No acabamos de organizar el apoyo a los damnificados de Oaxaca y Chiapas, después del terremoto más grande en la historia del país, el cual destruyó casi totalmente varios municipios en estos dos estados, como Juchitán e Ixtaltepec, cuando la Segob declaró en desastre sólo a 283 municipios oaxaqueños. La gente sigue durmiendo en la calle y la generosidad ciudadana ha mandado, y está mandando, apoyo material para quienes perdieron sus casas, sus escuelas y muchos sus vidas. Esta Declaratoria es fundamental para empezar a usar los recursos del Fondo de Desastres Naturales, el Fonden, que repito requiere una aportación estatal o municipal.
En eso estábamos cuando sucede el terremoto del 19 de septiembre, 32 años después, en la misma fecha.
Han muerto, desgraciadamente, un gran número de ciudadanos; la solidaridad internacional ante la emergencia se ha sentido, y aún no terminan las labores de rescate. Lo lamentable de ambos fenómenos naturales, es la pérdida de vidas humanas, que nos desgarra el corazón ante la angustia de quienes aún están atrapados, particularmente la muerte de los niños.
Con todo, la Ciudad de México tiene fortalezas, mejores técnicas de construcción. La prueba es que tienen 2.5 millones de cuentas de predial, pero la desgracia se dio en alrededor de 100 inmuebles, con muchas víctimas.
La solidaridad de los ciudadanos, al igual que en 1985, ha sido ejemplar. Han sido ríos de gente queriendo ayudar, así como el acopio que ha rebasado las necesidades de la Ciudad de México, pero siguen haciendo falta en Morelos, sin experiencia con sismos, Oaxaca y Chiapas, víctimas frecuentes de estos desastres naturales. La reacción de las instituciones y los ciudadanos ha sido ejemplar, no sólo en la capital del país, se mantiene en las comunidades rurales más apartadas; sin embargo, lo que viene es más difícil: por un lado sostener el ritmo de apoyo, y segundo empezar la reconstrucción.
Esta será más lenta y requiere recursos financieros y si son de gobierno, presupuestales. El Fonden tiene recursos suficientes, pero de acuerdo con sus reglas de operación, es necesaria la aportación estatal. Ya se dijo que no habrá recursos del Bono Catastrófico, dado que el sismo es menor a ocho grados, por lo que deberá planearse adecuadamente el uso de los recursos de este fondo. Si se usará para el sismo que afectó a Oaxaca y Chiapas y los recursos se les entregaran directamente.
En el caso de la CDMX, el jefe de Gobierno mencionó disponer de 3,500 millones de pesos, ya liberados, para la reconstrucción, aunque tienen dos veces más en el Fondo de Atención a los Desastres Naturales del Gobierno de la Ciudad de México, el Fonaden, lo que ningún estado ha podido integrar dada su limitación de recursos fiscales, a pesar de que las participaciones se han mantenido por arriba de lo programado, excepto para Tabasco y Campeche.
Desde 2008, la Ciudad ha tenido una administración tributaria eficiente e imaginativa, a pesar de que algunos políticos la calificaron de “voracidad recaudatoria”. Gracias a eso crearon el Fonaden, en 2015, con tres mil millones de pesos, lo que les permite un margen de maniobra inmediato.
Interesante por cierto la disposición del sector empresarial, al crear el Consejo Coordinador Empresarial el fideicomiso llamado “Fuerza México”, para integrar todos los donativos de personas, organismos, organizaciones empresariales y empresas para apoyar las acciones de reconstrucción; el apoyo de las universidades públicas y privadas.
Lo importante es que no nos olvidemos de la región del sureste, donde el país tiene una deuda eterna que sólo se pagará impulsando proyectos de desarrollo que generen desarrollo regional y empleo a su población, para que tengan mejores viviendas, que resistan estos fenómenos que desafortunadamente seguirán sucediendo.
Fuente: El Financiero