Carlos Ferreyra
Ni siquiera provocan indignación: Margarita Zavala la mujer de ya saben quién, con su rebozo terciado como Chana la de Chema, vocero del Cancionero Picot, se toma una fotografía como fondo de rescatistas, de soldados que se están partiendo el alma buscando bajo los escombros a alguien con vida.
La foto, para decirlo sin ambages, es ridícula y ofensiva para las víctimas del temblor aunque muestra con claridad meridiana, la concepción que tienen estos políticos de quinta del uso del pueblo.
Si sirve para la campaña. No importa qué tan desgraciados sean los sufrimientos populares. Hay que aprovecharlos como en este caso con la “selfie” en el centro de la actividad. De paso, estorbando.
Los senadores, atentos a las necesidades ingentes de los ciudadanos comunes y corrientes, después de media semana acuerdan que donarán 39 millones de pesos para los damnificados. Son tan bestias –y perdón por el adjetivo—que comisionarán a los Duartes, a Yunes o a otro similar, conexo o parecido, para vigilar la recepción del dinero, pero de su aplicación no sabremos nada.
En la Cámara de Diputados con infames jaloneos entre distintos grupos partidarios, se acordó sacar del presupuesto 60 millones. Sólo es de llamar la atención que en ambos casos el dinero es parte de la dotación regular, el presupuesto que se les asigna en forma dispendiosa a las dos cámaras; dinero del pueblo, pues.
Los partidos políticos no han dicho esta boca es mía. Se atienen los gandayas a la disposición legaloide de que el dinero que se les asigna es exclusivamente para actos electorales y no puede derivarse a ningún otro propósito.
Luis Carlos Ugalde, que fue presidente del entonces IFE, advierte que hay un recurso legal y legítimo: ese dinero puede usarse en la capacitación y actos culturales en beneficio de los votantes, o los ciudadanos en general.
Y para la historia: oportunista como suele serlo, el Peje había anunciado la canalización de parte del presupuesto de Morena, lo que le prohibió el INE de Lorencillo que tampoco ha dicho nada a pesar de sus increíbles percepciones millonarias; ayer anunció primero, que daría veinte millones de pesos, luego, el veinte por ciento de su presupuesto. No es difícil, si entendemos que no es su dinero y que sólo espera que se lo den con una mano para entregarlo con otra mano. Y si es a fundación personal, mejor.
No hemos visto a ningún legislador con las mangas arriba, enlodándose y abriendo grietas en sus manos por remover escombros. No, ellos desde sus curules y escaños de piel de becerro, acuerdan y está claro que no modificarán ninguna disposición legal para retirar dinero de sus partidos para esta emergencia.
No todo está perdido. Unidos, Ejército, Marina y Policía Federal, se sumaron a las labores de rescate en casi medio centenar de edificios derrumbados por el temblor en la ciudad de México. Trabajan con centenares, miles de ciudadanos en su mayoría jóvenes.
No hubo convocatoria oficial, los funcionarios públicos siguen mirándose el ombligo, mientras piensan en los contingentes que deberían participar en las labores. Ellos, ni pensarlo, en sus mullidos sillones organizaron el plan que llamaron MX. Si, como en el final de la CDMX de Ternurita.
Fueron las redes sociales las que actuaron con premura y eficiencia. Sin orden ni concierto, pero cada ciudadano sabía lo que tenía qué hacer. Y dónde hacerlo.
Como en 1985 cuando una sarta de yuniorsitos colocaban en sus autos cartulinas con el letrero de “brigada de auxilio y rescate” para circular por donde les daba la gana, en esta ocasión no faltaron los desmadrados que ocuparon las líneas de Feisbook y otros sistemas enviándose mensajes festivos, bromas y más.
Informando, por ejemplo, que su casa sólo tuvo paredes descascaradas, como si a alguien le importara eso. También hubo quien se alegró y hasta un diputadete panista que se atrevió a alegrarse de la desgracia de los chilangos. El idiota no se enteró que no es circunscrito a los habitantes del DF, sino a los moradores de las zonas serranas de Puebla, Morelos y hasta en Guerrero donde los más pobres sufrieron y siguen sufriendo ante la falta de ayuda.
Con todos los errores y defectos, la gente del pueblo, aquí sí, “el pueblo bueno”, se dedicó a salvar atrapados y a llevarlos a los hospitales que los fueron recibiendo sin discriminación alguna.
Y siguieron comprando indiscriminadamente en la Comer, el Súper, Soriana lo necesario para las labores de auxilio. No hubo descuentos ni consideraciones, el negocio es el negocio. Taqueros llevaron sus puestos con conos de carne y tortillas hasta los sitios de rescate, varios restaurantes de barrio también aportaron, lo mismo tortas que comidas gratis, mientras los senadores se reunían en restaurante de súper lujo en Polanco. Su “líder”, Gamboa, los llamó insensibles.
Por lo pronto, crece el clamor de que a los partidos políticos les sean retirados los siete mil millones de pesos que recibirán como premio a su participación en el circo democrático. Y al INE recortarle los 35 mil millones para las elecciones de 2018.
Sorprende la actitud puntillosa de los legisladores, cuando lo que mejor hacen es violar la ley. Claro, si es a favor de ellos como el “reloj parlamentario” por el que al incumplir plazos deciden posponer sesiones y decisiones hasta el día en que le dan cuerda al artefacto y lo echan a andar nuevamente.
En ninguna parte se establece la facultad de los miembros del Congreso para detener el tiempo por decreto o acuerdo común y, en todo caso, el reloj no puede ser parlamentario donde no existe un parlamento. Tramposos.