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WaTho-Huk: Un Sendero Luminoso. Por Bolívar Roblero

Publicado por
José Cárdenas
PRIMERO Y DIEZ
Por Bolivar Roblero
En el último cuarto del siglo XIX irrumpió en los círculos de alta sociedad de la rancia Londres Victoriana, un joven y talentoso irlandés que vendría revolucionar la forma de pensar anquilosada de aquel entonces, su nombre: Oscar Wilde, satírico, audaz y extravagante, que tenía en su prosa y palabra, la fórmula mágica para abrirse paso en esa severa sociedad.
A base de ingenio y talento el joven Wilde logró ser aceptado en el círculo más cerrado de la aristocracia londinense; sus poemas, su frases y sus cuentos pronto sedujeron a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, por igual, su cuento “El Príncipe Feliz” que aparecido en 1888, terminó por derribar las últimas barrera que se levantaba entre él y lo más selecto de la nobleza y la alta sociedad británica que se le rindió. Tres eran las características fundamentales que hicieron de Wilde el centro de atención de la Londres Victoriana: su humor mordaz, su brillante conversación y su estrafalaria forma de vestir.
En la cúspide de su éxito publicó el célebre “Retrato de Dorian Grey” y en el teatro triunfaba su “Importancia de llamarse Ernesto”, mientras Wilde se dedicaba a “retozar” con un joven de la alta sociedad llamado Alfred Douglas, por lo que el padre de éste indignado y sacudido por el romance de su hijo, comenzó un juicio contra Wilde, merced al peso y la influencia que tenía el padre de su amante, el dramaturgo fue encontrado culpable de “indecencia grave”  condenado a dos años de prisión  con trabajos forzados.
Al término de su condena, Wilde sumamente enfermo y hastiado de lo hipocresía de la sociedad, abandonó Londres para refugiarse en París, a dónde murió en la más absoluta pobreza a la edad de 46 años; no paso, sin embargo, mucho tiempo para que la sociedad que lo rechazó, lo reconociera como uno de los pilares de la literatura inglesa, apenas debajo de otro monstro de las letras William Shakespeare, y fue colocado finalmente en el lugar que se merece.
En el futbol americano y en este caso en el deporte en general, ha habido injusticias similares a las que sufrió Oscar Wilde, tal es el caso de Jim Thorpe, nacido en una reservación india de Oklahoma en 1887, fue una extraña mezcla de razas, su padre Hiram era a su vez hijo de un irlandés y una nativa de la tribu Sac-Fox; y por otro lado, su madre era hija de un francés que se casó con una aborigen de la tribu Potawatomi, razón por la que paralelamente a su nombre anglo, también recibió el nombre nativo de Wa Tho-Huk, que significa, Camino brillante, sendero luminoso.
Thorpe Vivió una infancia sumamente difícil, primero perdió a su madre, después a su hermano gemelo y finalmente a su padre, con muchos trabajos y esfuerzos logró colocarse en la universidad de Carlisle, en donde se topó con otra leyenda de los tiempos arcaicos del Futbol Americano: Pop Warner quien era el director atlético de la institución, ahí Tho-Hukpracticó una serie de deportes: natación, clavados, carreras, tenis, basquetbol, y casi toda la gama que se practicaba en Carlisle, por supuesto él quería practicar el deporte de moda: el Futbol Americano, sin embargo Warner, no quería arriesgar a su atleta estrella en un deporte de tanto contacto por lo que intentó disuadirlo, ante la insistencia de Thorpe el coach accedió a permitirle probar, le entregó un balón en la yarda 20 y le ordenó llevarlo 80 yardas adelante, frente a él estaba, no uno sino dos barreras defensivas, la del primero y la del segundo equipo (evidentemente Warner quería desanimar al atleta de una vez por todas), con el balón en brazos Tho-Huk se echó a correr, paso las primera valla de defensivos y se encaminó a la segunda y la traspasó, con una nube de defensas persiguiéndolo, llegó a las diagonales y sonriendo le entregó el balón a Warner mientas garantizaba: “nadie puede derribar a Jim”. Tal era su fortaleza física, su rapidez y su agilidad, que jugaba puestos tan disímbolos como runningback, a la ofensiva, back defensivo, pateador de despeje y pateador de goles de campo, de su mano Carlisle ganó el Campeonato Nacional Universitario, camino a ese título enfrentó al equipo de la Academia de West Point, en donde militaba un joven llamado a formar parte de la historia de Estados Unidos: Dwight Eisenhower, quien lo recordaría 50 años después como “un ser humano dotado de manera suprema”.
Para ese entonces Estados Unidos estaba organizando su delegación deportiva para los Juegos Olímpicos de Estocolmo, Wa Tho-Huk fue seleccionado para participar en dos pruebas: el pentatlón y el decatlón, en donde coincidió con otra leyenda deportiva Avery Brundage (quién años después se convertiría en el presidente del Comité Olímpico Internacional) en Estocolmo su extraordinaria, fuerza, habilidad y destreza le permitieron ganar la medalla de oro en ambas pruebas, con lo que regresó a América con la etiqueta de héroe.
A principios de 1913, violando abiertamente estatutos Olímpicos que preveían en aquél entonces que cualquier objeción, duda o desafío debía ocurrir a más tardar en los 30 días posteriores a la clausura de la olimpiada, la Comisión Atlética de América, presentó una demanda, denunciando que Wa Tho-Huk había violado los estatutos del amateurismo Olímpico al recibir 35 dólares (sí, 35 dólares) por jugar béisbol, infinidad de periódicos (empujados por el odio racial) respaldaron la injusta causa que terminó despojando a Jim “Sendero Luminoso” Thorpe de sus medallas, quien comenzó su carrera deportiva profesional, jugando lo mismo béisbol, que basquetbol y por supuesto futbol americano participando en equipos como los Bulldogs de Canton, los Independientes de Rock Island, los Indios de Orang (estos tres ya desaparecidos) amen de los Gigantes de Nueva York, los Cardenales primero de Tampa y después de Chicago.
Finalmente, la fama, la fortuna y el dinero, se marcharon junto con el vigor, y Tho-Huk debió desempeñar los más disímbolos empleos para sobrevivir; falleció en 1953 sumido en la pobreza, una gran depresión y amargura por el despojo de sus victorias olímpicas.
29 años después de su fallecimiento, reinando en Estados Unidos otra mentalidad más abierta, se comenzó una batalla por redimir a Jim “Sendero Luminoso” Thorpe, el presidente del COI en aquél entonces Juan Antonio Samaranch, propuso la restitución de los honores al vilipendiado atleta.
En una ceremonia especial, los hijos de Thorpe recibieron copias de las medallas ganadas por su padre (las originales fueron robadas y nunca recuperadas).En su junta anual de cronistas la Assosiated Press, nombró a Wa Tho-Huk, el mejor atleta de la primera mitad del siglo,  y el tercero de todo el siglo, apenas debajo de Babe Ruth y Michael Jordan, de acuerdo al ranking de la NFL, Jim Thorpe es el 37º. Mejor jugador que pisado un emparrillado profesional, su estatua está presente en el Salón de la Fama de la NFL como en el Salón de la Fama del Futbol Americano Universitario.
Tanto en el caso de Oscar Wilde, como en el de Jim Thorpe, se cometieron graves injusticias, pero a la larga, se reconoció que en ambos casos, los ofendidos fueron más brillantes que su destino, en suma deambularon por un Camino lleno de luz.
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