Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Vamos a darle diez años para que empiece a funcionar una vuelta de tuercas que avizoro imparable: la inminente introducción de la inteligencia artificial en la vida productiva de los seres humanos trastocará el entramado laboral habrá una extinción de muchos puestos de trabajo, jornadas laborales reducidas y flexibles.
En suma, habrá millones de personas que deberán ingeniárselas para sobrevivir, para no sucumbir arrolladas por la Cuarta Revolución Industrial y me atrevo a afirmar que su única vía de escape estará en el campo… en las áreas rurales.
En los últimos cien años el campo y las actividades más básicas del sector primario de la producción han estado adelgazando su participación dentro del PIB afectadas por la tecnificación, la desertificación y el éxodo masivo de las áreas rurales hacia las zonas urbanas.
Empero, esta tendencia, anótelo bien amigo lector no es que vaya a cambiar del todo totalmente pero después de 2030 en muchas ciudades y grandes urbes la gente cuya actividad profesional no necesariamente requiera permanecer in situ tenderá a repoblar muchas comunidades agrícolas abandonadas.
Los pueblos volverán a recuperar la vida de antaño porque también el Internet está haciendo posible ese milagro, en la medida que las comunidades y los poblados sean incluidos en la Sociedad de la Información, entonces, se permitirá ese retorno aliviado por la premisa de permanecer comunicados.
Claro que sucederá, me refiero a familias que migrarán despojados de su complejo de urbanitas en busca de lo más básico, de una mayor calidad de vida y hasta de hacer de la autoproducción una forma de sustentabilidad.
Hay personas que en la actualidad -en pleno 2017- están tomando la sensibilidad necesaria para avizorar lo inevitable y van anticipándose, porque llegará.
La generación de los Millennials no están dispuestos a repetir los errores ni de sus padres ni de sus abuelos, muchos ni siquiera pretenden hipotecarse, en algunos países como en Europa donde existe una denodada propensión a ser dueños de la vivienda y prácticamente encajan el binomio trabajo-hipoteca de por vida con créditos que pueden sobrepasar los 25 años, las nuevas generaciones lo ven como un grillete y una enorme tensión en medio de incertidumbres futuras porque ya está probado: te casas con una persona pero no con tu trabajo hoy en día el contrato para toda la vida, hasta la jubilación, es tanto como sacarse la lotería.
A COLACIÓN
En México, el tren que genera la riqueza está repartido en tres vagones: el sector primario de la producción participa con el 4% del PIB; el secundario, con el 32.9% y el terciario con el 63.11 por ciento.
Uno de los efectos del NAFTA-TLCAN renegociándose en la actualidad con Estados Unidos, ha sido precisamente el achicamiento del sector primario de la producción porque hemos llegado al paroxismo de importar hasta el maíz que comemos. ¡Una nación agrícola ciento por ciento capaz de producir su propio maíz, lo importa amarillo, desde Estados Unidos!
Muchas actividades se han dejado de hacer en el campo bajo el pretexto de que sale más barato importarlo, pero si dejamos los costos de lado, todavía hay millones de familias en México que se alimentan directamente de lo que producen y el resto lo cambian, lo venden o participan de una especie de trueque. La ambición por la conquista de la ciudad quizá seguirá latente en el corazón de los naturales de pueblos y comunidades pequeñas como el que se empecina en irse a Estados Unidos para buscar su particular “american dream”.
Yo sí creo que habrá cada vez más generaciones más conscientes de todo cuanto les rodea y serán menos avariciosas en términos pecuniarios y más amigables con el medio ambiente.
Ni el dinero da la felicidad, ni compra la eternidad; a veces una vida austera (en el lugar exacto) con la persona desarrollándose en lo que verdaderamente le place proporciona más felicidad que todo el oro juntos.
En España, ya hay varias comunidades rurales poniéndose las pilas, evitando que sus pueblos desaparezcan y se conviertan en fantasmas en la orografía.
En la nación ibérica existen más de 3 mil 200 pueblos abandonados, algunos resisten el cambio ingeniándoselas y adaptándose a la revolución digital montando sus tiendas de ventas online de sus productos locales y de otros artículos; así se han convertido en expendedores hacia a otras partes de España pero también están probando éxito como exportadores. ¡Y siguen ordeñando sus vacas!
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales