Francisco Fonseca N.
Homo hominis lupus. El hombre es el lobo del hombre. Esta frase lapidaria de Thomas Hobbes, inspirado en una obra del romano Plauto la he utilizado en más de una ocasión a partir del conocimiento de la condición humana. El hombre es el lobo del hombre. Se destruye a sí mismo, nos destruimos paulatinamente, a pesar de ser racionales. Continuamos sorprendiéndonos. No hemos perdido nuestra capacidad de asombro. Hoy enfrentamos el tremendo reto de la impunidad campante.Impunidad significa “sin castigo, sin pena”. Viene del vocablo “punir”, castigar a un culpable. Esta impunidad viene creciendo desde hace más de 50 años, y lo peor es que no decrece. Desde entonces, los gobiernos que han desfilado al frente del país prometieron desterrar la inseguridad y la aumentaron, prometieron acabar con la corrupción y la aumentaron, prometieron terminar con la impunidad y la han aumentado también. Perdieron su oportunidad de oro.
La ciudadanía nacional se impacta con los sucesos que se dan día a día en decenas de ciudades y con esa violencia que nos arrastra al precipicio de la historia. La hoy Ciudad de México vive igualmente impactada, tal vez, si la memoria no falla, desde los acontecimientos que se produjeron con la declaración de quiebra de la Ruta 100 hace más de 25 años. Y desde entonces esta onda de impacto se ha extendido al país. México mira hoy aturdido estos hechos. Manifestaciones, marchas, plantones y también hechos sangrientos y criminales. Y dentro de un año estaremos en época de comicios, época en la cual aparecen los otros mexicanos, los de la desunión y la falacia, para desunir más y crear confusión y reventar al país.
Hoy tenemos el ejemplo del inmenso hoyanco abierto en el famoso libramiento de Cuernavaca, denominado elegantemente Paso Exprés Tlahuica de Cuernavaca. Pues allí, en esa elegante y muy difundida obra se abrió un tremendo agujero en la madrugada de hace unos días y materialmente se tragó y provocó la muerte a dos personas, padre e hijo, quienes se dirigían a su trabajo.
Por supuesto que todos los intervinientes en la magna obra se deslindaron de inmediato. El titular de Comunicaciones juró y perjuró que se aplicaría la ley a los responsables de tal catástrofe. El presidente de la República giró instrucciones al secretario Ruiz Esparza, para que se separe del cargo a los funcionarios que estuvieron supervisando la obra o que tuvieron alguna implicación directa en tanto se llevan a cabo las investigaciones.
¿Y las empresas constructoras? ¿Y los ingenieros y supervisores de obras? ¿Y los encargados de aprobar la terminación de la obra? ¿Y la conciencia nacional?
¿Qué ocurre hoy en nuestro país? Pudiera yo pensar que el sistema está amenazado; es más, que está lesionado, herido. Se ha atentado contra el sistema nacional, y de hecho se ha lastimado a la patria.
Teníamos estructuras políticas fuertes y vigorosas. Hoy tenemos grandes movimientos políticos; se han producido crisis económicas, y la sociedad se inquieta por su trabajo, su seguridad, su educación, su poder adquisitivo.
Vemos la actuación equivocada de los servidores públicos y nos preguntamos acerca de esa pegadiza impunidad de la cual no podemos separarnos ni en el tiempo ni en el espacio; pareciera que formara, desde siempre, parte de nuestra idiosincracia, de nuestro comportamiento. Esa pegadiza impunidad cada vez se incrusta más en nuestra piel y, al parecer, nada ni nadie podrá desterrarla. Esa parásita impunidad que se ve en toda la estructura nacional. ¿Qué ocurre hoy en nuestra sociedad? ¿De dónde salen estas marranadas?