Relacionados con ajustes de cuentas del crimen organizado, seis cadáveres fueron localizados en un pozo artesanal utilizado como fosa clandestina y en un campamento abandonado en la zona sur del municipio de Ensenada.
De las víctimas cuatro fueron desmembrados, otro recibió al menos tres impactos de arma de fuego y uno más fue incinerado.
Durante la mañana del viernes 11, alrededor de las 9:00 horas, una llamada anónima advirtió a las corporaciones policiales sobre la presencia de tres cadáveres de hombres en un pozo en un paraje de la delegación municipal de San Quintín, en el rancho San Marcos.
Militares y agentes municipales y ministeriales hicieron un operativo para detectar la zona del multihomicidio y encontraron el pozo, que se ubica a 10 kilómetros aproximadamente al oriente de la Carretera Transpeninsular en el ejido Nueva Odisea.
Tras cinco horas de trabajo de rescate de bomberos se logró sacar, de 10 metros de profundidad, a cuatro hombres que fueron ejecutados: uno tiene impactos de bala en la cabeza y el resto están desmembrados.
La Procuraduría General de Justicia de Baja California emitió una tarjeta informativa para confirmar el hallazgo y precisar el número de muertos, así como los puntos donde fueron localizados.
En el documento señaló que a cuatro kilómetros del pozo se encontró el cadáver de un hombre incinerado y a 50 metros de distancia los restos dispersos de otro hombre.
Fuentes consultadas precisaron que una de estas víctimas estaba en un campamento abandonado que contaba con techo de malla sombra y estructura de metal. A unos metros también encontraron un carro Ford Mustang, blanco, y una camioneta Dodge Caravan, roja, ambos con placas de Estados Unidos.
Trascendió que la zona se habría ocupado para el descenso de avionetas con cargamentos de droga, luego de descartar que se trataba de un sitio para la siembra de enervantes.
En el municipio de Ensenada, el más grande en extensión territorial de México, es la segunda ocasión en esta década que se realiza el hallazgo de fosas clandestinas.
La primera de ellas ocurrió en enero de 2013, cuando el cadáver de un hombre -asesinado dos años antes- se localizó en una fosa de una casa de la delegación Maneadero. La segunda se registró en abril de ese año al descubrirse dos cuerpos sin vida en una fosa de un predio de la colonia Domingo Luna del puerto de Ensenada.
Sin embargo, el caso de mayor trascendencia son las fosas clandestinas al oriente de Tijuana utilizadas por Santiago López, “El pozolero”, un albañil habilitado por Teodoro García Simental, “El Teo”, para deshacerse de los cadáveres de sus oponentes en el trasiego de drogas o de víctimas de secuestros durante sus tiempos como teniente del Cártel de Tijuana y después al servicio del Cártel de Sinaloa.
“El Pozolero” disolvía los cuerpos en tambos de acero con cal y ácido para posteriormente enterrar los restos en diferentes puntos de la zona. Para expiar culpas, confesó durante su proceso judicial que nunca asesinó a nadie, pues le eran entregados los cadáveres, y tampoco deshizo los cuerpos de niños ni mujeres.
Fuente: Proceso