Aguirre Guerrero
Karime Macías filtró a medios nacionales que busca asilo político porque supo se le investiga con miras a aprehenderla. Además, la solicitud de la ex primera dama veracruzana “coincide” con la de Moisés Mansur, presunto prestanombres de Javier Duarte, quien pidió lo mismo, pero en Canadá. Resulta evidente que de alguna forma, sea como sea, ambos personajes sostienen comunicación.
Tal como lo compartí en este espacio hace algunos meses, de acuerdo a fuentes bien enteradas en la PGR, juzgar a Karime Macías por un delito grave, es decir, uno que la ponga tras las rejas, depende en gran medida del testimonio de Moisés Mansur, y en segunda instancia, de lo que diga otro supuesto prestanombres de Duarte, Javier Nava Soria, quien se encuentra en España.
Macías y Mansur mantienen buena “comunicación” a pesar de estar en continentes distintos, de otra forma no habrían “coincidido” en su “filtración” a medios mexicanos. Existe una figura intermedia, jurídica y personal, que los ha eslabonado para que intenten mutuamente protegerse.
Aunque se antoje complicado, si Moisés Mansur logra sostenerse en Canadá bajo la etiqueta de “refugiado político”, la PGR no podrá ir por Karime Macías más allá de los delitos de enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, y quizá, defraudación fiscal. Sí, muchos mexicanos piden “sangre” para la nacida en Coatzacoalcos, pero el expediente, según me dicen, carece de los pilares suficientes al momento.
Esto fue lo que escribí el pasado 26 de junio:
«Se prevé que las palabras de Mansur señalen e incriminen más que las de José Janeiro a Karime Macías. Según se me informó, a la esposa de Duarte se le investiga, cuando menos, por defraudación fiscal, enriquecimiento ilícito, y el más grave de todos, delincuencia organizada».
Y tan cierta fue esta información que en octubre, tres meses y medio después de aquello que me compartieron, tanto Mansur como Macías se declaran perseguidos políticos en sus refugios temporales de primer mundo, a la par, como “hermanos”; ella, quizá tomando el té vespertino en algún restaurante cercano al Big Ben, y él, en la comodidad del país de la hoja de maple.
Retomo lo que compartí aquí el 8 de agosto:
“La preocupación de Duarte radica en que con los testimonios de José Janeiro, Moisés Mansur y Miguel Yunes, aunados a los ofrecidos por el otro testigo de la PGR, Alfonso Ortega, la autoridad pueda sustentar el probable delito de delincuencia organizada sobre Karime Macías, y entonces proceda una orden de aprehensión”.
La comunicación que sostienen Duarte, Macías y Mansur también es de “primer mundo”. Si la autoridad federal no logra destrabar, antes de la audiencia del ex gobernador veracruzano, el trabuco diplomático y legal para traer a México tanto al “canadiense” como a la “británica”, las cosas se pondrán cada vez más agudas. No habrá “paciencia, prudencia”, y mucho menos, “verbal continencia”.
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