“Es mejor permanecer callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”. La frase es del actor, humorista y escritor estadunidense Julius Henry Marx, mejor conocido como Groucho Marx, quien murió por neumonía hace 40 años en Los Ángeles, el 19 de agosto de 1977. Tenía 86 años.
Como ésta, Marx formuló muchas frases más que aún permean en las generaciones actuales, con un humor franco y ácido, haciendo de la ironía un arte. Entre ellas, la veraz: “¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero, pero cuestan tanto!”.
Groucho —quien fue parte de los cómicos estadunidenses conocidos como los hermanos Marx, quienes tuvieron éxito en Broadway y enseguida en el cine— fue ganador de un premio Oscar Honorífico en 1974, por su trayectoria cinematográfica.
Por qué habría de preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?”, dijo. Su cuestionamiento quizá respondió a su poca preocupación por lo venidero y a las inquietudes de lo que dejó: sus tres exesposas, sus tres hijos, un legado de 18 películas (14 junto a sus hermanos) y millones de admiradores, o quizá al robo de sus cenizas, en 1982, devueltas la misma noche, que ahora reposan en el Eden Memorial Park en Mission Hills, California.
He pasado una noche estupenda… pero no ha sido ésta”, expresó sarcásticamente alguna vez.
Nacido el 2 de octubre de 1890 en Nueva York, Groucho Marx fue el cuarto de seis hermanos. El primero fallecido a los siete meses de edad. Hijo de inmigrantes alemanes, Groucho estudió canto y sus hermanos piano y arpa.
Su debut fue a los 15 años como cantante solista y actuó junto a sus hermanos en vodevil. Con la obra Cocoanuts (1925-1928), los Marx actuaron en Broadway, pero fue con Paramount con la que hicieron sus primeras películas Los cuatro cocos, Plumas de caballo y Sopa de ganso. Después con la Metro Goldwyn Mayer, junto a sus hermanos, filmó Una noche en la ópera y Un día en las carreras.
Groucho, cuyo nombre artístico lo tomó como un derivado de la palabra gruñón, tuvo como uno de sus personajes emblemáticos a un abogado con un bigote de betún, quien haría todo por dinero y tenía gran habilidad para hablar.
Disculpen si les llamo caballeros, pero todavía no les conozco bien”, fue otro de sus dilemas.
En sus 86 años de vida, Groucho no sólo participó en 26 películas, sino que también cultivó su gusto por la literatura y escribió media decena de libros y creó amistades con novelistas de la talla de T.S Elliot o Carl Sandburg.
Notable también fue su simpatía por el cineasta Woody Allen, de quien llegó a decir que era “el mejor”.
Dicen que Allen tomó cosas de Los Hermanos Marx. No tomó nada. Quizá hace 20 años se inspiró, pero hoy es original. El mejor, el más gracioso”, dijo en una entrevista con el crítico de cine Roger Ebert.
El cómico tuvo gran éxito en Estados Unidos con el programa de televisión Apueste su vida y escribió los libros Groucho y yo y Memorias de un amante sarnoso, entre otros.
Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”, afirmó.
Otro atrevimiento que reflejó su carácter irreverente fue el de bailar en el verano de 1958 sobre el búnker en el que Adolf Hitler se suicidó, cuando Groucho viajó a Alemania para visitar el país natal de su madre, de familia judía.
El cómico insistió en visitar el lugar del fallecimiento del dictador nazi, trepó los seis metros de altura de escombros en los que se había transformado el refugio y procedió a marcarse un jovial charlestón como gesto de desafío.
Fuente: Excélsior