El cine y la ciencia ficción han sabido conjugar la victoria y la gloria en multitud de producciones de Hollywood, como en la saga Transformers: dos razas robóticas enfrentadas entre sí en un campo de batalla global. Ahora, este universo se ha hecho realidad de la mano de dos empresas tecnológicas: la estadounidense Megabots Inc y la japonesa Suidobashi. Ambas se han enfrentado para probar su hegemonía en el primer duelo de la historia con androides gigantes pilotados por humanos. Estados Unidos se impuso a Japón en una pelea electrizante que duró tres asaltos y se desarrolló en una empresa de acero abandonada y sin público del país asiático.
El enfrentamiento tuvo lugar en septiembre y se difundió en streaming el pasado 17 de octubre en una plataforma televisada de pago. El evento se publicó después en redes sociales. Conscientes de que debían ofrecer un espectáculo más propio de la cuarta revolución industrial, los organizadores plantearon un combate para lucir sus creaciones: por un lado, el MK II y MK III —este último rebautizado como Eagle Prime— representaron a EE UU; su adversario hizo lo propio con la máquina Kuratas. Sobre el cuadrilátero no podían faltar pilas de barriles y montañas de coches inservibles, con los que los androides también demostraron su capacidad destructora. “Aunque esté un poco nervioso por pilotarlo, creo que mis adversarios deben proteger su retaguardia y apretarse bien los cinturones”, afirmaba Kogoro Kurata, fundador de Suidobashi, antes de comenzar el duelo.
Gui Cavalcanti y Matt Oehrlein, cofundadores de la startup californiana Megabots, fueron los encargados de ponerse a los mandos del Eagle Prime. Sin embargo, en el primer asalto escogieron el robot MK II —menos robusto que su “hermano mayor” y con un peso de seis toneladas—, de la misma altura que su contrincante. La lucha solo duró 20 segundos: el tiempo que tardó el japonés en derribar con un gancho metálico de izquierdas a su oponente. “La caída ha sido fuerte. Intenté agarrar el casco y mentalizarme para el choque”, reconoció Oehrlein a cámara. Las reglas de eliminación especificaban que el asalto finalizaba cuando se noqueara al contrario, se le inhabilitara o se forzara su rendición. Durante la grabación, hasta tres presentadores amenizaron los descansos entre rondas a la vez que se dejaba listo el cuadrilátero para el siguiente desafío.
Los estadounidenses se pertrecharon tras su última creación, el Eagle Prime. Un coloso equipado con un motor de 430 caballos de potencia y un peso de doce toneladas. Las mejoras con respecto a su antecesor —con hasta ocho programas diferentes de movimientos corporales— atacó la armadura defensiva de su adversario, pero la pelea quedó en tablas al permanecer los androides atascados, sin poder moverse.
La tensión entre los equipos por ver quién saldría vencedor se notaba en el ambiente. El reto entre naciones propuesto por Megabots se extendía desde 2015. Kurata aceptó y exigió un “combate cuerpo a cuerpo” debido a que “los robots gigantes son parte de la cultura japonesa”. El gasto del Eeagle Prime ascendió a 2,5 millones de dólares, un proyecto costeado en parte gracias a una ronda de financiación popular. Oehrlein y su equipo eran conscientes de la importancia de un “acontecimiento único” para impulsar la creación de una futura liga mundial, una variante más de los deportes electrónicos. “En una década, se situará entre los tres deportes más lucrativos en términos de audiencia, ingresos y marketing», aseguraron.
La tercera ronda dio como vencedor a Estados Unidos. Su rival se defendió con varias salvas de bolas de metal. El Eagle Prime, armado esta vez con una sierra dentada, le obligó a retroceder. Inutilizado el brazo derecho del androide japonés, los estadounidenses acabaron por destrozar parte de su armazón, dando por terminado el duelo. Ahora, China también aspira a entrar en el incipiente club de combate de la robótica de masas.
Fuente: El País