Creer con ligereza, gran torpeza
Leí puntualmente la investigación de los periodistas Ignacio Rodríguez Reyna y Alejandra Xanic –ambos serios, profesionales y de prestigio reconocido– sobre los presuntos vínculos del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, con el consorcio Odebrecht.
Según los datos de Quinto Elemento Lab publicados en un reportaje especial para el semanario Proceso, Lozoya habría recibido sobornos de la empresa brasileña, primero como coordinador de Asuntos Internacionales durante la campaña de Peña Nieto, y luego como director general de Pemex, todo a cambio de jugosos contratos, según testimonios de “delatores premiados” por la justicia brasileña.
Desde luego, Lozoya es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Mientras, el imputado, en capilla, irá al banquillo. Esa sería la veta jurídica que habrá de investigarse para deslindar responsabilidades. El abogado defensor de Lozoya, Javier Coello Trejo, quien forzó a la PGR a citar a su cliente, sugiere que Lozoya no tocó ni un centavo de ese dinero depositado en cuentas bancarias que según la información difundida fueron abiertas en conocidos paraísos fiscales.
Cierto. Puede ser que la multinacional Odebrecht haya depositado el dinero en varias cuentas, lo que no sabemos es qué pasó con ese dinero, sí o no lo retiró el señor Lozoya, o existe alguien más detrás; importa mucho seguir la pista del dinero tanto como saber si la PGR, a cargo de Raúl Cervantes, ex abogado de la campaña presidencial, va a llegar hasta el fondo.
El escándalo de moda tiene además una veta política inocultable. Estalla al día siguiente de haberse celebrado la XXII Asamblea Nacional del PRI, y eso destila veneno.
Si no hubiera salido el caso de Odebrecht-Lozoya, estaríamos hablando de los saldos positivos que tuvo la asamblea del partido en el poder y sobre todo para el presidente Peña, quien se vio como pez en el agua, apapachado, ovacionado como un verdadero rockstar en el escenario del Palacio de los Deportes, donde diez mil de los suyos se comprometieron a mantener la unidad del partido para que el “dedo” de Peña señale al candidato presidencial. Todo salió conforme al guion.
Todo iba bien hasta que fue mal.
Al día siguiente, el ánimo presidencial cayó del cielo al suelo al aparecer la supuesta transa de Odebrecht-Pemex en el diario O Globo y en el reportaje de Rodríguez Reyna y Xanic.
El asunto “robó” cámara a la “fiesta” del PRI. ¿Llegó para quedarse de aquí a la elección presidencial?
El golpe podría ser mortal para el apremio del partido tricolor que intenta conservar el poder al sembrase la duda de dinero sucio durante la campaña presidencial.
El vocero de Los Pinos, Eduardo Sánchez, reaccionó inmediatamente: «Me parece absolutamente irresponsable lo que acabo de escuchar. Hacer un señalamiento como ese en base a una sospecha, a una coincidencia de fechas, me parece que es una versión absurda, falsa y de mala fe. No hubo tal cosa». (…) Es absurdo este caso de que haya sido este dinero invertido -invertido entre comillas- para comprar la voluntad del candidato del PRI a la Presidencia de la República de aquel entonces, Enrique Peña Nieto».
Mientras, los opositores del PRI tienen en las manos “oro molido”. Van a maniobrar con la idea de que el partido tricolor usó ese dinero para la campaña presidencial, que le llegó al mismísimo candidato, que Peña estaba enterado… y agréguele. En ese sentido, el golpe es durísimo no solamente a Lozoya, sino por extensión a Peña Nieto, y desde luego a los priístas que están ansiosos por recuperar de lo perdido lo que aparezca.
EL MONJE SOLIDARIO: Cuando le pegan a un reportero, columnista o informador, le pegan a todo el gremio. Héctor de Mauleón, periodista y compañero de páginas en EL UNIVERSAL, recibió la enésima amenaza de muerte. En un video colocado en Twitter desde la cuenta de @GayoFlipa, localizada en la delegación Tláhuac, se observa una mano empuñando un arma, la cual dispara seis veces sobre una fotografía de Héctor; letras sobrepuestas ladran: “El Gallo con ojos al patrón…Usted está muerto, Perro”. El texto del “posteo” redondea la cobardía: «Sr. Héctor la sentencia está por cumplirse, la muerte le ha llegado”. Héctor De Mauleón ha documentado la existencia de grupos criminales en la CDMX, de la Condesa a Tláhuac, precisamente. Señor procurador Edmundo Garrido, ahora también, como Héctor, usted tiene la palabra.