La catástrofe del huracán María va a suponer un nuevo golpe durísimo para Puerto Rico en fuga de población y talento. El ciclón golpeó a la isla el 20 de septiembre, arrasando sus infraestructuras a un nivel nunca visto. En cuanto el flujo aéreo comenzó a restablecerse, los puertorriqueños empezaron a salir. Entre el martes 3 de octubre y el viernes 13 de octubre llegaron a Florida por los aeropuertos de Miami y Orlando y por el puerto de Port Everglades unos 27.000, según el Gobierno de Florida.
En los primeros días tras el desastre en Florida se estimaba que en los próximos meses podrían llegar a la península estadounidense unos 100.000 boricuas –gentilico de los puertorriqueños–. Los números que van saliendo apuntan a una cifra potencialmente mucho mayor. Están arribando cerca de 3.000 al día y si bien llegará un momento en que la intensidad migratoria se refrene, por ahora eso parece lejano, pues Puerto Rico permanece en una situación insoportable, con más del 80% de la población sin electricidad cuatro semanas después del paso del huracán y un 40% sin agua corriente. Hasta la fecha el Gobierno de la isla ha reportado 34 muertes vinculadas al huracán y 113 personas continúan desaparecidas.
La emigración a EE UU es una solución bien viable para los puertorriqueños, porque son ciudadanos americanos. No tienen más que comprarse un billete de avión desde la isla, aunque eso suponga una carga significativa para muchos en un país con casi la mitad de la población en la pobreza. En Florida vive un millón de boricuas y es el segundo estado con más población de ese origen tras Nueva York. Puerto Rico tiene 3,4 millones de habitantes, mientras que en EE UU viven alrededor de cinco millones de puertorriqueños, su segunda comunidad hispana después de los mexicanos.
Se calcula que en la última década Puerto Rico perdió medio millón de habitantes que emigraron a EE UU a causa de la crisis económica que vive la isla, actualmente en quiebra financiera. La bancarrota y la fuga de población ya eran un hecho antes del huracán. Tras María, todo es aún peor.
Si en los últimos dos años emigraron de la isla a Florida unas 80.000 personas al año –más que las 50.000 que llegaban anualmente hace un lustro, al agravarse la crisis–, entre lo que queda de 2017 y en el primer semestre de 2018 podría darse una ola migratoria que pulverice esos registros. Además de Nueva York y Florida –especialmente el condado de Orange, donde está Orlando– otros estados que concentran población puertorriqueña son Illinois –con Chicago como epicentro– y Connecticut.
Desde la ciudad de Kissimmee, vecina de Orlando y de mayoría boricua, el puertorriqueño Jimmy Torres estima que en las últimas semanas se han establecido en los condados de esta zona –Florida central– decenas de miles de paisanos suyos. Torres es coordinador del Proyecto Casa –Coordinadora de Apoyo Solidariad y Ayuda a Puerto Rico–, que opera en Kissimmee y han enviado ya a la isla, según sus datos, un volumen de ayuda que podría llenar el espacio de «28 furgones». Torres asume que la emigración es un hecho –antes y después de María– pero confía en que no adquiera unas proporciones tan grandes como las que se prevén: «No creo que nuestro país se vaya a vaciar como están diciendo. Soy bien positivo y felicito a los que se están quedando». Entre los que emigran a EE UU, añade, abundan los que en principio piensan en regresar a su tierra en unos meses.
La migración de boricuas a EE UU tiene también un aspecto electoral importante. Puerto Rico es un Estado Libre Asociado a EE UU y los puertorriqueños no tiene derecho a votar en las presidenciales americanas si residen en la isla pero sí lo tienen si viven en territorio continental. Y su peso demográfico es cada vez mayor en Florida, un estado clave porque es el tercero más influyente en votos y en cada elección cae del lado de los republicanos o de los demócratas por un margen estrecho. Considerando que la tendencia de voto boricua es demócrata, una migración masiva a Florida podría desequilibrar la balanza hacia ese partido en este estado en las presidenciales de 2020. Máxime si se tiene en cuenta la mala imagen que se está labrando en la isla el presidente republicano Donald Trump, que ha reprochado a Puerto Rico sus deudas con Wall Street en medio de este momento dramático en el que la gente lucha allí por la mera supervivencia cotidiana, ha denostado a líderes políticos de la isla y tuvo el mal gesto de lanzar a los damnificiados rollos de papel de cocina durante su visita.
Fuente: El País