Las únicas sorpresas fueron el momento y el escenario elegidos. Pero en España y en el resto de Europa, gobiernos y servicios de inteligencia sabían que ese país era uno de los próximos blancos del terrorismo yihadista.
Miembro de la coalición militar que está diezmando al Estado Islámico en Sira e Irak, España -como Francia, Gran Bretaña, Alemania o Estados Unidos-, no podía quedar afuera de la lista de blancos escogidos por la organización para vengarse. Por eso, desde hace un año el país está sometido a una alerta terrorista de nivel 4 en una escala de 5.
Con ese objetivo, el Estado Islámico (EI) dispondría desde hace tiempo de un importante centro de operaciones en España, afirma Michel Prazan, autor de «Una historia del terrorismo». Esa célula específica, llamada «Al Andalus», tiene como objetivo principal la organización y ejecución de atentados en territorio español», precisa.
«La simple existencia de esos grupúsculos indica que la organización jihadista tiene la intención clara de atacarnos y que los preparativos están en marcha», escribió por su parte el periódico ABC en julio de 2016, después de una extensa investigación.
«Los españoles que militan en la organización terrorista, basados en Siria e Irán, ejercen una presión cada vez mayor sobre sus cómplices residentes en la península», anotó el diario.
Según el ministerio español del Interior, unos 200 españoles partieron a esos dos países a engrosar las filas del EI. Muchos de ellos murieron durante la «guerra santa» y solo unos 30 habrían regresado.
El problema reside en que raramente, cuando se los detiene en España, esos extremistas radicales tienen en su poder armas y explosivos: «Generalmente se los detiene por propaganda islamista», precisa una fuente francesa de inteligencia.
Como sucede con el resto de los países escogidos para lanzar sus ataques, el EI reprocha a las fuerzas especiales españolas esos arrestos, practicados en el marco de la colaboración europea anti-terrorista.
Sin embargo, tratándose de España, también hay otra explicación, cargada de simbolismo.
Los yihadistas consideran que España -y en particular Andalucía- forma parte del califato autoproclamado por el líder del EI, líder Abubakar al-Baghdadi.
«Recordemos que en el año 1000, casi todo el sur del país formaba parte del califato de los omeyas». Y los yihadistas están decididos a recuperar «todos los territorios que fueron conquistados por los cristianos», señala Prazan.
A ese argumento delirante también se podría agregar que los terroristas no necesitan demasiadas excusas cuando se trata de sembrar el dolor y la desolación.
Una cosa es, sin embargo, segura. Este ataque es un nuevo signo del debilitamiento de la organización. Ante su pérdida de influencia en Siria y en Irak y la desbandada de sus
cuadros dirigentes, el EI lanza llamados desesperados a todos los alienados, perturbados y desequilibrados de la tierra para que multipliquen sus acciones y compensar así, de alguna manera, su espectacular derrota.
Fuente: La Nación
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