Por Carlos Ferreyra 

 

Va la pena recrear este material publicado desde octubre pasado, pero que cobra actualidad cuando están en pleno las campañas políticas de los aspirantes a la Presidencia de la República.

Abreviando, un capo del narcotráfico recluido en una cárcel poblana, establece comunicación con el exgobernador, Rafael Moreno Valle a quien pide que confirme si el dinero que le están pidiendo las autoridades carcelarias es en verdad para su campaña presidencial.

Obvio, Moreno Valle puede ser el sujeto más deshonesto del mundo –así dicen que lo demostró a su paso por la administración pública, que dejó en la inopia—pero desde luego como suelen decir en el medio político, es acusado de  ladrón pero no de pendejo.

A los reclamos del michoacano que controla parte de la venta de estupefacientes en el reclusorio, no hubo respuesta conocida de Moreno Valle. Si contestó seguramente utilizó un propio y allí se arregló todo.

El texto original dice textualmente que desde el Centro de Readaptación San Miguel, Eulalio Flores Infante estuvo tuiteando al hoy aspirante presidencial al que informó que los directivos del penal le pedían una cuota determinada para permitirle continuar con su comercio de drogas.

Desde su celda y sin ocultar nombres, señaló que Rafael Carbajal Paz, director, y Orlando Velázquez Rojas, le exigieron aportaciones para la campaña presidencial de Rafael Moreno Valle, así se lo precisaron, por lo que optó por ponerse en comunicación directa con el mandatario estatal, al que le menciona que puede corresponder la llamada a sus tres celulares.

Porque el delincuente, temido por sus compañeros de reclusión, cuenta con extremas facilidades y además de los tres celulares puede acceder a redes sociales y al feisbook, afirman los reos de la prisión de San Miguel.

El periódico Central, autor de la denuncia, quiso corroborar la existencia de la misma y la existencia, también, del denunciante. @cayacoinfante, la clave del tuitero, que  respondió con fotos de la celda donde está encerrado.

Posteriormente, en una entrevista Flores Infante reafirmó los señalamientos contra los dos funcionarios carcelarios, a los que acusa de permitir la proliferación de bandas narcomenudistas y la venta de celulares a quienes los pueden pagar. Si alguno se opone o se queja, es remitido
sin apelación al penal de alta seguridad en Tepexi de Rodríguez:
“Lo cabrón es que la plaza de la droga la han vendido dos o tres veces y cuando no les cumplen los mandan castigados a Tepexi (…) Yo solo trabajo lo que sé y me arreglo con quien debo. Cualquiera lo hace y lo haría igual. Pero estos cabrones ahora piden más y más”, señala el diario.

Menciona además que el control de la droga fue entregado a un grupo que se dice ligado a Los Zetas, mismos que dos meses antes de la publicación de este texto, intentaron linchar al director dentro de la cárcel.

A lo anterior deben sumarse otras denuncias: el empresario Jorge Aduna, señalado por asesinato, controla el área de visitas íntimas y alquila habitaciones en diez mil pesos mensuales para reos de alto poder adquisitivo. Les brinda comodidad diaria.

Agrega el periódico Central que Aduna está encarcelado desde febrero de 2016 por el asesinato de seis jóvenes a finales del año pasado. Según la Fiscalía poblana, el empresario los cazó uno a uno, con ayuda de sus guaruras, luego de que supuestamente entraron a una de sus propiedades a robar y abusaron sexualmente de una mujer miembro de su familia.

Las denuncias y el hecho de que ahora el tráfico de drogas en ese penal se divide entre tres bandas, una de poblanos, otra de presuntos zetas y los michoacanos de Eulalio, hace suponer que a los tres grupos les habrían impuesto cuotas para la campaña que desde hace tiempo, meses y quizá un par de años, ha desarrollado Rafael Moreno Valle.

Lo único que se ocurre es que las autoridades electorales, tan prestas para multar y apropiarse de parte del dinero de los partidos políticos a la menor provocación, sirvan para algo e investiguen hasta dónde está entrando el dinero sucio por lo pronto, en esta campaña donde hay más que evidencias, acusaciones firmes.

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