Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Que sea más rápido, más novedoso, más eficiente y más accesible para movilizar a las grandes masas, ésa es la meta del nuevo tren de alta velocidad fabricado en Estados Unidos.
La idea ha sido felizmente concretada por una start-up que lleva más de una década dándole vuelta al proyecto en un país rezagado en movilidad ferroviaria.
Durante años ha debido conjuntar el know how que la ingeniería de vanguardia va pautando en el renglón de la suspensión magnética, esto es, permitir el desplazamiento a una velocidad increíblemente rápida sin necesidad de ruedas de acero; hacer de la física, la electromagnética y la ingeniería el arte de la suspensión.
El tren Hyperloop One XP-1 “levita en el aire debido a un sistema de suspensión magnética que tiene como objetivo moverse a un mil 200 kilómetros por hora”.
Parece una locura sin embargo en términos de innovación científica y tecnológica el ser humano no tiene límites, ya lo ven ustedes amigos lectores, con la creación de la Inteligencia Artificial; una persona ha sido capaz de concebir a otra (por eso el debate del Parlamento Europeo en torno a que los robots sean personas electrónicas) por la vía de los chips, las tuercas y una carcasa pero con un cerebro artificial que bien podría desplazar a la inteligencia humana.
Ya no es el avión supersónico es el tren rompiendo los últimos estereotipos, los ingenieros serán (habrá que confiar en ellos) los que diluciden qué tan seguro es movilizar masivamente a cientos de personas a velocidades nunca antes conocidas.
Recordemos que el tren más rápido del mundo es el Maglev con 603 kilómetros por hora está en Japón (es de levitación magnética); le sigue China Railways con 416 kilómetros por hora; el AVE español con 330 kilómetros por hora; después el Hayabusa Shinkansen de Tokio con 320 kilómetros por hora.
En Alemania está el Deustche Bahn ICE a 320 kilómetros por hora va desde Colonia a Frankfurt; el tren que cruza el Canal de la Mancha lo hace a 320 kilómetros por hora se llama Eurostar.
También está el Thalys entre Francia, Holanda, Bélgica y Holanda a 300 kilómetros por hora; luego sigue Italia con el Trenitalia Frecciarossa con la misma velocidad y en los dos últimos sitios figuran el Hokurku Shinkansen a 260 kilómetros recorre la ruta Tokio-Nagano y finalmente, el Amtrak de Estados Unidos, a 241 kilómetros por hora.
A COLACIÓN
Recientemente Hyperloop concluyó las pruebas de su tren de levitación a más de 300 kilómetros por hora, una fase que según los dueños (un pull de inversionistas) les permite pasar hacia su comercialización.
¿En dónde? Los planes apuntan a Europa, sorprende porque sobre todo
Estados Unidos está ávido de una modernización de sus vías ferroviarias y de los trenes, van con un rezago relevante. El tamaño no debe ser un pretexto tampoco la orografía veamos a China el país que gobierna Xi Jinping está decidido a modernizar su infraestructura de comunicaciones.
Además hay que considerar que si bien no hay ruedas de acero y con eso se estima reducir costos -tanto de producción como de mantenimiento- es importante que la vía esté en condiciones óptimas para propulsar la levitación magnética.
Por ahora esas velocidades estratosféricas seguirán aguardando porque el Maglev si bien logró los 603 kilómetros por hora entrará en operación hasta dentro de unos años cuando todas las pruebas de repetición constaten que “no existe riesgo para la vida humana”.
Si recurrimos a la física entre velocidad, peso y masa, un accidente sería una catástrofe supersónica por eso es que el Hyperloop de tecnología estadounidense -todavía más ambicioso que el nipón- no correrá por arriba de los mil kilómetros por hora hasta quizá mediados de siglo.
¿Y México? También es la gran interrogante, ¿cuándo los trenes de alta velocidad? Apuesto que sin tanta corrupción pública desde hace muchos años atrás tendríamos esta moderna, práctica, cómoda y menos contaminante opción de transporte. Y la gente dejaría de estar a merced de oligopolios en los autobuses foráneos.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales