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PRI y PAN, cuando el amor termina. Por Benjamín Torres

Publicado por
José Cárdenas

Por Benjamín Torres 

 

 

 

 

En la estridente serie de dimes y diretes que están obsequiando a la opinión pública, los dirigentes del Partido Revolucionario Institucional y de Acción Nacional exhiben sus vastos recursos para denostarse mutuamente, luego de que los azules han puesto toda clase de obstáculos para nombrar al primer fiscal general de la República, pero también por el tema de la impugnada elección en Coahuila. Los panistas parecen no estar dispuestos a ceder en ninguno de los dos casos.

Pero los amagos de los panistas se han intensificado con su decidido apoyo a la creación del Frente Amplio Democrático en conjunto con el PRD. Esto es, quizá, lo que más molesta  y preocupa al Revolucionario Institucional y al jefe supremo del partido que despacha en Los Pinos. Rota cualquier posibilidad de reconciliación entre el PRI-PAN, la guerra de lodo no tardó en llegar.

Ricardo Anaya fue exhibido la semana pasada, en un artículo periodístico, como uno más de los políticos mexicanos que “extrañamente” se enriquecen de manera exponencial cuando detentan una posición privilegiada en sus partidos o en algún puesto público. Su familia política fue señalada en el mencionado reportaje como beneficiaria del cargo que hoy ostenta el dirigente blanquiazul.

Y queda a la perfección —en este choque de trenes entre priistas y panistas— la frase usada por el Joven Maravilla para referirse al balconeo del que fue objeto: “En política no hay casualidades”. Desde luego que no las hay. Todos lo sabemos. Para Andrés Manuel López Obrador, lo del queretano “es que a lo mejor  se peleó con el priista Enrique Peña Nieto, estaban muy amigos, pero ahí en la mafia también se pelean y se sacan sus trapitos al sol”. El desencuentro es evidente.

Sí, definitivamente, luego de que a Anaya Cortés le sacaran sus “trapitos al sol”, el romance entre azules y tricolores simplemente se fue por la coladera. Tanto que el calibre de los rencores quedó ubicado en una dimensión de guerra, tal como describió el escenario el propio líder del PAN:

“Frente al actual gobierno priista federal estamos en un franco estado de guerra, con tres frentes: 1) Imponer fiscal general para los próximos 9 años, que es el que será el responsable de investigar todos los delitos federales corrupción, narcotráfico, enriquecimiento ilícito, incluyendo los de los Duarte, Borge y todos los posibles actos de corrupción cometidos en esta administración. 2) Evitar las alianzas electorales, porque 7 de cada 10 mexicanos quiere un cambio; y 3) El PRI ya tomó la decisión estratégica de ir primero por el PAN, como hizo en el Estado de México, donde utilizaron las instituciones para afectar al partido y su candidata”.

Así que no quedan dudas acerca de cuál es la relación actual de los alguna vez entrañables “amigos”. Si alguien desea confirmarlo, sólo hay que remitirse a las declaraciones de Enrique Ochoa Reza, presidente del CEN del PRI, quien parece haber olvidado los buenos modales. Esos tan imprescindibles, pues en política la forma es fondo; sin embargo, no se anduvo con rodeos para espetarle a su contraparte: “Parece más un niño llorón. (…) En el PRI estamos concentrados en ganar el futuro y no vamos a perder el tiempo peleando con niños llorones”. Así de áspera la descalificación.

Pero la “guerra” del PAN contra el PRI no se da únicamente entre su dirigencia. Ya irrumpió en el Senado de la República, donde el pasado fin de semana se confrontaron los coordinadores de sus respectivas bancadas, Fernando Herrera Ávila y Emilio Gamboa Patrón. El primero, quien también preside actualmente la Junta de Coordinación Política (Jucopo), acusó al yucateco de ser uno de los hombres más ricos de México y exigió que presentara su declaración patrimonial.

Gamboa consideró abruptas e infundadas las afirmaciones del panista. “Quiero suponer  que la desesperación y el nerviosismo con la que está actuando el coordinador de los senadores del PAN es producto del momento crítico por el que atraviesa su partido”, reviró el priista, quien además aseguró: “durante más de 30 años he cumplido con lo que establece la ley, al presentar mis declaraciones patrimoniales y de impuestos, en tiempo y forma, como es mi obligación como servidor público”. Llama la atención que don Emilio no desmintió ser de los más ricos en México.

El meollo del pleito entre Gamboa y Herrera es la disputa por la Presidencia de la Jucopo en el periodo ordinario de sesiones que inicia el próximo viernes, pero exacerbado por la “guerra” que ya oficializó Ricardo Anaya. Entre el pavor del PRI por ser echado de Los Pinos nuevamente y las “conductas” no muy claras del Joven Maravilla en cuanto a la forma vertiginosa en que acrecentó su fortuna y la de sus parientes “no tan cómodos”, se manifiesta la siempre repudiada guerra de lodo, basada en filtraciones, acusaciones y toda clase de descalificaciones.

Resulta claro que el PRI tiene miedo de perder el poder y, como consecuencia de ello, usará todo lo que esté a su alcance para intentar evitarlo. Hoy, el PAN es  primer objetivo a  descarrilar y, con él, a un posible presidenciable que ya sintió en carne propia cómo se las gasta el partido en el poder.

@BTU15

 

 

 

 

 

 

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José Cárdenas