Cuenta la leyenda negra que una noche del 1713 el genial compositor italiano Giuseppe Tartini, soñó que se le aparecía el Diablo, que le ofrecía mil y un riquezas, fama, fortuna y poder, a cambio de su alma, Tartini nada tonto, quiso probar que tan poderoso era el ser que se había aparecido en su recámara, así que tomó su violín y luego de desafinarlo deliberadamente, se lo entregó al Demonio, y le pidió que interpretara una melodía que no se hubiera interpretado jamás.
El Diablo tomó el violín de Tartini y sin preocuparse en afinarlo siquiera, comenzó a interpretar una maravillosa y complicada pieza en el violín, dejando boquiabierto al compositor, éste despertó de su sueño y trató de recordar las notas musicales que había arrancado el Diablo de su violín, el resultado fue una maravillosa y complicada sonata para violín que aún hoy en día, los más diestros violinistas del mundo difícilmente pueden ejecutar.
A pesar de lo hermoso, complejo y armonioso de la pieza, la amargura inundó desde entonces el corazón del maestroTartini, ya que siempre afirmó que la pieza que logró recordar apenas era un ligero asomo de lo que esa noche le interpretó Luzbel; durante 300 años, la pieza, conocida como La Sonata para Violín en G menor: el Trino del Diablo, se ha constituido como un reto y una pesadilla para los más excelsos violinistas del mundo, que tiemblan, sudan y se acongojan cuando intentan interpretarla.
Como una acotación al margen de esta historia, podemos comentar que el único violinista que disfrutaba interpretando El Trino del Diablo era el maestro italiano Niccolo Paganini, monstruo sagrado del violín, de quien dice otra leyenda negra, vendió su alma a Satanás, con tal de convertirse en el mejor violinista que el mundo hubiera visto jamás; y ¡vaya que lo logró… ¡y con creces!.
Tal perfección pero en el ámbito del futbol americano, sólo la pudo conseguir un Mariscal de Campo, Joe C. Montana, quien a lo largo de 15 años escribió algunas de las páginas más memorables de la historia de la NFL.
Proveniente de la Universidad de Notre Dame, el jovencito fue tomado por los 49’s de San Francisco, y curiosamente por azares del destino, el joven estrella estuvo a unos milímetros de convertirse en el mariscal franquicia del acérrimo enemigo de San Francisco: los Vaqueros de Dallas, sin embargo los de la estrella solitaria lo dejaron pasar (¡qué error y que horror!) porque tenían dos excelentes QB, el legendario Rogger Stoubach, quien con 37 años a cuestas ya estaba de salida, pero tenían en la caja de espera a Danny White, de 27 años en aquel entonces, listo para tomar la estafeta del glorioso Capitán América, así que dejaron pasar esa joya que protagonizaría los mejores años de los Gambusinos de California.
De la mano de Joe Montana, San Francisco se coronó durante los Superbowls XVI, XIX, XXIII y XXIV, en tres de esas 4 ocasiones, el mariscal de campo fue elegido como el Jugador más Valioso del Superbowl, marca que permaneció sin ser batida durante 26 años pese a las grandes luminarias que han pasado por la NFL; sólo Tom Brady logró romper dicha marca, por cierto el QB de los Patriotas, ha confesado que su ídolo, su modelo y su inspiración siempre ha sido Montana.
En la memoria de muchos aficionados al Futbol Americano, esta presente el magnífico duelo que enfrentó a los 49’scontra los Delfines en el Superbowl XIX, definido como el choque de los más grandes mariscales de campo de la época, Montana de San Francisco y Dan Marino de Miami, a fin de cuentas el partido lo ganó fácilmenteMontana por un contundente 38 a 16, Marino nunca volvió a un Supertazón, y en cambio Joe volvería un par de ocasiones más para ganarlo.
Una marca más que ni siquiera Tom Brady con todo su palmarés y su gloria ha podido igualar (y se ve difícil que algún Mariscal de Campo lo logre): Joe Montana jugó en 4 Supertazones, los ganó todos, pero además en aquellos juegos, el gran QB de San Francisco no lanzó una sola intercepción.
Montana y su 49’s, regresarían el año siguiente a la final de la Conferencia Nacional donde en una desafortunada jugada el QB salió lesionado y San Francisco terminó perdiendo el partido por un apretado 15 a 13, lo más grave fue que a raíz de esa lesión “Big Joe” se perdió prácticamente las siguientes dos temporadas; regresó hasta la semana 17 de 1992, sólo para reconocer que “estaba cansado de jugar fútbol americano” por lo que decidió retirarse; retiro que no duró mucho tiempo, al año siguiente estaba firmando con los Jefes de Kansas City, con quienes brilló pero no alcanzó las alturas que logró en California, sin embargo llevo a los Jefes hasta el final de Conferencia donde cayeron ante los Bills, al siguiente año volvieron a la postemporada para caer en el primer juego. Eso fue todo paraJoe Montana, quien se retiró definitivamente de los emparrillados. Sin embargo, dejó una profunda huella que hoy en día aún está bien marcada, y se le recuerda como uno de los más brillantes jugadores que han transitado por la NFL.
Su gran calidad y de éxito, nos hace preguntarnos, si Joe Montana, también firmo, como dice la leyenda negra que los hicieron Tartini y Paganini, un pacto con el Demonio para lograr tanto talento y tal perfección.