Tras recibir los embates de Donald Trump y Benjamin Netanyahu en la Asamblea General de la ONU, el presidente iraní, Hasan Rohani, salió en defensa del pacto nuclear de 2015 y alertó de que si se viola responderá de forma decidida. “Rechazamos las armas atómicas; pero imagínense un Oriente Próximo sin ese acuerdo, imagínense una crisis nuclear artificial”, afirmó Rohani poco después de que Trump dejase caer que su decisión ya estaba tomada. “Sería una lástima que un pacto internacional fuese destruido por un recién llegado a la política mundial”, zanjó el líder iraní.
El pacto ha entrado en crisis. Suscrito el 14 de julio de 2015 en Viena, su núcleo consistió en limitar el programa atómico iraní a cambio del levantamiento de las sanciones. Pero su alcance era mucho mayor. No sólo ponía freno temporal a la bomba iraní, sino que abría un espacio de distensión tras cuatro décadas de pulso entre Teherán y Washington. Muchos lo paragonaron con Camp David, que en 1978 selló la paz entre Israel y Egipto, y pocos dudaron de que se trataba de uno de los mayores éxitos diplomáticos de Barack Obama. Un triunfo del multilateralismo y el diálogo en un territorio proclive a la sangre y la furia.
Pero también hubo críticos. Desde un principio, Israel ha rechazado el texto de Viena. Considera que contiene una cláusula de extinción que se activa a los 10 años y que, por tanto, no pone fin real al desarrollo del arma nuclear. “Cuando llegue el momento, Irán podrá enriquecer uranio a escala industrial, no para fabricar una sola bomba atómica, sino muchas. Imagínense cientos de bombas nucleares en manos del imperio islamista iraní. No queda otra que cambiar el acuerdo, invalidando la cláusula de extinción y enviando inspectores a las instalaciones sospechosas, o directamente romper el pacto y volver a imponer sanciones paralizantes”, afirmó el martes el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante la Asamblea General.
Trump, un aliado absoluto de Israel, tampoco se muestra partidario de mantener el acuerdo. Aunque en las revisiones trimestrales su Administración ha dado tres veces el visto bueno, el presidente reniega públicamente del texto. Ya en campaña lo calificó como “el peor del mundo” y este martes, ante el Asamblea General, lo tachó de “vergüenza” y dejó la puerta abierta a iniciar a mediados de octubre el proceso de ruptura.
En esta encrucijada, una salida de EU sería unilateral. Ninguno de los otros seis firmantes (Irán, Francia, Rusia, China, Reino Unido y Alemania) apoya su denuncia. Por el contrario, París ha pedido abiertamente a Trump que lo conserve bajo el argumento de que evita la proliferación nuclear en un escenario mundial sometido a la escalada norcoreana.
En su intervención ante la ONU, Rohaní no se quedó atrás. Tras definirse como un adalid de la moderación y la paz, el presidente iraní recordó que el pacto no era patrimonio de uno o dos países sino el resultado de dos años de negociaciones multilaterales amparadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. “Su titular es la comunidad internacional”, señaló. En esta línea, insistió en que Irán, a diferencia de Israel, jamás ha pretendido la bomba atómica: “No buscamos la disuasión a través del arma nuclear y no nos preocupa renunciar a una opción que jamás buscamos”.
Sin elevar el tono, el líder iraní no quiso dejar pasar los ataques de Trump. La víspera, desde la misma tribuna, el presidente de EEUU había calificado al régimen de los ayatolás de “dictadura corrupta, asesina y desestabilizadora”. “Oprimen a su pueblo, exportan caos y destrucción y persiguen el fin de Estados Unidos e Israel”, clamó.
Rohaní consideró esas palabras, aunque sin citar a su autor, como parte de “una retórica odiosa e ignorante”. “Es una lástima que un acuerdo así sea destruido por un recién llegado a la política internacional. Al violar acuerdos internacionales, Estados Unidos socava su propia credibilidad. Washington tendrá que explicar a su pueblo por qué no contribuye a la paz y la estabilidad”, concluyó el presidente iraní.
En este clima deteriorado, la posibilidad de una mejora parece cada día más lejana. Al tiempo que Rohaní daba su respuesta en la Asamblea General, su ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, se reunía bajo los auspicios de la Unión Europea con el secretario de Estado, Rex Tillerson. Ambos buscaban un punto de encuentro en una cita a puerta cerrada. Fuera los tambores no dejaban de redoblar.
Fuente: El País