El calendario del Brexit empieza a quedar obsoleto. A falta de un milagro —en palabras del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker— que acelere la negociación, Bruselas y Londres no podrán pasar a la segunda fase del proceso en octubre, como pretendían. El Parlamento Europeo quiere adelantarse al próximo mensaje de la primera ministra británica, Theresa May, para pedir que no se abra el segundo capítulo de esta historia: la discusión sobre cómo se relacionará Reino Unido con la Unión Europea una vez abandone el club.
La Eurocámara tiene previsto aprobar el próximo martes una resolución que pide a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE aplazar la discusión sobre el futuro trato con Londres. El texto, al que ha tenido acceso EL PAÍS, alude a las dificultades para avanzar en la llamada factura del Brexit y concluye: “La ausencia de propuestas claras ha obstaculizado las negociaciones”. Pese al destello optimista que dejó la última ronda de negociación, los eurodiputados ven casi imposible despejar las incógnitas pendientes antes de la cumbre de octubre y piden a los mandatarios europeos “que pospongan su evaluación sobre si se ha progresado suficientemente”.
La Eurocámara ha medido los tiempos parlamentarios de forma que su mensaje se emita el 3 de octubre, justo un día antes de la intervención de May en la conferencia anual de su partido. Es muy probable que la líder británica quiera alardear de progresos con sus todavía socios comunitarios para tratar de legitimarse ante sus correligionarios. La resolución del Parlamento tratará de agrietar esa valoración.
Salvo sorpresas, el texto tiene garantizada la mayoría porque cuenta con el respaldo de Partido Popular Europeo, de socialistas, liberales, izquierda minoritaria y verdes. No lo apoyarán el grupo de conservadores que engloba a los tories, a los europarlamentarios polacos de Kaczynski y a los nacionalistas flamencos ni tampoco el grupo capitaneado por el populista británico Nigel Farage. Esas formaciones trabajan en una resolución alternativa, sin visos de prosperar.
La Eurocámara, cuyo voto es vinculante para el acuerdo final del Brexit aunque no participa directamente en la negociación, ha adoptado la postura más intransigente en este proceso. Los eurodiputados cargan las tintas sobre los derechos de los ciudadanos afectados por la ruptura. La resolución considera “vital” concretar el compromiso, adquirido por May, de incorporar a la ley británica el acuerdo alcanzado con Bruselas. Y se muestra inflexible respecto a la línea roja del Tribunal de Justicia de la UE. Solo esta instancia, según el Parlamento, puede garantizar los derechos de los europeos que permanezcan en suelo británico y de los británicos que sigan residiendo en la UE.
Fuente: El País